Celeste se inclinó hacia él, dispuesta a ofrecerle todo su apoyo en aquel momento difícil, sintiendo la solemnidad de aquella promesa que pendía en el aire como una promesa sagrada.—¿Qué cosa?— preguntó Celeste, con la voz suave y reconfortante, como un bálsamo para el alma herida de Thomoe.—Nunca vas a desconfiar de este amor que te tengo, Tete te estoy abriendo mi corazón y si de nuevo es quebrado, no lo soportaré —imploró Thomoe, con la vulnerabilidad al descubierto, como si aquellas palabras fueran la última línea de defensa contra la desolación.Las palabras de Thomoe resonaron en el corazón de Celeste, quien respondió con firmeza y sinceridad, sintiendo un torrente de emociones fluir a través de ella.—Entonces tú no dudes que te amo, Profesor, yo solo tengo ojos para ti, solo no me ocultes nada y confía en mí —afirmó Celeste con convicción, dejando claro su compromiso inquebrantable hacia Thomoe.Thomoe la miró con gratitud, sintiendo un peso levantarse de sus hombros al reci
Por la mañana siguiente Thomoe estiró los brazos en alto y soltó un sonido de satisfacción.—Despierta, cariño. ¿Cómo te sientes? —preguntó Thomoe—Muy bien, cariño. Estoy muy adormilada. Déjame dormir un poco más —pidió celeste mientras se dejaba abrazar por Thomoe—No, querida. Levántate ya o llegarás tarde a la universidad.—Está bien. Anoche no actuaste como un profesor mandón —Se quejó Celeste—Anoche mi alumna favorita... Se movía con desesperación mientras estábamos juntos. Así que no tenía por qué quejarme, pero esta alumna es la más destacada de la clase.—¿Y qué con eso? Quiero dormir más, por favor —suplicó.—¿Y qué?—Sí, déjame dormir y te daré otro round— dijo Celeste, con un tono perezoso pero coqueto.—¿No recuerdas que te van a lanzar al Pentatlón académico?— recordó Thomoe, con una nota de preocupación en su voz.—Sí, soy la más brillante —afirmó Celeste con confianza y orgullo.—Y hermosa —añadió Thomoe, con una sonrisa juguetona.—Y simpática —agregó Celeste, resalt
Celeste bostezó, luchando contra el cansancio que la invadía mientras intentaba mantenerse despierta.—Qué sueño tengo —murmuró Celeste, su voz apenas audible por el agotamiento que sentía.Dan la miró con preocupación, tratando de mantenerla despierta.—No te duermas —le dijo Dan con voz firme, tratando de mantenerla alerta.Celeste frunció el ceño, sintiendo un fuerte dolor de cabeza que la atormentaba.—Me duele mucho la cabeza —se quejó Celeste, llevándose una mano a la sien en un gesto de incomodidad.Monica, preocupada por la situación, se acercó para ofrecer su ayuda.—¿De nuevo? —preguntó Monica con una expresión de preocupación en el rostro, recordando las veces anteriores que Celeste había sufrido de dolores de cabeza.Dan, intrigado por la mención de Monica, buscó más información sobre el tema.—¿De nuevo? —le preguntó Dan a Monica, esperando entender mejor la situación.Monica asintió, compartiendo su preocupación por la recurrente dolencia de Celeste.—Sí, sus papás cuand
Después del enfrentamiento con Wilson, la tensión en el aire comenzó a disiparse poco a poco. Celeste se frotaba la mano adolorida, buscando alivio al dolor mientras su furia aún bullía en su interior.—¡Maldito! —exclamó, expresando su frustración hacia Wilson.Preocupada por su amiga, Celeste se acercó rápidamente para consolarla.—¿Hermanita, estás bien? —preguntó con cariño.Mónica asintió, intentando tranquilizar a Celeste.—Sí, estoy bien. Es solo un tonto —respondió Mónica, tratando de restar importancia al incidente.Thomoe, percibiendo la incomodidad en la atmósfera, se aproximó para asegurarse de que estuvieran bien.—¿Están bien? —preguntó con tono preocupado.Celeste y Mónica confirmaron que estaban bien, aunque Celeste admitió que le dolía la mano.Dan, tratando de aligerar el ambiente, hizo un comentario ligero.—Eres delicada —bromeó con una sonrisa.Celeste le devolvió una sonrisa, agradecida por su apoyo.—Estoy bien —respondió, intentando dejar atrás el incidente.De
—Me duele mucho la cabeza —confesó Celeste para sí misma, sintiendo un intenso dolor.Con una expresión de angustia, Celeste se presionó la cabeza con fuerza, luchando contra el dolor que la abrumaba.Corrió al baño y se inclinó sobre el lavamanos, vomitando debido a la intensidad del malestar.—Me siento fatal —murmuró, mientras luchaba contra las náuseas.Decidida a aliviar su dolor, Celeste bajó a la cocina y buscó pastillas. Tras encontrarlas, se tomó dos aspirinas y se dirigió a su habitación.Se recostó en la cama y se colocó paños de agua fría en la parte trasera de la cabeza, en un intento por calmar el dolor. Exhausta, finalmente se dejó vencer por el malestar y cayó en un profundo sueño.En su sueño, Celeste se encontraba en un parque, donde se topó con un joven Thomoe, cuyo rostro no lograba ver con claridad.—¿Por qué lloras? —preguntó Thomoe con gentileza, notando la tristeza en el rostro de Celeste.—¿Quién eres tú? —preguntó Celeste con curiosidad, observando a Thomoe.
