Aquella mañana el cielo nuevamente amanecía de color gris. Las pesadas gotas de lluvia caían sobre el pavimento humedecido, haciendo un ruido fácil de reconocer. Los pájaros se escuchaban cantando a lo lejos, refugiados de la insistente lluvia que no parecía tener la intención de detenerse, y Adalet, miraba con rostro serio a la enfermera que había contratado específicamente para cuidar de su madre adoptiva.—Listo, esto la ayudara a calmar el dolor —La pelirroja miraba a su madre con los ojos cerrados, estaba durmiendo, o al menos, eso parecía.—¿Cuánto más? — pregunto Adalet hacia la nada y con los ojos perdidos en ella.La enfermera miro a la mujer con un gesto lastimero; sabia que se refería a cuanto más estaría sufriendo su madre, pero para aquel tipo de preguntas no existía una respuesta, al menos no una que pudiese brindar consuelo.—No lo sé — respondió la enfermera honestamente. — Pero si le soy sincera con mi opinión profesional, no creo que pueda resistir mucho más…lo lame
Esa mañana era gris, completamente gris. El llanto silencioso de Adalet y Dante se escuchaba casi imperceptible. Los fuertes brazos de Bastián los protegían a ambos, y el más pequeño había llorado hasta quedarse dormido.Las nubes que se apreciaban por fuera del avión eran totalmente grises, nubes oscuras que presagiaban una tormenta que estaba a punto de comenzar. Iban con rumbo hacia Inglaterra para llevar a cabo los funerales de Adrienne Williams como había sido su voluntad, y Adalet sentía el corazón completamente roto después de saber la verdad.Le hubiese gustado saberlo desde antes, porque así, ambas habrían tenido más tiempo de ser verdaderamente madre e hija, aunque, en realidad si lo habían sido. Apenas si había pronunciado palabra alguna desde aquella revelación y la posterior muerte de su amada madre; su historia la había desgarrado, el saber la historia de su amor prohibido y doloroso, de su nacimiento y la separación que sufrió al ser arrancada cruelmente de los brazos d
Una mujer caminaba en medio de la noche y sus altos tacones resonaban fuerte en el silencio que la penumbra regalaba. No había un solo ruido más alrededor, y los pasos de aquella se apresuraban aún más con evidente prisa. Llegando al sitio, dejaba aquel pequeño paquete dentro de la enorme propiedad con la esperanza de que este fuese encontrado por la servidumbre temprano por la mañana, y luego, se apresuraba a regresar a su vehículo con una sonrisa triunfal esperando que su plan diese resultado.Una vez que el sol se había coronado sobre el cielo, Sara revisaba las ultimas noticias en el mundo de la farándula y la elite mientras disfrutaba de su costoso café. Enzo no había bajado de su nueva habitación, y ella no pretendía apresurarlo a desayunar como si fuera un niño; era obvio que ninguno se toleraba ya, sin embargo, permanecerían juntos hasta el final de su vida, ese era su deber.Leyendo el encabezado principal de aquella revista, los ojos de Sara se abrieron gravemente y casi log
Los funerales finalmente se habían terminado. Adalet observaba como el cuerpo de su madre, dentro de aquel ataúd, era enterrado para siempre en aquel viejo cementerio en donde los restos de su familia estaban descansando. El silencio reinaba, su pequeño Dante sollozaba en silencio recargado en el pecho de Bastián y ella, lucia inmóvil y solemne sin derramar una sola lagrima durante ese momento, aunque por dentro, sentía desmoronarse por completo. Bastián la tomaba de la mano sin decir palabra alguna, y ella no apartaba la vista de los sepultureros que encerraban a su madre para siempre en aquel enorme mausoleo familiar. Arthur observaba a su prima lejana y la admiraba aún más por demostrar aquella entereza. Algunos murmullos se escuchaban cuchicheando sobre Adalet, su hijo, y el novio que, irrespetuosamente, había traído junto a ella en una ceremonia privada y familiar como era esa. Todos en aquel sitio habían sentido un tipo de desprecio hacia Adrienne, la rebelde que se embarazo
