La joven llegó a su casa con el corazón acelerado, debido a la conversación con su profesor en el autobús. Al llegar a su casa, corrió a su habitación, cerró la puerta de un portazo y recargó su cabeza en la puerta de la habitación.
—¿Qué estará pensando ese hombre? —murmuró en voz baja mientras cerraba los ojos y no podía dejar de pensar en su profesor y en las palabras que intercambiaron en el autobús. Se tiró en la cama y cayó en un sueño profundo.En medio de ese sueño, se encontraban dos personas entrelazadas mientras el éxtasis se podía sentir en toda su plenitud.—Vamos, muévete más —le pidió el hermoso hombre que estaba recostado en la cama, mientras ella brincaba arriba de él.—haaaa, sí, así —pronunció Celeste cerrando los ojos y dejándose llevar por las sensaciones que estaba experimentando en ese momento.—¡Más rápido! —pidió Thomoe, tomándola de las caderas para aumentar la velocidad.Él jaló su cabello, la hizo girar y luego la puso a cuatro patas.—¿Por detrás? —preguntó Celeste con la respiración acelerada.—Te daré por todos lados —respondió Thomoe, tomandola y dándole un fuerte tirón de sus caderas para estrellarla contra él y su miembro palpitante. Le dio una nalgada dejándola roja.—Mi Celeste —murmuró Thomoe mientras con una mano alzaba su cabeza y le mordía el lóbulo de la oreja.—¡Oh, sí, otra, otra! ¡Dame otra nalgada! —exigió Celeste.Thomoe no se hizo esperar y le propinó dos nalgadas sonoras más. Luego, la agarró del cabello en una coleta y entró en ella de un jalón.—¡Oh, qué rico! —exclamó Celeste mientras su interior comenzaba a apretarse anunciando su liberación.En ese momento, tocaron a la puerta de Celeste haciéndola despertar de su loco sueño.—Celeste, abre la puerta —exigió su padre.—Ya... ya voy, papá.La ropa de Celeste estaba muy húmeda y era incómodo, así que corrió rápidamente hacia su clóset y cambió sus bragas, arrojándolas al cesto de la ropa sucia y echándose un poco de perfume.—Papá, ¿necesitas algo? —preguntó Celeste al abrir la puerta.—¿Dónde estuviste todo el día? —preguntó su padre muy molesto.—Salí de compras con Mony —respondió Celeste tratando de aparentar normalidad, aunque ver a su padre molesto ya era algo habitual.—¿Saliste de compras? ¿No ves que no hay dinero? M*****a chamaca, muéstrame qué compraste —exigió su padre, empujando a Celeste hacia adentro de su cuarto.—Papá, las compré con mis ahorros - dijo ella con una lágrima silenciosa brotando de sus ojos.—Me da igual, te dije que me mostraras lo que compraste. Ya veré si fue un gasto innecesario o no, eres tan inútil. La agarró fuerte del brazo.—Sí, ya voy —mencionó Celeste con un nudo en la garganta, tratando de contener las lágrimas.Se dirigió a las compras y se las entregó a su padre, quien comenzó a sacarlas con cara de disgusto. Al parecer, no le gustaron las compras que ella había hecho para sí misma.—¿Qué se supone que es esta ropa? Te he dicho que no te vistas como una puta —dijo su padre.Celeste, ya enojada, respondió:—Papá, son solo unos shorts. Si quieres, me visto como una monja.—Desde hoy te exijo que te vistas como una monja, y mi jefe vendrá, así que no me avergüences —ordenó el padre con firmeza.—No quiero vestirme como monja —respondió Celeste con determinación. Ella ansiaba expresar su estilo personal, no seguir las imposiciones de los demás.—Entonces vístete de manera provocativa; podríamos venderte en un burdel y ganar mucho dinero.—Papá, ¿por qué me hablas así? Soy tu hija.—Cállate, estoy harto de ti —gritó el hombre, golpeándola en la mejilla.Después de que su padre saliera del cuarto, Celeste se echó a llorar en su cama y luego llamó a su amiga Mónica en busca de consuelo.—¿Estás bien, amiga? —preguntó Mónica al escucharla sollozar al otro lado de la línea.—No, mi papá me golpeó y dijo que me vendería a un burdel, que soy una zorra. Hago todo lo que él quiere, me comporto como él quiere, me visto como él quiere, incluso como lo que él quiere, pero parece que nada lo hace feliz. A veces siento que no me quiere, que nunca me ha querido, a pesar de ser su hija —confesó Celeste con melancolía.—No llores, trata de animarte un poco. ¿Qué te parece si el lunes nos escapamos? —propuso Mónica, tratando de cambiar de tema.—¿Adónde? —preguntó Celeste intrigada.