—¿Por qué llegaste tan tarde? —inquirió Dan, con una arruga en la frente, ansioso por saber dónde había estado su hermano mayor. —¿Por qué te importa? —respondió Thomoe con desinterés, desviando la mirada como si la conversación no mereciera su atención. Alberto observó con inquietud. «Si así trata a su hermano... Este hombre me intimida», pensó, frunciendo el ceño ante la actitud fría de Thomoe. —¡Qué adorable pareja hacen! —exclamó Alma con una sonrisa en los labios, sin sospechar que Thomoe y Dan eran hermanos, mientras los miraba con admiración. —Siéntate a mi lado —invitó Dan a Thomoe con una sonrisa amable, lo que hizo que Alma imaginara aún más romances entre ellos. A pesar de la negativa inicial de Thomoe, al final cedió con una mueca de resignación y se sentó junto a su hermano, justo donde quedaban dos asientos vacíos. Alma tomó asiento al otro lado de Dan, mientras Celeste cruzaba el umbral de la cocina, sus ojos se encontraron con los de Thomoe, quien no la había de
—No es justo, realmente quería acabar —pensó triste Celeste mientras observaba con desánimo la habitación. Con pasos apresurados, Celeste se dirigió hacia su recámara, deseando escapar del ambiente tenso que se palpaba en la casa antes de que sus padres comenzaran otra de sus acaloradas discusiones. Agarró su computadora portátil y se dejó caer pesadamente en el sofá, buscando refugio en la pantalla. Al ver un correo del profesor parpadeando, frunció el ceño y murmuró para sí: —¿Qué es esto? —Espero que te sea útil —leyó Celeste en voz alta, sintiendo cómo las palabras del profesor resonaban en su mente. Con curiosidad, abrió el archivo adjunto. Su corazón latía con fuerza mientras el video cargaba, y pronto sus ojos se fijaron en lo que ocurría debajo de la mesa durante la reunión. Su boca se entreabrió al verlo. Era real, todo lo que había imaginado, y ahora tenía pruebas tangibles. —No puede ser... —murmuró, cerrando de golpe la computadora, respirando agitadamente. Dudó por
La imaginación de ambos comenzó a construir un escenario paralelo donde cada detalle cobraba vida.En esa escena imaginada, Celeste estaba envuelta en una suave luz, permaneciendo de pie frente a él, su piel tan resplandeciente bajo la tenue iluminación como un diamante en bruto.Con admiración en los ojos, Thomoe se acercó a ella con un susurro apenas audible, pronunciando «Tete». Su corazón latía con fuerza ante la presencia de la mujer que habitaba tanto en sus sueños como en sus pesadillas.Con un gesto delicado, Thomoe tomó el rostro de Celeste entre sus manos y la besó con una pasión ardiente e inimaginable. Aunque conscientes de que era solo una ilusión, ansiaban fundirse en un beso que pudiera alterar el pasado y reescribir el futuro. Sus labios buscaban ansiosamente el contacto, como un sediento en busca de agua en el desierto.Con suavidad, Thomoe la llevó hacia la cama y la recostó, admirando cada curva de su cuerpo desnudo. Con un suspiro de deleite, Thomoe separó las pier
Celeste, con el proyecto en sus manos, lo envió por correo electrónico después de una larga revisión. Había sido rechazado inicialmente cuando lo entregó al profesor en el autobús, así que se dedicó a corregirlo meticulosamente.—Listo profesor, este es mi proyecto terminado. Por favor, deme una buena calificación —escribió Celeste, adjuntando el proyecto al correo.Después de unos momentos de ansiosa espera, recibió una respuesta de Thomoe:—Tu proyecto es muy bueno, pero aún faltan algunos detalles por pulir. Te he añadido algunas anotaciones en rojo; corrígelas y veremos si tu calificación mejora. Por ahora, tienes un 7.«No puede ser. ¿Acaso no lo hice bien? Debería dejar de fantasear tanto con él y concentrarme en mejorar mis notas» pensó Celeste, sintiendo una mezcla de frustración y desilusión.Decidió abordar el problema y comenzó a redactar un nuevo mensaje:—No me parece justo un 7. A propósito, usted disfrutó de una ll
—Celeste, quiero que cuando llegues a mi casa firmes un acuerdo de confidencialidad —pronunció Thomoe, con una mirada seria y penetrante.—¿Confidencialidad? —le cuestionó Celeste, mostrando un ligero gesto de confusión en su rostro.—Soy tu profesor, ¿lo recuerdas? Si se enteran de que me acuesto con mi alumna, me irá mal. Así que no quiero que tu boca bonita se abra para divulgarlo. Solo digamos que es por mi seguridad —confesó Thomoe con una expresión preocupada en su semblante.—Yo sé guardar un secreto, jamás diría lo que pase entre usted y yo hagamos en la intimidad. «Nada me gustaría más que creer en ti» pensó Thomoe, observando atentamente los ojos de Celeste en busca de sinceridad.—Y yo sé compensar muy bien a las niñas lindas como tú —añadió Thomoe, esbozando una sonrisa sutil que reflejaba cierta malicia.Thomoe acarició con suavidad la mejilla de Celeste, provocando que ella sintiera un ligero escalofrío.