Mónica y Celeste dejaron de moverse al ritmo de la música y regresaron a su mesa, buscando un merecido descanso después de tanto baile.—Tengo mucha sed, me he cansado mucho. Hace tiempo que no me divertía de esta manera —comentó Celeste, sintiendo la necesidad de hidratarse.—Ve por algo de beber, yo te acompaño —ofreció Monica, notando la fatiga en su amiga.—Gracias. Sí, es cierto, casi siempre venimos al mismo lugar a escondidas de nuestros padres, pero hoy se siente diferente —reflexionó Celeste, sintiendo una extraña atmósfera en el ambiente.Ambas bebieron todo el contenido de sus vasos, sin dejar ni una sola gota.—¡Qué raro sabe esto! —observó Monica, arrugando la nariz al probar su bebida.—Sí, como si la piña estuviera pasada. Es extraño, pedimos sin alcohol, pero comienzo a sentirme mareada —comentó Celeste, sintiendo una ligera sensación de vértigo.Mientras tanto, desde lejos, Pricila observaba la escena con una expresión de desprecio.—Ahora sí, Celeste Morris, me la va
Thomoe susurró con un tono juguetón:—Oh, Tete, relájate, no respondo de mis actos —habló con una sonrisa traviesa—. Aún estamos en la discoteca, no quiero que nos vean.—Sí —respondió Celeste, asintiendo con la cabeza mientras recargaba su cabeza en el pecho de Thomoe, sintiendo su respiración agitada.Una vez que las puertas del auto se cerraron, ella se impulsó sobre él, ansiosa por más.—Thomoe, ya no resisto más, ayúdame por favor —rogó, casi suplicante.—Qué mandona eres, cariño. No puedes esperar hasta llegar a nuestra casa —respondió Thomoe con una sonrisa pícara.—¿Nuestra casa? —se sorprendió Celeste, alzando una ceja—. Pues tu amigo me dice otra cosa —murmuró, comenzando a mover sus caderas en círculos, sintiendo la tensión crecer entre ellos.—¿Estás segura de que quieres hacerlo aquí? —preguntó Thomoe, besándola debajo de la oreja y luego mordiéndola ligeramente.—Sí, sí quiero que lo hagamos aquí —afirmó Celeste.Celeste liberó a Thomoe de las ataduras de su pantalón, y
Mientras viajaban en el auto, Mónica y Dan compartían risas.Mónica jugueteaba con su cabello mientras conversaban, sus ojos brillaban con alegría.—¿Ya mero llegamos, cariño? Cuando lleguemos, te llenaré la bañera para que te des un buen baño con agua helada —anunció Dan, con cariño, mientras conducía con una mano y acariciaba la mano de Mónica con la otra.Mónica respondió con una sonrisa traviesa.—No, Dan, te quiero a ti, no un baño.La risa de Dan llenó el espacio del auto.—Solo bromeo, cariño —dijo, con una mirada cómplice hacia Mónica.Monica negó con la cabeza, divirtiéndose con la situación.—No, tú me quieres dar un baño y yo no quiero.—Mónica, ¿crees que despreciaría mi comida favorita? —preguntó Dan, con un tono juguetón, mientras giraba ligeramente la cabeza hacia ella.—¿Soy tu comida favorita? —preguntó Mónica, con una expresión juguetona y una chispa traviesa en sus ojos.—Tu sabor es mejor que la comida que prepara la madre de Celeste, y tus labios, mejor que la mar