Hanna se despertó en una sala de hospital con Maximiliano tomándola de la mano. El hombre la abrazó cuando notó que estaba despierta y este le suplicó perdón; apenas pudo. Hanna no sabía por qué hacía aquello, pero cuando los recuerdos volvieron a su mente, el temor se movió dentro de ella.— Maximiliano, Tiffany, Tiffany estaba en la fiesta, si va a casa y les dice a los niños… que…— Shhh, eso no va a pasar — Maximiliano la abrazó — ella no irá, hable con ella y fui muy claro, debe estar furiosa con el hecho de que sepa la verdad, así que no te preocupes — miró sus manos — ¿Estás bien? — cuestionó — el médico dijo que solo te desmayaste por cansancio, pero yo… yo no sabía que Tiffany conseguiría una invitación, lamento haberte dejado sola mi amor, de verdad que lo…— No te preocupes — Hanna se puso en pie o al menos lo intentó, ya que Maximiliano no se lo permitió —. Volvamos a casa, los niños están solos y si ella va, no sé qué… que podría pasar.— Tiffany no irá a nuestra casa — d
— ¿Qué se supone que es esto? — cuestionó Maximiliano cuando sus ojos se alejaron del documento en sus manos— Su nuevo discurso, por supuesto.— ¿Mío? — El hombre negó — yo no escribí esto, además, ¡esto es una sarta de mentiras! — advirtió — no voy a usar mi empresa de construcción para hacer ningún colegio y es imposible construir un parque cerca de la avenida treinta y dos.— Esto es campaña hijo — la voz de Anderson molestó mucho más a Maximiliano— que más das si es verdad o no, a nadie le importa.— A mí me importa — gruñó el hombre — me importa muchísimo y no voy a decir eso.El hombre desechó el documento frente a los de su asesora de prensa, notando al instante el disgusto en su expresión antes de darse media vuelta para abandonar la oficina. El hombre masajeó el puente de su nariz antes de comenzar a teclear un par de cosas en su computador.— Voy a escribir mis propios discursos desde ahora, no soy un inútil — miró a su suegro — ¿Planeas quedarte en mi oficina todo el día?
— ¿Está esperando a alguien, señora?Hanna jadeó cuando la empleada, con un vaso de zumo y unas píldoras, se acercó a ella, alejó sus ojos de la ventana, sonriendo forzadamente mientras trataba de mitigar el constante dolor de cabeza que llevaba horas soportando.— No, yo solo… Solo estaba aburrida — Hanna tomó las pastillas antes de mirar a la empleada una vez más —. ¿Están los niños bien?— Liam está en su habitación jugando videojuegos y Leila y ese niño…— Jhony— dijo Hanna sin poder evitarlo.— Exactamente, Jhony está jugando en el salón de juegos.— ¿El guardia de seguridad no ha dejado su puesto, verdad? — se cruzó de brazos —. ¿Nadie ha venido a casa, verdad?— No, señora, nadie ha estado aquí, ¿Sucede algo?— No, no es nada.Hanna suspiró, caminó hacia la planta superior y trató de calmarse mientras jugaba con los niños. Estaba preocupada, cansada de todo aquello e insoportablemente estresada. A la hora del almuerzo seguía sintiéndose demasiado mal como para comer, así que so
— Felicidades, Hanna — dijo su jefa mientras le besaba —. Escuché que ganaste el juicio y eso me hace muy feliz, es una excelente noticia.— Gracias de verdad que lamento haber faltado estos días, pero han sido semanas muy… Complicadas.— Lo comprendo mi niña, te dije que podías tomar el tiempo que necesitaras, aunque sería una mentirosa si no me alegrara que mi trabajadora estrella esté aquí.La chica agradeció aquel cumplido, había pasado una semana desde que las cosas habían sucedido. Hanna sabía que Maximiliano había echado a su padre del trabajo. También había interpuesto la demanda de divorcio contra Tiffany y solo faltaba que ella firmase. La mujer procedió a prepararse para comenzar su día de trabajo con un poco más de calma de la que había sentido después de que Tiffany apareciera en aquella fiesta.La mujer no sabía que le preocupaba más, si el hecho de que hiciera algo contra ella o que simplemente hubiera desaparecido. La chica se dijo que debía enfocarse en su trabajo. Di
