En cuerpo y alma

Andrea

Abrió los ojos al sentir el tibio calor del sol en su cara. ¿Cuánto había dormido? Se enderezó en la cama y los recuerdos de la noche llegaron a su mente. Buscó rastros de la presencia de Edward pero no había nadie y su corazón se hundió. Debió haberlo sabido.

La dejó sola de nuevo.

Se levantó y se puso las pantuflas. Estaba en la habitación de huéspedes. No sentía que fuera correcto dormir con otro hombre en su cama matrimonial. Aún no.

Su pelo lucía desaliñado al verse en el espejo, pero solo lo alisó y salió. Pero al llegar a la escalera, el olor a comida hizo que su estómago rugiera. Una sonrisa apareció en su rostro y se apresuró a bajar.

Y ahí estaba él. Con toda su belleza masculina, con solo su pantalón y la camisa de interior bajo su pequeño mandil, de espaldas a ella.

Se acercó lentamente y lo abrazó por la cintura. Aspiró su aroma y la memoria en su cuerpo lo reconoció. Era el hombre que amaba.

Una ligera risa se escuchó en la cocina, antes de que el hombre se diera
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