Wilson se fue a casa de Tete al saber que no había nadie entró sin llamar a la puerta, al entrar en la habitación, se encontró con Tete durmiendo tranquilamente. El sereno ambiente lo impulsó a acercarse a ella con ternura.
—Qué linda estás —murmuró Wilson mientras observaba su rostro apacible.Con delicadeza, Wilson acarició el vientre de Tete, sintiendo una mezcla de emoción y paz.—Ustedes también son muy lindos —susurró, refiriéndose a Tete y a los bebés que esperaban.Tete, medio dormida aún, se estiró suavemente.—Ahhhh, qué sueño... tu papá no me deja dormir —comentó, mientras se acariciaba el vientre.—Shhh, vas a despertar a nuestros bebés —advirtió Wilson suavemente, colocando su cabeza sobre el vientre de Tete, buscando sentir más cerca la presencia de sus futuros hijos.—¿Tan feliz te hacen nuestros bebés? —preguntó Tete, notando el contento en la expresión de Wilson.—Sí, mucho —respondió Wilson, coNathan guió a Tete hacia una cabaña apartada, rodeada por la quietud del bosque.—¿Dónde estamos, papá? —preguntó Tete, sintiendo una mezcla de ansiedad y curiosidad.—Es una cabaña en la lejanía, entra —respondió Nathan, con su tono serio y determinado.Tete obedeció, pero al adentrarse en el cuarto frío y desolado, su corazón se detuvo al ver a Estrella tirada en el suelo, con signos evidentes de maltrato y su ropa desgarrada.—¡Estrella! —exclamó Tete, corriendo hacia ella y abrazándola con fuerza, sintiendo el nudo en su garganta al verla inconsciente.—Estrellita... —murmuró, acunando su cabeza entre sus piernas, desesperada por despertarla.Nathan observaba la escena con una mezcla de indiferencia y curiosidad.—Vaya, ¿tanto te preocupa esa niña estúpida? —comentó, con un susurró de burla en su voz.—Papá, ella está sufriendo, déjala ir —suplicó Tete, llena de angustia y determinación.—Tete, sé l
★Hola, no sé si ya se dieron cuenta, pero está parte de la novela ya vendría siendo una segunda parte, iba a dividir la novela en dos, pero decidí iniciarla aquí mismo, la segunda parte finalizó cuando Celeste desapareció ******en el hospital****** y Dan fue a buscar a Wilson, para preguntarle por Celeste.Esta segunda parte estará más enfocada a en Wilson y Tete.Claro también seguirá Thomoe y Celeste, pero ellos ya no son los protagonistas de esta segunda parte.......En el día de su boda, Thomoe caminaba de un lado a otro en la sala, con un nerviosismo palpable.—Me vas a marear —comentó Dan, mirándolo con una sonrisa.—Estoy nervioso —admitió Thomoe, deteniéndose un momento para mirar a su hermano.Wilson, apoyado en el marco de la puerta, bromeó:—Le vas a hacer un agujero al suelo si sigues así. —Lo harás bien —añadió Wilson, intentando tranquilizar a Thomoe con una palmada en el hombro.—¿Por qu
Tete retrocedió nerviosa ante la presencia imponente del hombre.—Señor... Estrella ella... —intentó explicar Tete, pero fue interrumpida de inmediato.—Ella está muerta por tu culpa —sentenció el señor Garrett con furia.Tete se estremeció al sentir la fuerza del empujón que la hizo caer al suelo.—¡Señor, por favor, no me lastime! Es la verdad, Estrella no está muerta, y estoy esperando a sus nietos, por favor —suplicó Tete, con lágrimas en los ojos.El hombre la agarró del cabello con violencia, causándole un intenso dolor.—Mentira, dudo que eso que traes dentro sean mis nietos, si hiciste todo por avaricia —dijo el señor Garrett con desprecio.Tete luchaba por mantener la compostura, pero el dolor físico y emocional la abrumaba.—Es la verdad —insistió Tete en un sollozo casi silencioso, a pesar del miedo que sentía.Tete se retorcía de dolor mientras el señor Garrett la miraba con desprecio.—Esos bastardos no me devolverán a mi Estrella —gruñó el señor Garrett con ira—. Llévens
Dan y Wilson estaban sentados en una habitación.—Hablaré con él, pero no creo que me crea. Él cree que me acosté con su esposa —murmuró Wilson, con la mirada perdida en el horizonte, mientras jugueteaba con un lápiz entre sus dedos.Dan asintió con comprensión, su rostro reflejaba la seriedad del momento. El peso de la situación se hacía palpable en el aire cargado.—Sí, lo sé. Pero Celeste está desaparecida, y está embarazada —agregó Dan, con tono preocupado, desviando la mirada hacia el suelo mientras se mordía el labio inferior.Wilson asintió sombríamente, su expresión cansada revelaba el peso de las preocupaciones que lo agobiaban.—Lo sé —respondió Wilson con voz apagada, con los ojos fijos en un punto invisible en la distancia.—¿Lo sabías? ¿Sabías que ella está embarazada? —preguntó Dan, sorprendido por la revelación, arqueando una ceja en gesto de incredulidad.Wilson exhaló profundamente, cerrando los ojos por un instante antes de responder, como si el peso de la informació
