La reunión fue un rotundo éxito y un nuevo día había llegado. Me alegraba que Jean estuviera planeando crecer por su propia cuenta, sin tener ninguna responsabilidad en cuanto a su apellido.Había salido del trabajo mucho antes de lo previsto, y cuando llegué a casa me topé de lleno con Salomé.—Había olvidado por completo que existías —soltó, cruzada de brazos—. ¿Cómo te va en tu nuevo trabajo? ¿Ya la cagaste?—De hecho, Jean me trata muy bien en comparación tuya —respondí, orgullosa de mis palabras.Caminé, pasando por su lado porque deseaba llegar a mi habitación y darme un baño para quitarme el cansancio. Pero Salomé me detuvo, sosteniendo mi brazo.—Ni se te ocurra escapar —ordenó—. ¿Qué buscas con Jean? Te dije que me interesa.—Hermana, lo has visto una sola vez —reproché, frunciendo el ceño—. ¿Cómo puedes decir eso?—Dos veces —corrigió—. Puede gustarme quien me dé la gana, Aurora. ¿No eres tú la que cree en el amor a primera vista? —se burló.Me solté de su agarre y tensé la
No pude dormir en toda la noche pensando en la cita que tendría con Jean. Él acordó en explicarme los detalles en la oficina, pues anoche lo habían llamado y tuvo que regresar a su casa de imprevisto.Me preguntaba qué había pasado.Suspiré, encontrándome con Sakura en la entrada.—Claramente acabo de llegar tarde —mencionó ella, rascándose la nuca—. Anoche me quedé viendo un maratón de mi serie favorita.La mujer caminó a mi lado hasta la recepción, en donde había un hombre cruzado de brazos y mirándola con las cejas inclinadas. Estaba molesto, eso era obvio.No sabía quién era, pero llevaba un traje formal elaborado y eso lo solían tener los directores ejecutivos.—Sakura, es la primera vez que llegas tarde, por lo que te lo dejaré pasar. No fue ningún gusto haberte cubierto en estos treinta minutos —habló el hombre, con seriedad.Su cabello castaño estaba bastante corto, usaba lentes que cubrían sus verdosos y a penas notorios ojos. Estaba cruzado de brazos, sin mostrar algún indic
*Narrado por Jean*Aurora se había ido, dejándome con su hermana, la cual me veía con una expresión seductora que me provocó una incomodidad increíble.Saber que me estaba buscando por su cuenta y no porque tuviéramos que atender un asunto de negocios, me causaba escalofríos.Ya me imaginaba la clase de persona que era desde el día en que vi que era capaz de lanzar a su hermana a la boca de un lobo feroz.—Jean, estoy muy feliz de volver a verte —soltó, sentándose frente a mí.Apoyó ambos antebrazos sobre el escritorio para apretujar la zona de su escote y provocarme, pero yo no iba a prestarle atención a esos detalles.Tenía orgullo y me gustaba otra mujer. No importaba que no fuéramos nada, no me iba a dejar llevar por una cualquiera que solo buscaba su propio bienestar.—Cuéntame, Salomé. ¿Qué deseas discutir? Soy todo oídos, siempre y cuando se trate de ambas empresas —pregunté, juntando mis manos.—Oye, tampoco seas tan seco conmigo... —se quejó, haciendo un puchero infantil—. Te
Era miércoles y me encontraba en casa arreglándome para la cita que tendría con Jean.Estaba muy nerviosa, porque no le comenté nada a mis padres de que saldría esa misma noche. Esperaba que actuaran como siempre y no les importara a dónde fuera.Me mordí el labio, viéndome en el espejo de mi habitación. Me giré en todas direcciones para apreciar mejor mi figura, no estaba voluminosa como Salomé, pero por lo menos tenía buena cintura.Tenía puesto unos jeans muy pegados que hacían notar mis delgadas piernas. Mis glúteos no eran muy grandes, del tamaño promedio, y mis pechos eran firmes, ni muy grandes, ni muy pequeños.La blusa manga corta me hacía ver guapa, estaba orgullosa de mi combinación de colores. Negro abajo, beige arriba. Dejé mi cabello suelto para que mis rulos se movieran de un lado a otro.Abrieron la puerta, haciendo que me sobresaltara por la sorpresa.—Aurora —Era Salomé, me inspeccionó de arriba a abajo—. ¿A dónde vas así vestida?Tragué saliva.De tantos días que el