—Qué rápido cambias de ánimo —bromeó Mónica, logrando sacar una risa a Celeste.—Te llamo más tarde, mi padre invitó a cenar a su irritante jefe y quiere que me disfrace otra vez —dijo Celeste con pesar.—¿Cómo sabes que es irritante el jefe de tu padre? No juzgues un libro por su portada, podría impresionarte el contenido. Además, ¡ni siquiera lo conoces! —replicó Mónica, defendiendo a alguien que no conocía.—Papá dice que no lo soporta, que es muy mandón y siempre está de mal humor cuando está cerca. Pobre de mi padre, lo invita a cenar para lamerle las botas —comentó Celeste, riendo junto con Mónica.Después de despedirse, Celeste se miró en el espejo y decidió desafiar a su padre vistiéndose a su manera, en lugar de como una monja.—¿En serio debo vestir así? —se cuestionó mientras examinaba su armario, repleto de faldas largas y camisas de mangas y cuello de tortuga. —A veces tengo la sensación de que mi padre me viste como a una monja para ocultar los golpes que me propina. No entiendo por qué me odia tanto. Pero hoy no le daré el gusto.—Vaya cuerpo que tengo —murmuró al contemplarse en el espejo del baño.Celeste saca algunos shorts y blusas que ha comprado y se los prueba hasta decidirse por uno. Se recoge el cabello en dos coletas y se coloca unos lentes de montura negra, sintiéndose coqueta y decidida a desafiar a su padre como venganza por haberla golpeado.Mientras tanto, en la sala, el padre de Celeste grita:—¡Celeste, baja, ya llegaron los invitados!Los padres de Celeste reciben a los invitados y la madre pregunta con amabilidad: —Qué bueno que han venido, ¿desean algo de beber?—El padre de Celeste aprieta fuertemente la mano de su esposa y la madre se pregunta:—¿Qué hice mal esta vez?—Agua —dice uno de los invitados, observando con disgusto cómo el esposo trata a su esposa.—Una cervecita para mí —añade el otro invitado con una sutil sonrisa hacia la señora.—Déjame ver si tengo cerveza —responde la señora amablemente antes de retirarse hacia la cocina.—Esta niña no baja. Cuando se vaya mi jefe, le daré una paliza —piensa el padre de Celeste.—¡CELESTE! —grita molesto.Celeste bajaba las escaleras de forma coqueta. Con cada paso, su elegancia y feminidad se destacaban, haciendo que los invitados no pudieran apartar la vista de ella.Ambos quedaron con la boca abierta al notar sus largas piernas y lo hermosa y sensual que se veían sus dos coletas, las cuales bailaban con gracia al compás de sus movimientos.—Profesor, ¿qué hace usted aquí?— dijo Celeste cubriéndose un poco, tratando de ocultar su incomodidad.El padre de Celeste, al notar la reacción de su hija, intentó disimular su disgusto hacia ella por verla vestida de esa manera.—¿Ustedes se conocen?— preguntó con curiosidad mientras observaba la interacción entre Celeste y el profesor.—Ella es mi alumna... Gusto en verte, Celeste, te ves muy bien —pronunció Thomoe con una sonrisa encantadora.—Vete a cambiar. Celeste, no seas exhibicionista —expresó el padre de Celeste, mostrando su desaprobación de forma pasiva.—Está bien como dijo Thomoe , ella se ve preciosa —añadió Dan, admirando la belleza de Celeste pero sintiendo una ligera incomodidad en el ambiente.—Siento que dije algo que no debí decir —pensó Dan al percibir la mirada fría de su hermano y la tensión en el ambiente.—Será mejor que me vaya a cambiar —dijo Celeste con tristeza antes de subir a su recámara, dejando a todos un poco incómodos con la situación.—Disculpen a mi hija, está en la edad de las calenturas —trató de justificar el padre, mientras intentaba desviar la atención de la situación.—¿Y el baño?— cuestionó Thomoe con una mirada inquisitiva, mostrando que tenía otras intenciones en mente.—Arriba, la segunda puerta a la derecha —indicó el hombre, tratando de mantener la compostura a pesar de la situación.—Sí, claro, el baño... Ya tengo hambre, ojalá acabe rápido aunque ¿Celeste no es…? Esa mujer que… ¿Thomoe , qué estás haciendo? —pensaba Dan, confundido por la situación.Thomoe subió las escaleras, pero en lugar de dirigirse al baño, se encaminó directamente hacia la habitación de Celeste.—¡Soy una idiota, idiota, idiota! —exclamó Celeste en voz baja mientras zapateaba, sin percatarse de que Thomoe la observaba desde la puerta.