Las primeras tres horas, Hanna no tuvo mucho problema para disociar su mente del hecho de que le había dado a su hijo a Henrry, pero cuando un cuarto de hora más pasó, su cabeza comenzó a maquinar un montón de escenarios que no le agradaron. La mujer miró su reloj y este marcaba las once y cuarto. Llevó una mano a su pecho, respirando calmadamente para tratar de controlar sus nervios antes de caminar hacia el teléfono de la sala.La mujer jadeó cuando marcó el número de su ex suegra; tardaron en contestar, pero cuando lo hicieron, Hanna no pudo ser lo suficientemente paciente como para ayudarla.— ¿Henrry ya está de vuelta con mi hijo?— ¿Hanna? — la mujer sonó sorprendida — qué haces llamando a esta hora, estábamos en la cama.— Entonces ya están de regreso — la chica llevó una mano a su pecho con alivio.— ¿Regreso?, de qué estás hablando, te volviste loca ahora que mi hijo te dejó.— No, señora... —Su voz se tensó — Henrry me dijo que… que llevaría a nuestro hijo a verla.— Hace má
Maximiliano corrió dentro de casa cuando escuchó el llanto de sus hijos venir desde las puertas, sus ojos se fruncieron cuando vieron a Liam abrazando a su hermana mientras su madre, la verdadera gritaba como una loca mientras fumaba un cigarrillo.— ¡Cierra la boca, niña estúpida! — exigió — ¡De verdad que eres insoportable!— ¡Tiffany! — Maximiliano gritó antes de alejar el cigarrillo de sus manos — ¡Te volviste loca!, que le estás haciendo a mis hijos.Maximiliano abrazó a su hija mientras acariciaba el cabello de su hijo. El hombre tragó con molestia un minuto antes de hablar o al menos intentarlo sin levantar muchas dudas, ya que los niños seguían presentes.— Deja de actuar así, vete a mi oficina ahora mismo y hablemos de este… comportamiento.— ¡No!, no voy a ir a tu mierda de oficina y lo que necesito es que alejes a estos molestos niños de mi vista.— Vete lejos de aquí, Tiffany — gruñó —. Los estás asustando, tú no eres así.— ¿Oh?, así que es eso lo que te preocupa— la muje
— No creo que esté robando, señor — el guardia de seguridad habló mientras seguían checando las cámaras de seguridad —. La señora… parece sin duda alguna nerviosa y no deja de mirar hacia la puerta. La cámara no es capaz de captar si hay alguien ahí, pero estoy casi seguro de que sí lo hay.Maximiliano masajeó su frente, miró su móvil intentando llamar a Hanna una vez más y fue exactamente eso lo que sucedió, se dijo. Su mirada se movió hacia la puerta donde su hijo estaba. Lidiar con todo aquello era complicado, así que prefería mantener a sus hijos lejos o al menos intentarlo, así que hizo una seña a la empleada para que se lo llevase.Caminó fuera de su despacho y no lo pensó mucho antes de tomar uno de sus autos y conducir con prisas hacia el único lugar que conocía y que esperaba, Hanna hubiera escogido para quedarse. Llegó a su departamento una hora después, lo pensó dos veces antes de tocar a la puerta.— ¡Hanna! Abre esa puerta, estoy aquí, ábreme, necesitamos hablar— golpeó c
— ¡Suéltame! —Hanna jadeó cuando fue tomada del cabello y lanzada a una habitación mientras su exmarido tomaba a su hijo de una mano para llevárselo lejos de ella.La mujer tembló tratando de golpear la polvorienta puerta de aquel lugar donde había sido empujada. El miedo se quemaba dentro de ella mientras esperaba que Tiffany no cometiera una locura. La mujer escuchó el llanto de su hijo venir desde otra de las habitaciones y maldijo una y mil veces su suerte.— ¡Suéltame, maldita sea!, ¡Henrry has cruzado la línea!, ¿acaso estás loco?La puerta fue pateada desde fuera, Hanna cayó sobre su trasero ante aquel repetido golpe y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando escuchó a su hijo llamarla. Sobre la voz furiosa de su padre.— Cierra la boca maldita sea, los hombres no gritan como magdalenas — tragó antes de enfocar sus palabras en Hanna — tú también, deja de gritar como una estúpida porque estás aquí justamente porque lo mereces.— ¿Lo merezco? — Hanna negó — no merezco esto y tú de