Thomoe se apartó de ella, sus ojos oscuros brillaban con intensidad mientras comenzaba a aflojar su corbata, pero con la elegancia propia de un hombre acostumbrado al control.Celeste se quedó paralizada, sintiendo el peso de su mirada sobre ella. Su mente se llenó de confusión y nerviosismo, sin encontrar la respuesta adecuada a la situación.—¿Por qué aún estás vestida? —inquirió Thomoe con voz ronca, mientras rodeaba la cintura de Celeste con firmeza antes de llevar sus labios a los de ella en un beso ardiente y dominante.La atrajo hacia sí con una fuerza irresistible, sus manos explorando cada contorno de su cuerpo mientras sus labios se movían con ferocidad, como si quisiera devorarla por completo. Cada beso era una promesa de pasión desenfrenada, como si el tiempo se detuviera a su alrededor.—Tete, mi Tete —susurró Thomoe con voz ronca y ojos llenos de deseo, sintiéndose completamente cautivado por Celeste en ese momento íntimo.
Thomoe la tomó de la mano con delicadeza y la giró lentamente, admirando cada detalle de su rostro al verla de frente.—Eres tan hermosa —susurró Thomoe con admiración, su voz estaba llena de reverencia por la belleza de Celeste.Los ojos de Celeste brillaban con un resplandor único, como pequeños zafiros centelleantes que reflejaban la luz de la luna.Thomoe se acercó a ella con pasos cautelosos, como si temiera romper la magia del momento, y la besó con una ternura que parecía envolverlos en un halo de amor.—Thomoe... —la voz de Celeste temblaba ligeramente, su corazón latía con fuerza contra su pecho mientras pronunciaba su nombre, cada sílaba cargada de emoción y deseo.Los labios de Thomoe exploraban cada centímetro del cuerpo de Celeste con una devoción reverente, dejando un rastro húmedo y cálido desde su cuello esculpido hasta el valle entre sus pechos, y más allá, descendiendo lentamente hasta llegar a su intimidad, donde la pa
Después de dejar a Celeste en su casa, Thomoe regresó a la suya y se dirigió a su habitación para cambiar las sábanas manchadas por unas nuevas, llenando el aire con el suave aroma a detergente mientras realizaba la tarea doméstica para distraer su mente de los pensamientos que lo atormentaban. Sin embargo, la sensación de vacío persistía, impidiéndole conciliar el sueño.—¿Por qué no puedo dormir de una vez? —se preguntó Thomoe, molesto, bajo la débil luz de la lámpara de noche.Cada vez que cerraba los ojos, veía a Tete entre sus brazos, recordando cada detalle de su rostro, cada gesto, cada risa compartida.—¡Ah! —exclamó con frustración y se sentó en la cama, mientras el crujir de los resortes llenaba la habitación. Caminó de un lado a otro, como si pudiera alejar los recuerdos que lo atormentaban, pero luego, exhausto, regresó a la cama. Eran las 5 de la mañana y no había dormido nada. A pesar de su cansancio, no lograba conciliar el sueño hasta que se obligó a sí mismo a hacer