—Yo diría que eres sensual —pronunció Thomoe con una sonrisa pícara, haciendo que la piel de Celeste se erizara.—Me espantó —respondió Celeste tímidamente al ver a Thomoe recargado en la puerta, con una postura que denotaba confianza y atracción.—Te ves linda, como quisiera jalar de esas coletas —expresó Thomoe con una voz seductora, aumentando la tensión en el ambiente.Celeste se preguntaba si todo era real, mientras Thomoe cerraba la puerta con seguro y se acercaba a ella, desabrochando lentamente la camisa.El corazón de Celeste latía con fuerza, incapaz de contener la emoción y la incertidumbre de lo que estaba por suceder.★Hola si les está gustando está novela no olviden seguirla y seguirme para recibir las notificaciones de actualización.—Celeste, te estoy hablando —la voz firme pero suave de Thomoe la sacó de su ensueño. Celeste, con las mejillas ardiendo, desvió la mirada. «Solo estoy fantaseando», pensó, tratando de recuperar la compostura. Thomoe estaba parado en la puerta, sus ojos intensos permanecían clavados en ella. —¿Qué te pasó en la mejilla? —preguntó, escudriñándola con curiosidad. —Dormí sobre mi mano —murmuró Celeste, incómoda—. Traté de cubrirlo, pero no me sé maquillar. Thomoe entrecerró los ojos, cruzando la habitación con pasos seguros. Cerró la puerta sin prisa, mientras su presencia llenaba el espacio. Celeste retrocedió instintivamente. —Parece un golpe. Su tono era cortante, pero algo en su mirada reflejaba una preocupación apenas contenida. Thomoe se inclinó hacia ella, acariciando su mejilla con la punta de los dedos. El contacto fue sorprendentemente suave, haciendo que Celeste contuviera el aliento. —¿Eres de las que creen que si te golpean en una mejilla, debes poner la otra? —mu
—¿Por qué llegaste tan tarde? —inquirió Dan, con una arruga en la frente, ansioso por saber dónde había estado su hermano mayor. —¿Por qué te importa? —respondió Thomoe con desinterés, desviando la mirada como si la conversación no mereciera su atención. Alberto observó con inquietud. «Si así trata a su hermano... Este hombre me intimida», pensó, frunciendo el ceño ante la actitud fría de Thomoe. —¡Qué adorable pareja hacen! —exclamó Alma con una sonrisa en los labios, sin sospechar que Thomoe y Dan eran hermanos, mientras los miraba con admiración. —Siéntate a mi lado —invitó Dan a Thomoe con una sonrisa amable, lo que hizo que Alma imaginara aún más romances entre ellos. A pesar de la negativa inicial de Thomoe, al final cedió con una mueca de resignación y se sentó junto a su hermano, justo donde quedaban dos asientos vacíos. Alma tomó asiento al otro lado de Dan, mientras Celeste cruzaba el umbral de la cocina, sus ojos se encontraron con los de Thomoe, quien no la había de
—No es justo, realmente quería acabar —pensó triste Celeste mientras observaba con desánimo la habitación. Con pasos apresurados, Celeste se dirigió hacia su recámara, deseando escapar del ambiente tenso que se palpaba en la casa antes de que sus padres comenzaran otra de sus acaloradas discusiones. Agarró su computadora portátil y se dejó caer pesadamente en el sofá, buscando refugio en la pantalla. Al ver un correo del profesor parpadeando, frunció el ceño y murmuró para sí: —¿Qué es esto? —Espero que te sea útil —leyó Celeste en voz alta, sintiendo cómo las palabras del profesor resonaban en su mente. Con curiosidad, abrió el archivo adjunto. Su corazón latía con fuerza mientras el video cargaba, y pronto sus ojos se fijaron en lo que ocurría debajo de la mesa durante la reunión. Su boca se entreabrió al verlo. Era real, todo lo que había imaginado, y ahora tenía pruebas tangibles. —No puede ser... —murmuró, cerrando de golpe la computadora, respirando agitadamente. Dudó por
La imaginación de ambos comenzó a construir un escenario paralelo donde cada detalle cobraba vida.En esa escena imaginada, Celeste estaba envuelta en una suave luz, permaneciendo de pie frente a él, su piel tan resplandeciente bajo la tenue iluminación como un diamante en bruto.Con admiración en los ojos, Thomoe se acercó a ella con un susurro apenas audible, pronunciando «Tete». Su corazón latía con fuerza ante la presencia de la mujer que habitaba tanto en sus sueños como en sus pesadillas.Con un gesto delicado, Thomoe tomó el rostro de Celeste entre sus manos y la besó con una pasión ardiente e inimaginable. Aunque conscientes de que era solo una ilusión, ansiaban fundirse en un beso que pudiera alterar el pasado y reescribir el futuro. Sus labios buscaban ansiosamente el contacto, como un sediento en busca de agua en el desierto.Con suavidad, Thomoe la llevó hacia la cama y la recostó, admirando cada curva de su cuerpo desnudo. Con un suspiro de deleite, Thomoe separó las pier
