Amanda apretaba con fuerza su número, sintiéndose frustrada.—Cuatro millones cien mil.—Cinco millones.Lucas habló con indiferencia, y rápidamente el marcador mostró la cifra de cinco millones. Los asistentes de detrás comenzaron a murmurar.—Vaya, sin duda esos dos tiene dinero para botar por los aires, suben la puja con una facilidad increíble, un millón tras otro.—Cinco millones cien.Amanda, con el corazón en la boca, continuó pujando.—Siete millones.Lucas la miró con desprecio. Amanda sabía que, con ellos allí, no tenía ninguna oportunidad de conseguir ese bordado. Estaba tan furiosa que su rostro palideció, mientras sus uñas se clavaban en sus palmas. No estaba dispuesta a rendirse, pero al parecer no tenía otra opción.Justo cuando el martillo del subastador estaba a punto de caer, inesperadamente, el marcador volvió a mostrar una nueva cifra.—¿Cuánto?—¿Diez millones? ¿El invitado del salón de honor ha ofrecido diez millones? ¿Acaso está bordado con hilos de oro y agujas
Si él hubiera seguido pujando y le hubiera regalado la pieza a Viviana, sería considerado como el héroe, o tal vez como el idiota que podría gastar una fortuna con tal de sacarle una sonrisa a su amada. Pero, al final, no consiguió el bordado, y encima este terminó en manos de su exnovia. ¡Qué mala suerte la que llevaba!Lucas, furioso, regresó a su palco y de inmediato ordenó a su secretario que investigara ese tal mal llamado salón de honor que estaba en la sala contigua.—Señor… no hemos encontrado nada acerca de esto.Lucas entrecerró los ojos. En toda la capital, solo unas pocas familias tendrían ese tipo de poder, solo de hecho las familias que estuvieran al nivel de los Cardenal. Si dedicaba un poco de tiempo, seguramente lo averiguaría.—Te doy solo tres días. Si no lo descubres, puedes poner tus cosas en una caja y largarte de aquí. Lucas no disimulo su enfado.—¿Crees que la señorita Amanda irá a la sala a agradecer? Dime, ¿qué puede hacer una mujer que recibe un regalo de v
Cuando Viviana subió a la ambulancia, le devolvió una mirada matadora:—¡Si a Lucas le pasa algo, de veras te veras con él en el otro mundo desgraciada!Amanda fue llevada directo a la sala de interrogatorios, donde relato todo lo que paso con todo detalle.Pronto llegó el informe del hospital: su "juguetito" no estaba bastante dañado, pero sí había sufrido una lesión considerable, y tendría que descansar durante un par de meses para evitar que permaneciera con secuelas para toda su vida. Lucas aún no había despertado, y Viviana no iba a dejar ese asunto tan fácil. Quería ver a Amanda pudriéndose en la cárcel.—Puedes contratar a un abogado para tu defensa.Amanda también tenía la posibilidad de contactar con un abogado fuera del país. Tomó su celular pero de repente quien vino a su mente fue Jorge. Al parecer le había causado bastante problemas; seguramente él estaría arrepentido de haberla aceptado en matrimonio.Escribió el número, pero por alguna razón no tuvo el valor de llamarlo.
