Thomoe susurró con un tono juguetón:—Oh, Tete, relájate, no respondo de mis actos —habló con una sonrisa traviesa—. Aún estamos en la discoteca, no quiero que nos vean.—Sí —respondió Celeste, asintiendo con la cabeza mientras recargaba su cabeza en el pecho de Thomoe, sintiendo su respiración agitada.Una vez que las puertas del auto se cerraron, ella se impulsó sobre él, ansiosa por más.—Thomoe, ya no resisto más, ayúdame por favor —rogó, casi suplicante.—Qué mandona eres, cariño. No puedes esperar hasta llegar a nuestra casa —respondió Thomoe con una sonrisa pícara.—¿Nuestra casa? —se sorprendió Celeste, alzando una ceja—. Pues tu amigo me dice otra cosa —murmuró, comenzando a mover sus caderas en círculos, sintiendo la tensión crecer entre ellos.—¿Estás segura de que quieres hacerlo aquí? —preguntó Thomoe, besándola debajo de la oreja y luego mordiéndola ligeramente.—Sí, sí quiero que lo hagamos aquí —afirmó Celeste.Celeste liberó a Thomoe de las ataduras de su pantalón, y
Mientras viajaban en el auto, Mónica y Dan compartían risas.Mónica jugueteaba con su cabello mientras conversaban, sus ojos brillaban con alegría.—¿Ya mero llegamos, cariño? Cuando lleguemos, te llenaré la bañera para que te des un buen baño con agua helada —anunció Dan, con cariño, mientras conducía con una mano y acariciaba la mano de Mónica con la otra.Mónica respondió con una sonrisa traviesa.—No, Dan, te quiero a ti, no un baño.La risa de Dan llenó el espacio del auto.—Solo bromeo, cariño —dijo, con una mirada cómplice hacia Mónica.Monica negó con la cabeza, divirtiéndose con la situación.—No, tú me quieres dar un baño y yo no quiero.—Mónica, ¿crees que despreciaría mi comida favorita? —preguntó Dan, con un tono juguetón, mientras giraba ligeramente la cabeza hacia ella.—¿Soy tu comida favorita? —preguntó Mónica, con una expresión juguetona y una chispa traviesa en sus ojos.—Tu sabor es mejor que la comida que prepara la madre de Celeste, y tus labios, mejor que la mar
Mónica sonrió, abrumada por la alegría que llenaba su corazón ante la confirmación de los sentimientos mutuos.—¿Por qué soy buena en esto? —preguntó Mónica, con una expresión de curiosidad en su rostro.—Eso es lo de menos. Incluso si fueras mala en esto, no cambiaría lo que siento por ti —aseguró Dan, con una sonrisa cálida.—Entonces, ¿eso significa que me amarías aunque estuviera gorda y desfigurada? —preguntó Mónica, con un tono de incredulidad en su voz.Dan soltó una carcajada, conmovido por la ternura y la inseguridad de Mónica.—¿De qué te ríes? —preguntó Mónica, intrigada por la reacción de Dan.—Eso es lo que más me gusta de tí —respondio Dan.Dan se tomó un momento para apreciar la expresión de Mónica, la forma en que sus ojos brillaban con incredulidad y diversión ante su comentario.—¿Que estoy gorda y desfigurada? ¿Dan, necesitas lentes? —preguntó Mónica, con un tono juguetón y una sonrisa traviesa, mientras levantaba una ceja con picardía.Dan dejó escapar una risa sua
Celeste se levantó de la cama con un sobresalto al darse cuenta de la hora.—Rayos, ¡rayos! ¡Es muy tarde! —exclamó, apresurándose a ponerse de pie.Sin embargo, su prisa resultó en un tropezón y, antes de darse cuenta, estaba en el suelo con un leve quejido de dolor.—¡Ay, mi trasero! —se lamentó mientras se sobaba la zona adolorida, sintiendo cada músculo resentido por la inesperada caída.Thomoe, que había estado cerca, se apresuró a socorrerla con una mezcla de preocupación y diversión en su rostro.—¿Estás bien? ¿Necesitas que te sobe? —preguntó, ofreciendo su ayuda con una sonrisa amable.Celeste, aún sintiendo el dolor, no pudo evitar reírse ante la oferta de Thomoe.—Thomoe, es muy tarde. Tengo clase, pero me duele todo el cuerpo. ¡Tú tienes la culpa, no me dejaste dormir en toda la noche! —se quejó con una mueca divertida mientras se incorporaba.Thomoe rió, disfrutando de la situación.—¡Bien que te gustó! —bromeó Thomoe, mostrando su lado bromista.Celeste rodó los ojos con