Thomoe miró a Wilson y Dan con una mirada penetrante, llena de intención y malicia que reflejaba sus oscuros propósitos.—¿Están listos para divertirse? —inquirió, con un brillo desafiante en sus ojos.Dan respondió con una sonrisa llena de anticipación y entusiasmo.—Me encanta cuando hablas de diversión —exclamó, mostrando su ansiedad por lo que estaba por suceder.Wilson asintió con seriedad, preparándose mentalmente para lo que fuera que estuviera por venir.—Vamos —dijo en un tono decidido, siguiendo a Thomoe hacia un lugar apartado donde solo se vislumbraba una solitaria cabaña en la distancia.Al llegar, se encontraron con Priscila, quien estaba atada a una silla con las manos y los pies, suplicando por su libertad con lágrimas desesperadas que resbalaban por sus mejillas.—Wilson, por favor, diles que me suelten —imploró Priscila, con la voz temblorosa y los ojos llenos de pánico, en un intento desesperado por conmoverlos.Wilson tomó una silla y se sentó cerca de la puerta, i
Wilson, lleno de furia, soltó un golpe certero en el rostro de Priscila, quien escupió sangre por la boca como respuesta a la brutalidad del golpe.—¡Esa maldita merecía morir! —gritó Priscila entre los golpes que Wilson no cesaba de propinarle.Thomoe intervino, tratando de detener la violencia.—¡Basta! ¡La vas a matar! —exclamó, intentando contener a Wilson.Pero Wilson estaba cegado por la rabia y continuó golpeándola sin piedad. Sin embargo, en medio de la brutalidad, algunas lágrimas rodaron por sus ojos, revelando el dolor y la impotencia que lo consumían.—Eres un maldito —gruñó Priscila, mientras Wilson seguía descargando su furia sobre ella—. Perdí a mi hijo, era lo que se merecía, la muerte de su hijo y luego la suya.Wilson, consumido por la ira y el dolor, respondió con un feroz tirón de los cabellos de Priscila, arrancando sangre del cuero cabelludo.—¡Cállate, maldita perra! No sabes cuánto te quiero muerta, son mis hijos de quienes hablas y mi mujer —rugió Wilson, con
Wilson y Thomoe salieron de las Industrias Garrett y se dirigieron hacia una furgoneta blanca estacionada justo enfrente de la empresa.—Sé que aún no es tu cumpleaños, pero creo que esto te gustará —dijo Wilson, con un tono de entusiasmo, mientras abría la puerta de la furgoneta.Thomoe se asomó y vio a Alberto, el padre falso de Celeste, amarrado y amordazado en el interior del vehículo.—¿Qué tenemos aquí? —preguntó Thomoe con una mirada fría y decidida.Alberto, visiblemente angustiado, intentaba liberarse de las ataduras.—¡Déjenme ir, malditos miserables! —gritaba Alberto entre la mordaza.—Creí que lo habías matado —comentó Thomoe, recordando los eventos anteriores.Wilson explicó la situación.—No, pedí que lo encerraran. Sabía que lo necesitaría en el futuro, pero Priscila lo liberó hace casi tres meses, justo el día que desapareció Celeste. Lo estuve buscando por mucho tiempo, pero al fin lo encontré.Alberto miró a Thomoe con desafío.—Jamás les diré lo que hice con esa est
Sin distracciones y sin escalas, se dirigieron hacia la cabaña que había mencionado Alberto, pero al llegar, encontraron un paisaje desolador: el lugar estaba completamente encinerado, no quedaba absolutamente nada de lo que alguna vez fue esa cabaña.Thomoe y Wilson observaron con horror la devastación frente a ellos.—¡Demonios! —exclamó Thomoe, consternado por la escena desoladora.—No puede ser —murmuró Wilson, apenas creyendo lo que veían sus ojos.★En un repentino flash back, se disparó el recuerdó el día de la desaparición de Celeste, reviviendo el horror de aquel momento.—¡Déjenme ir! —gritó desesperada, luchando contra los desconocidos que la retenían.—¡Cállate, escandalosa! —gritaron los secuestradores, mientras uno de ellos recibía un doloroso mordisco de Celeste.En respuesta, uno de los desconocidos le propinó un violento golpe que la hizo gemir de dolor.—¡Thomoe vendrá por mí! —gritó Celeste con fuerza, aferrándose a la esperanza de ser rescatada.El señor Garrett, se