Capítulo 207
El espejo de cuerpo entero en la habitación estaba destrozado, con trozos esparcidos por el suelo y papeles dispersos entre ellos.

Mientras tanto, la mano de Hernán estaba apretada en un puño, temblando ligeramente, con sangre goteando entre los dedos y cayendo sobre los fragmentos de vidrio, emitiendo un leve tintineo.

Los papeles también estaban salpicados de sangre. Los ojos de Hernán estaban inyectados en sangre, como los de una bestia furiosa a punto de atacar.

Rubén se sorprendió y rápidamente buscó en el botiquín de primeros auxilios desinfectante y vendajes para tratar las heridas de Hernán.

Sin embargo, antes de que pudiera acercarse, Hernán lo esquivó fríamente.

—Jefe, ¿qué está...?

Hernán no se movió ni habló, y después de mucho tiempo, soltó una risa ronca y sorda.

—Vaya

Aunque no dijo nada, Rubén entendió que los resultados no eran los esperados.

—Jefe, primero trata sus heridas, y luego podemos hablar sobre lo demás, tal vez...

Antes de que pudiera terminar, Hernán salió
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