Monica apareció de repente y abrazó a Celeste con entusiasmo, provocando una risa entre sorprendida y divertida de su amiga.—¡Ay, duele! —exclamó Celeste mientras intentaba liberarse del abrazo juguetón de Monica.Dan observó la escena con una sonrisa cómplice.—Ustedes parecen dos niñas pequeñas —comentó, divertido por la efusividad de las chicas.—Pero hermosas —añadió Monica con una sonrisa, lanzándole un guiño a Dan, quien correspondió con una mirada afectuosa.—¿De qué te ríes? —preguntó Mónica, curiosa por la sonrisa de Dan.—De nada, se ven lindas —respondió Dan con sinceridad—. Me saltaré las clases; Thomoe quiere que vaya a las empresas Garrett.Monica hizo una mueca de decepción.—No te veré hoy en todo el día —lamentó, resignada ante la ausencia de Dan.Dan la tranquilizó con una promesa.—Vendré a recogerte, linda —aseguró con cariño.Celeste sonrió ante la interacción entre Dan y Monica.—Dios, qué miedo —bromeó, fingiendo dramatismo ante la despedida de Monica.—Adiós,
Wilson se detuvo por un momento, sus ojos reflejaban una mezcla de duda y melancolía mientras miraba a Celeste.—Hmm, tal vez... Adiós, Celeste —sus palabras sonaron indecisas, como si estuviera luchando con sus propios pensamientos.Confundida por su respuesta ambigua, Celeste buscó desesperadamente una explicación.—Espera, ¿qué quieres decir con «tal vez»? ¿Sabes quién soy? Por favor, dime —rogó, con una mirada ansiosa y esperanzada.Wilson la miró con cierta tristeza, como si recordara algo lejano y significativo.—Sí, eres Celeste Morris para los que te quieren Tete Morris —confirmó, su voz cargada de nostalgia y remordimiento.La mención del apellido hizo que Celeste frunciera el ceño, tratando de reconectar con su pasado olvidado.—Morris... ¿Morris? —repitió, su voz cargada de confusión y sorpresa mientras luchaba por recordar.Wilson simplemente se dio la vuelta, dejando tras de sí un rastro de incertidumbre y misterio, y se despidió con un simple «adiós linda», como si lleva
Thomoe miró a Dan con preocupación, con su voz cargada de inquietud mientras preguntaba por el estado de la madre de Dan.—¿Cómo está ella? —inquirió, su tono reflejando su preocupación por la difícil situación.Dan, con gesto sombrío, compartió la cruda realidad con Thomoe, mostrando su preocupación por su madre.—Mal. Ha perdido mucha sangre —respondió con pesar, cargado de preocupación por el estado crítico de su madre.Thomoe, buscando cambiar el rumbo de la conversación, se interesó en saber si Dan había seguido sus indicaciones.—¿Lograste hacer lo que te pedí? —preguntó, esperando una respuesta afirmativa.Dan asintió con convicción, dejando en claro su lealtad hacia Thomoe.—Sí, hice lo que me pediste. No revelé el paradero de Tete, los despisté y los envié a otro lugar —confirmó, recordando su compromiso con Thomoe.Sin embargo, Dan compartió con Thomoe una nueva preocupación que lo abrumaba.—Pero surgió otro problema —añadió, con su tono reflejando la gravedad de la situaci
Thomoe miró a Celeste con una expresión seria, indicando la gravedad de la situación.—¿En verdad quieres saber quién es Tete Morris? —preguntó, dando a entender que lo que estaba a punto de revelar podría cambiarlo todo entre ellos.Sin esperar una respuesta, Thomoe añadió con urgencia: —Ven conmigo.—¿A... a dónde? —inquirió Celeste, con una mezcla de curiosidad y nerviosismo en su voz.—Te mostraré una parte de ella —dijo Thomoe, comenzando a caminar hacia la puerta de su oficina. —Confía en mí.—Pero estoy en clase —protestó Celeste, aunque la curiosidad y la importancia del momento la hicieron ceder. —Vamos.Thomoe salió primero de la oficina, sujetando la puerta para que Celeste lo siguiera. Ambos caminaron en silencio hacia el estacionamiento, donde Thomoe condujo el camino hacia un destino desconocido para Celeste.Llegaron al departamento de Dan. Al entrar, Celeste miró alrededor, desconcertada.—¿Dónde estamos? —preguntó mientras observaba el ambiente familiar pero ajeno.—E