Lucas golpeó con fuerza la mesita de noche con su puño, que de inmediato se puso rojo, como si no sintiera dolor.—¿Así que de verdad está con Jorge? ¿Cómo era eso posible…?—Probablemente la señorita Amanda quedó tan herida por usted que quiere vengarse eligiendo al señor Toledano.—¿En serio?Lucas frunció el ceño, con tono de duda. El secretario se apresuró a responderle:—Naturalmente. La señorita Amanda aún lo ama, por eso actúa de esa manera. Solo quiere ver su reacción, y si usted se muestra dolido, eso es justo lo que ella busca.Al escuchar esto, la ira de Lucas comenzó a desvanecerse poco a poco. —Se rio con desprecio: —Es bastante increíble pensar en lo lejos que está dispuesta a llegar. ¿Cree acaso que comportándose así voy a regresar? Qué ridícula.—Mientras no me importe, Amanda no tiene forma de hacer nada. Pero Jorge… él…Que Jorge lo aceptara, seguramente era para vengarse de él también.Recordaba cómo, en su juventud, su madre no aprobaba su relación con Viviana, a l
—¿Qué es lo que pasa?—El cierre se atascó, dile a la asistente que venga a ayudarme.—Lo hago yo.—Quizás… No.—Amanda, carajo somos una pareja , pero me tratas como un simple amante.Amanda se sonrojó. Después de todo, solo era el cierre. Jorge entró al probador. Aunque el espacio era grande, su presencia dominante hacía que el lugar pequeño. El silencio en el probador era tal que se podría escuchar caer una aguja. Lo único que rompía ese silencio era el sonido lento del cierre deslizándose hacia abajo. bajando.Sin querer, el dedo meñique de Jorge rozó su espalda. La piel de Amanda era suave como un algodón. Una espalda como esa, pensó, sería perfecta como lienzo de pintura. Con su sudor mojaría el pincel y crearía una obra maestra de flores serpenteantes en ella.Al pensarlo, sus ojos se llenaron de deseo reprimido.—¿Ya has terminado? —preguntó Amanda, sintiéndose incomoda, como si estuviera siendo acechada por un depredador.Se movió un poco, pero sin querer rozó la parte inferi
Los dos se separaron, la mirada de él estaba llena de deseo y agresividad. Amanda sintió peligro en esta. Pero, pronto, el deseo en los ojos de Jorge desapareció por completo, como si nunca hubiera estado allí.—Bajemos, la fiesta ya está por comenzar.Amanda intentó calmarse. Jorge salió del auto y, con toda la caballerosidad del mundo, le abrió la puerta. Subieron al crucero y mostraron las invitaciones. Inmediatamente, varias personas se acercaron a saludar a Jorge, y notaron a Amanda a su lado.—Señor Toledano, ¿quién es su acompañante?—Mucho gusto, me llamo Amanda, tengo un estudio de diseño de ropa. Aquí está mi tarjeta de presentación —dijo Amanda apresuradamente, aprovechando para promocionarse.Sin embargo, cuando sacó la tarjeta, le pareció inapropiado y lanzó una mirada a Jorge, temiendo que se molestara.—Señor Antonio, recuerde pasaras y echarle una mano al negocio de ella.—Por supuesto, que si —respondió el hombre.Amanda, al escucharlo, suspiró aliviada y se mostró más
El mesero seguía merodeando, como si la estuviera buscando. En cuanto la vio, se dirigió hacia ella con decisión. Llevaba una copa de champán en la bandeja.—Señorita, ¿desea usted beber algo?—No tengo ganas de nada ahora, pero me gustaría ver a alguien más beber. ¿Qué tal si te tomas esta copa? Te daré quinientos si lo haces, ¿Vas entonces?El mesero sonrió nerviosamente.—No me atrevo, esta copa es solo destinada para los invitados importantes, yo no tengo derecho. Además, tengo problemas de estómago... sí bebo alcohol, ya sabes me dolerá...—Te daré dos mil.—¿Habla usted en serio?Los ojos del mesero se iluminaron y ya estaba dudando.—Sí, ¿la bebes entonces sí o no?—Está bien, lo haré.Esta vez fue Amanda la que se quedó perpleja. ¿Qué contenía esa copa? ¿Acaso el mesero ni siquiera lo sabía? Porque su reacción no parecía ser la de alguien consciente de lo que había en ella.¿Era veneno o algo peor...?Mientras se lo preguntaba, una mano grande se adelantó y tomó la copa de cham
—No soy digno de que poses en mi tu mirada.—Pero ¿qué es lo que dices?—Dame una mano... solo ayúdame... y no mires, no es agradable...La voz de Jorge era ronca y difícil. Amanda también percibió un poco de vergüenza en su tono. Jorge estaba avergonzado.Su mano también sintió tocar algo como duro, pero él la tomó, apretando lentamente....No sabían cuánto tiempo pasó, pero al final esa escena tan embarazosa terminó. Ella no había ensuciado ni su vestido ni su cuerpo. Se sentó obedientemente en la cama, mientras escuchaba el sonido del agua en el baño. Quiso quitarse lo que le cubría los ojos, pero Jorge no se lo permitió, así que simplemente obedeció.Pasaron más de diez minutos, y Jorge salió del baño, acompañado del sonido de su ropa al ponerse. Parecía estar secándose, luego tomó una toalla húmeda y le limpió las manos.—Olvida lo que acaba de pasar.Él lo dijo con un tono de mandamás.—Así lo hare entonces —asintió ella.No le había entregado su cuerpo. Y él no la había querido