Llevaba puesto un jean azul oscuro que reafirmaba sus trabajadas piernas, una camisa blanca y encima una chaqueta color café que le hacía resaltar esos oscuros ojos.—Uh, veo que no van a leer hoy y harán otras cositas —comentó Sara, con picardía.—Tu cabecita está muy corrompida, Sara Gil —reprochó Jean, rodando los ojos—. ¿Nos vamos? —Me miró.Yo me había quedado hipnotizada viéndolo, por alguna razón noté que estaba más guapo que los días anteriores. O bueno, cada vez mis ojos lo veían mejor.Me estaba metiendo en un pozo sin fondo del cual me costaría salir...—Eh, sí —respondí.—Que tengan una linda noche —expresó la mujer, saludándonos con la mano—. Aurora, verás que si te dejas llevar, pueden ocurrir cosas maravillosas —Me guiñó un ojo.Y de alguna manera sentí un deja vu con esas palabras. ¿En serio ese dicho era real? Negué con la cabeza, alejando todo pensamiento vergonzoso de ella.—Nos vemos —dijo Jean, tomando mi mano.Ese agarre fue suficiente para desencadenar una reacc
Me dejé llevar por los suaves labios de Jean, que se movían con delicadeza sobre los míos. La sensación era única e inexplicable.Me había robado un beso, pero no me molestaba. Mis ojos se cerraron para disfrutar más del mágico momento en donde la sutil música llegaba a mis oídos para volverlo mucho más apasionante.Nos separamos por falta de aire. Mi boca estaba entre abierta por lo agitada que se puso mi respiración y me concentré en ver los ojos de Jean, que emanaban un brillo inigualable gracias a las luces de la guirnalda encima de nosotros.Fue increíble, pero mis mejillas estaban ardiendo como nunca antes y mis manos temblorosas seguían apoyadas sobre sus hombros. Las bajé hasta colocarlas en su pecho.—Que no te hayas resistido me da una buena señal —habló, con un tono pícaro y divertido.—Y-yo... —balbuceé, mis palabras se estaban enredando sin salir.—No tienes que responder ahora mismo. Te daré tiempo para que lo proceses porque sé que fue muy repentino —comentó, quitando m
Llegué al edificio un poco asustada porque vería a Jean y oficialmente éramos pareja en secreto. Nadie podía enterarse, a excepción de nuestras amistades más cercanas.Me dejé caer en el mostrador de la recepción, logrando sorprender a Sakura por mi repentino comportamiento y es que no sabía cómo actuar cuando viera a Jean de nuevo.Recordar la calidez de sus labios me daba un escalofrío excitante que me generaba temor, por no saber controlar mis propias emociones en cuanto a eso.—¿Qué pasa? Andas como si no hubieras dormido nada —preguntó, con una leve risa piadosa.Tenía razón.No logré conciliar el sueño en toda la jodida noche de tanto pensar en Jean.¿Cómo es que una persona a parte de robarse tu corazón, también se robaba tu sueño?Me hacía falta investigar un poco más sobre eso para entenderlo. Bufé, sintiendo que mis ojos pesaban y picaban.—Fue una noche muy intensa —expresé, soltando una bocanada de aire.Me recompuse para no parecer una floja en las cámaras de seguridad. N
Los días pasaban y mis padres no soltaban la sopa sobre el acuerdo con los Zelaznog, por más que Salomé lo insistía en cada cena que teníamos juntos.Era mi día libre, y por desgracia el de ella también. Estaba en la casa en el momento en que bajé a desayunar.La castaña tenía puesta una pijama que por azares del destino seguía detallando su esbelta figura. Se encontraba sentada, esperando a que las sirvientas trajeran el desayuno.Mi madre también estaba presente, con los ojos metidos en el celular como solía ser todos los días.—¡Apúrense! ¡No se les paga para que tarden tanto! —se quejó mi hermana.La cocina quedaba al lado del comedor, por lo que las empleadas de la casa podían escuchar cada conversación, por más mínima que fuera.Yo me había vestido con una ropa casual porque planeaba ir a la biblioteca después de desayunar. Necesitaba despejar la mente por todo lo que me había sucedido con Jean.—Muero de hambre —añadió, sosteniendo su estómago bajo la mesa.Me senté, tratando d