Celeste, con el proyecto en sus manos, lo envió por correo electrónico después de una larga revisión. Había sido rechazado inicialmente cuando lo entregó al profesor en el autobús, así que se dedicó a corregirlo meticulosamente.—Listo profesor, este es mi proyecto terminado. Por favor, deme una buena calificación —escribió Celeste, adjuntando el proyecto al correo.Después de unos momentos de ansiosa espera, recibió una respuesta de Thomoe:—Tu proyecto es muy bueno, pero aún faltan algunos detalles por pulir. Te he añadido algunas anotaciones en rojo; corrígelas y veremos si tu calificación mejora. Por ahora, tienes un 7.«No puede ser. ¿Acaso no lo hice bien? Debería dejar de fantasear tanto con él y concentrarme en mejorar mis notas» pensó Celeste, sintiendo una mezcla de frustración y desilusión.Decidió abordar el problema y comenzó a redactar un nuevo mensaje:—No me parece justo un 7. A propósito, usted disfrutó de una ll
—Celeste, quiero que cuando llegues a mi casa firmes un acuerdo de confidencialidad —pronunció Thomoe, con una mirada seria y penetrante.—¿Confidencialidad? —le cuestionó Celeste, mostrando un ligero gesto de confusión en su rostro.—Soy tu profesor, ¿lo recuerdas? Si se enteran de que me acuesto con mi alumna, me irá mal. Así que no quiero que tu boca bonita se abra para divulgarlo. Solo digamos que es por mi seguridad —confesó Thomoe con una expresión preocupada en su semblante.—Yo sé guardar un secreto, jamás diría lo que pase entre usted y yo hagamos en la intimidad. «Nada me gustaría más que creer en ti» pensó Thomoe, observando atentamente los ojos de Celeste en busca de sinceridad.—Y yo sé compensar muy bien a las niñas lindas como tú —añadió Thomoe, esbozando una sonrisa sutil que reflejaba cierta malicia.Thomoe acarició con suavidad la mejilla de Celeste, provocando que ella sintiera un ligero escalofrío.
Thomoe se apartó de ella, sus ojos oscuros brillaban con intensidad mientras comenzaba a aflojar su corbata, pero con la elegancia propia de un hombre acostumbrado al control.Celeste se quedó paralizada, sintiendo el peso de su mirada sobre ella. Su mente se llenó de confusión y nerviosismo, sin encontrar la respuesta adecuada a la situación.—¿Por qué aún estás vestida? —inquirió Thomoe con voz ronca, mientras rodeaba la cintura de Celeste con firmeza antes de llevar sus labios a los de ella en un beso ardiente y dominante.La atrajo hacia sí con una fuerza irresistible, sus manos explorando cada contorno de su cuerpo mientras sus labios se movían con ferocidad, como si quisiera devorarla por completo. Cada beso era una promesa de pasión desenfrenada, como si el tiempo se detuviera a su alrededor.—Tete, mi Tete —susurró Thomoe con voz ronca y ojos llenos de deseo, sintiéndose completamente cautivado por Celeste en ese momento íntimo.
Thomoe la tomó de la mano con delicadeza y la giró lentamente, admirando cada detalle de su rostro al verla de frente.—Eres tan hermosa —susurró Thomoe con admiración, su voz estaba llena de reverencia por la belleza de Celeste.Los ojos de Celeste brillaban con un resplandor único, como pequeños zafiros centelleantes que reflejaban la luz de la luna.Thomoe se acercó a ella con pasos cautelosos, como si temiera romper la magia del momento, y la besó con una ternura que parecía envolverlos en un halo de amor.—Thomoe... —la voz de Celeste temblaba ligeramente, su corazón latía con fuerza contra su pecho mientras pronunciaba su nombre, cada sílaba cargada de emoción y deseo.Los labios de Thomoe exploraban cada centímetro del cuerpo de Celeste con una devoción reverente, dejando un rastro húmedo y cálido desde su cuello esculpido hasta el valle entre sus pechos, y más allá, descendiendo lentamente hasta llegar a su intimidad, donde la pa