–¿Podrías darte un poco de prisa? – pidió Emma, quien estaba comenzando a desesperarse. Mathew frunció el ceño, ella había adoptado una actitud aún más extraña de un momento a otro.–¿Hay algún otro sitio en el que debas estar ahora? – preguntó él con sarcasmo – es trabajo creativo, Emma, no puedes forzarme – dijo, revisando las ultimas fotografías que estaba tomando. Mathew era un profesional muy quisquilloso y le gustaba revisar constantemente la iluminación, las poses y demás, para asegurarse de obtener un resultado tan limpio como fuera posible.–¿Estás haciendo esto a propósito? – Emma frunció los ojos, mirando la tranquilidad con la que el hombre trabajaba – ¿Quieres molestarme nada más por lo que pasó en la tarde de ayer? – la joven estaba comenzando a indignarse – porque si es así, déjame decirte que esto es muy bajo de tu parte, los problemas personales podemos tratarlos por fuera del horario laboral…–Esto no tiene nada que ver con lo que pasó ayer, Emma. No intentes hacer
Mathew no se sentía cómodo dejando a Emma sola con aquel hombre, él se veía como alguien egocéntrico y demasiado molesto, el hombre temía que a la pequeña joven la maltrataran. Mathew era un caballero y jamás permitiría que ninguna mujer fuera tratada mal en su presencia, mucho menos si era alguien tan inocente y buena como Emma.–¿Quién es ese hombre, Susan? – cuestionó a su hermana, quien intentaba detenerlo para que no volviera a entrar en el estudio, donde todavía permanecía Emma y su esposo.–No lo sé, y la verdad es que la identidad de aquel hombre no es problema ni mío, ni tuyo – respondió con más brusquedad de la que acostumbraba.–¿Y estás tranquila con esta situación? ¿No te importa lo que él pueda hacerle a Emma? No voy a dejarla sola – arremetió contra ella, sintiendo la adrenalina corriendo por cada una de sus venas – iré a asegurarme de que este bien.–¡Tu no vas a hacer nada! – puf, cuando se lo proponía, Susan podía ser una mujer muy mandona, incluso aunque era menor
–Emma, lo siento mucho, no fue mi intención que el golpe te cayera a ti – dijo el hombre, con sincera vergüenza por lo que acababa de pasar.Sin importar cuan frustrado y amargado se encontraba Dante con su vida, por culpa del rechazo y la traición de Valera y Ezra, él no esperaba convertirse en el tipo de hombre que golpeaba a una mujer, eso solo lo convertiría a alguien igual a la persona de la que él esperaba vengarse.–¡Sé no lo hiciste a propósito! – ella refunfuñó, evadiendo el contacto físico con Dante – de todas formas, estabas pensando en golpear a Mathew, aun cuando él no estaba haciendo nada malo. –¿Tanto te interesa el tal fotógrafo ese que ahora buscas defenderlo? – Dante frunció el ceño, viéndola con rabia, aunque la verdad era que su tono se encontraba más suavizado que antes. Ver el moretón que estaba comenzando a formarse en el pómulo de Emma era suficiente como para medir sus palabras y su tono.–Se llama decencia humana, no puedes andar por la vida hiriendo a las
Cuando llegaron a casa, Emma se dio cuenta de la forma entrecortada en que respiraba su esposo, a quien le costó bajarse del auto y aun más llegar hasta la entrada de la casa. La mujer se estaba desesperando y no tenía claro que era lo que debía hacer, después de todo, ella nunca fue una esposa, mucho menos de alguien tan complicado como lo era Dante Neville, ¿Acaso tenía que ignorar el estado del hombre? O, por el contrario, ¿Debía ignorarlo y llamar a un médico que pudiera asegurarse de que estuviera bien? Una lucha interna se estaba librando dentro de Emma, entre esa chica ingenua que estaba enamorada de él y la mujer que sabía que él no la quería y que estaba herida por el maltrato de su esposo.–¿Quieres que prepare algo de comer? Si no has cenado, puedo hacer algo caliente para beber y algo ligero – se ofreció. –No quiero nada, te recomiendo que te vayas a dormir a tu habitación – contestó, agarrándose un costado del tórax mientras Perséfone caminaba a su lado dentro de la cas
