Definitivamente era masoquista. Lo era sin dudas porque nadie se dejaría tocar por la persona que lo había puesto en ese estado y él apenas pudiera moverse para responder. Como era el caso ahora. Las manos de Raven estaban ahora mismo sobre su cuerpo y él solo se podía limitar a enterrar sus garras en la columna de yeso detrás de su espalda y torturar su labio inferior con sus colmillos.

Se estaba volviendo y loco y más cuando los dedos de ella llegaron al borde de su ropa interior que apenas hacía algo para controlar su ahora disparado lívido.

-Oye Raven- ella no le respondió y el lobo chasqueó la lengua- ¿En serio no estás molesta conmigo? Porque me parece que estás haciendo esto para que yo sufra- se rio con incomodidad.

La loba alzó una ceja y lo miró por el rabillo del ojo.

-Si realmente quisiera castigarte como muchas veces mereces créeme que estaría haciendo todo menos esto- y acto seguido sus dedos bajaron la ropa interior y el miembro palpitante de L