Tu ganas

—Jena, —entro como un huracán, al ver el florar obsequio se paralizo un paso dentro de la puerta. La sonrisa en su rostro por las flores no se comparaba con su fracaso de aquel día, ese día solo recibió, enfado, llanto y dudas.

Y bueno casi estuvo a punto de consumar su matrimonio.

—¡Flores!, ¿quién le ha traído flores a mí esposa?

—Tal parece que no ha sido usted. —no eran importantes, así que las coloco a un lado sobre el buró —Las trajo el doctor Adam McAllen es un gran amigo de la universidad.

Conan sonrió bastante molesto. Un ardor quemo su pecho, imposible controlar ese deseo de azotar las flores contra la pared.

—¿Un amigo? —tomo el ramo —, a ese tipo si lo recuerdas, ¿pero a tu esposo?, no tienes ni un mínimo recuerdo…

Y sin mas aventó el ramo contra la pared, Jena se cubrió la cabeza, estuvo a punto de gritar para pedir ayuda.

—¿Que tan especial es ese amigo señora de Imperión?

—No le queda el papel de esposo celoso, cuando usted aun piensa en Débora.

—Eso fue hace tiempo,
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