El clima seguía lluvioso y el estado emocional no parecía haber mejorado. Las nubes parecían cargadas de agua, y el sonido de los truenos era capaz de estremecer inclusive al mas valiente. Un hombre rubio observaba los enormes jardines de aquel enorme castillo casi siempre solitario. Los funerales de aquella amada tía se habían terminado, y ella ahora descansaba en paz en el cementerio.Arthur De Sussex se sentía solo; se había acostumbrado a la compañía de la única pariente a la que el realmente aprecio, e ingenuamente había esperado que su hija se quedase en Inglaterra para seguir con su legado, sin embargo, aquella hermosa mujer de cabellos de fuego, no tenía intención alguna de formar parte de ello.Había sido huérfano en su adolescencia, y siendo el único hijo de los duques de Sussex, varios de sus parientes de rango inferior intentaron hacerse con él para obtener algún beneficio. Él se había rehusado religiosamente a quedar bajo la tutela de algún pariente, sin embargo y finalme
—Desde este momento eres la nueva Baronesa de Williams —Aquella tarde finalmente había llegado a su final. Ese día, aun cuando las nubes se notaban cargadas de agua, no estaba lloviendo. Adalet miraba fijamente los hermosos paisajes que Inglaterra tenia para ofrecer desde la ventana de aquella lujosa limusina en la que estaba viajando.El evento se había terminado, al final, había decidido asistir en respeto a la memoria de su madre, pero ya habiendo terminado aquel ultimo pendiente, debía de regresar a los Estados Unidos para retomar su vida justo en donde la dejo: la venganza en contra de los Stone. Bastián observaba la seriedad de la mujer, quien ya era oficialmente la nueva Baronesa de Williams, aunque, al parecer, poco o nada le importaba a Adalet aquel ostentoso título.—¿Te encuentras bien? — cuestiono Bastián tomando la mano de la hermosa pelirroja.Adalet miro a Bastián, y sonriéndole a fuerza, asintió.—Lo estoy, al menos ya hemos terminado aquí, es hora de por fin regresar
Era un nuevo día en New York, un nuevo día para vivir, y un nuevo día para saber la verdad. Las manos le sudaban, y en su frente había pequeñas gotitas de sudor que se escurrían por su rostro debido al nerviosismo. El estómago le dolía, aunque era difícil saber si era por hambre, o por ansiedad, pues debido a ella no había logrado probar bocado alguno antes de salir de su casa hacia ese laboratorio.Le habían llamado esa mañana muy temprano, para avisarle que sus resultados estaban listos. Enzo sostenía ese sobre en sus manos, sabiendo que dentro de él estaba resguardada la verdad más grande su vida, y la respuesta que podría tanto arruinarlo como bendecirlo según lo que dijera.Escuchaba a los niños riéndose y jugando a su alrededor en aquella heladería a la que había entrado al azar para sentirse en privado y se preguntaba si el haría esas cosas con Dante de saberlo su hijo. Mirando de nuevo ese sobre, se debatía entre abrirlo de una vez o esperar a sentirse listo; tenia ya más de v
El ambiente en aquella habitación, era terriblemente tenso. El sonido de los dedos de una mano chocando contra la madera del fino escritorio, fácilmente podría sacar a cualquiera de quicio, sin embargo, la situación que el par de hombres que se habían reunido estaban enfrentando, superaba a cualquier otra cosa en ese momento.Estaban a la espera de noticias, para conocer más a fondo a la posición enemiga. Los señores Stone y Myers, no eran rivales a los que enfrentar a la ligera, y por ende se les conocía como los lobos de New York, por ello, ambos se habían reunido para decidir que era lo que se haría con aquella mujer que se suponía debería estar en prisión, condenada a pasar allí el resto de su vida.—Entonces, ¿Cómo es que te enteraste? — cuestionaba el muy serio señor Myers mientras miraba a su amigo de toda la vida, Ernest Stone.Ernest se hallaba al pie de los enormes ventanales de su despacho privado, mirando hacia el jardín que recién se hallaba humedecido debido a las lluvia