–Ahí vienen – Susan agarró la mano de Emma en cuanto la joven vio a sus suegros entrando a la sala de espera del hospital. Axel tenía esa misma expresión fría y orgullosa en sus ojos, aunque Emma vio un sentimiento diferente en él, algo muy parecido a la rabia, casi como si la forma en la que caminaba lo delatara, además por supuesto, de las venas hinchadas en su frente. Briana, por el contrario, estaba hecha un mar de lágrimas, la mujer siempre fue más sensiblera y estaba claro que le afectaba de una forma diferente, lo que había pasado a su hijo.–¿Dónde está Dante? – preguntó Axel con rabia, enfrentándose a Emma.–Le están haciendo exámenes para determinar qué es lo que tiene, seguramente el medico no tardará en salir para darnos una respuesta sobre su estado – contestó, tratando de hablar de la forma más fluida posible, aunque la verdad era que Axel Neville era uno de los pocos hombres a los que ella temía.Su gélida mirada, su piel pálida y sus manos grandes asustaban a Emma, q
Los padres de Dante insistieron en que él debía estar en casa mientras se encontrara incapacitado, sin embargo, Dante nunca fue un hombre demasiado apegado a su familia, tampoco le gustaba sentirse como una carga y lo que menos esperaba era deambular por la mansión familiar cuando ni siquiera podía caminar bien o hacer cosas por sí mismo. Y, aunque la idea de estar encerrado con Emma durante un mes no lo emocionaba demasiado, no le quedaba de otra. Después de todo, la mansión era de él, Emma era la intrusa, la que jamás debió haber entrado allí… él no se sentiría como un extraño en su propio hogar. –¿Listo para el mejor mes de toda tu vida, esposito? – preguntó Emma, burlándose de él, mientras empujaba la silla de ruedas dentro de la mansión.Dante soltó un bufido y rodó los ojos, se sentía como un inútil, saber que dependía en ese momento de Emma le ponía los pelos de punta, él siempre fue alguien autosuficiente, se vanagloriaba constantemente de eso y estar allí, a la deriva y al
–Buenos días, Emma – cuando la chica se despertó, una de las empleadas de Dante ya estaba preparando el desayuno mientras el hombre leía el periódico diario.Dentro de la cabeza de la joven sonaba una y otra vez las últimas palabras que él le dijo la noche anterior antes de dormir, y aunque no entendió a que se refería, no había podido dejar de pensar en eso, aun así, no pensaba actuar como si siguiera afectada, de modo que la joven apareció con la frente en alto, entrando en la cocina y sirviéndose a sí misma una taza de café humeante.–Esa cosa te matará y machará tus dientes – dijo Dante con un poco de asco. El hombre estaba en contra de todo lo que no fuera saludable.–Cuando eso pase, ya estaré vieja, y no me importará. Tendré diez años más, o quien sabe – dijo con altanería, haciendo referencia a la edad que tenía Dante – cuando se está joven, hay ciertas atribuciones que una puede tomar.–Espero que siempre pienses así y nunca te arrepientas de tus palabras – dijo, ligeramente
Emma salió de la mansión de Dante en cuanto pudo, no sin antes dejarle especificaciones a la servidumbre sobre el almuerzo del hombre y el cuidado de Perséfone, que cada día se ponía más gorda debido a su barriga de embarazada. Aquella mañana, la chica aprovechó que su esposo no estaba por ahí y entonces sacó a escondidas las llaves del auto que Dante solía usar a menudo, se metió en el asiento del piloto y aunque no era una conductora diestra, logró llegar a la agencia sin tener que sobrevivir a ningún accidente de tránsito, el auto estaba intacto y aquello era un alivio, porque ella sabía que Dante amaba a ese auto.–¿Qué haces aquí? No recuerdo haberte llamado – dijo Susan con el ceño fruncido.–También me alegra verte – soltó Emma con sarcasmo. –No me refiero a eso, ¡Claro que me alegra verte! Pero es que tengo mucho trabajo represado, verte solo me hace pensar en imágenes, tomas y todo lo que debo entregar antes de que se termine esta semana – la mujer se sentó descuidadamente