El médico suspiró, resignado, y sacó el formulario de consentimiento para la cirugía.—¿Está segura de esto? Si durante la operación surgen problemas, podría ser complicado.—Doctor, confío en usted. De verdad.Tomé el bolígrafo y firmé rápidamente. 《Mi vida, yo puedo decidirla.》El médico aún quería decirme algo más, pero en ese momento se abrió la puerta de la consulta y un grupo de personas irrumpió gritando.Alguien me empujó con fuerza y perdí el equilibrio, golpeándome la frente contra la esquina del escritorio. Todo se volvió oscuro y sentí un líquido caliente deslizándose por mi rostro.Hemos pagado un dineral para que extirparan el tumor y ahora resulta que volvió a aparecer y necesitan realizar otra cirugía. ¡mentirosos, solo buscan obtener dinero!Intentaba levantarme, pero alguien pisó mi ropa y no podía soltarme. La oficina era un completo desorden hasta que, finalmente, llegaron los guardias de seguridad y lograron calmar la situación.De pronto, se oyó un grito: —¡Está
Mirando las espaldas de los dos, por fin entendí. No era de extrañar que nunca trajera a Sofía a casa, era obvio que temía que ella sufriera una reacción alérgica a su perro.La joven enfermera quiso detenerlo, pero la detuve.—Señorita Álvarez, ¿él es su esposo? ¡Esto es terrible!La enfermera, probablemente recién graduada, estaba indignada. Yo, en cambio, sacudí la cabeza. —No importa, es mejor que se vaya. Si se queda, tal vez me muera más rápido.Las mujeres detestamos enfadarnos. Quizás por haber aguantado en silencio durante estos tres años, mi cáncer haya reaparecido.El escándalo terminó y el médico pudo reanudar los preparativos para la cirugía. Tal vez sintiéndose culpable, al ver que mis indicadores estaban apenas dentro de lo aceptable, fui la primera cirugía del día. No sé si fue gracias al amuleto de la vecina, pero la cirugía resultó un éxito total. Al pensar en eso, ya no estaba enojada con Daniel. Él no era nada comparado con mi vida.En la UCI, solo sentía un dolor
Antes, Daniel no permitía que nadie tocara su teléfono, pero Sofía lo estaba haciendo, primero cuando la policía lo llamó y ahora ella volvió a responder:—Si no tienes nada importante que decir, cuelga. Porque estamos ocupados.Sofía se aseguró de que supiera que estaban juntos, enfatizando el “estamos”.—Dile que me llame cuando termine de ducharse.Mi voz temblaba por el dolor, y parecía que eso complacía a Sofía, cuyo tono se volvió muy alegre.—Cuando termine de ducharse todavía tendrá otras cosas que hacer, ¿crees que tendrá tiempo de llamarte? Si tienes algo que decirle a Daniel,, dímelo a mí, total es lo mismo que si lo dices él. Sonreí al pensar en lo creída que ella estaba. —Sofía, todos los gastos que hiciste en tu viaje a la Ciudad Azul son bienes gananciales, y esas fotos íntimas contigo y Daniel son prueba de un adulterio. Si decido demandar, ¿estás dispuesta a devolver ese dinero?Parecía que le toqué un punto sensible, porque su voz se elevó bastante.—Eres una inter
—Tú si eres cara dura, reclamarme a mí cuando tú dejaste tu trabajo y te fuiste de vacaciones con tu amante. ¡No tienes comparación!Tan pronto Daniel habló, supe de qué se trataba. Parecía que al final sus socios lo habían encontrado. Si mal no recuerdo, los diseños de este proyecto se habían cerrado hace tiempo, así que probablemente querían que los modificara.Sí, yo estaba a cargo de ese proyecto, pero enferme, estuve al borde de la muerte, y no tenía cabeza para el trabajo, así que Daniel le encargó a otros que hicieran mi proyecto y me mando a descontar todo el sueldo. Sí, originalmente tenía un sueldo por mi trabajo, pero ahora no tengo nada. Probablemente pensó que tendría que depender de él y que me rendiría. Pero se equivocó, no soy de las que se rinden, y además no hice nada mal.Cuando éramos novios, él nunca podía ganarme en una discusión. Ahora que estoy enferma y débil, pero de mente ágil y lúcida, él no tenía oportunidad. —¿Vienes a buscarme porque hay problemas c
Ya que había aceptado el trabajo, no quería perder el tiempo, después de todo necesitaba ganar dinero. Aunque me sentía débil físicamente por la cirugía, mi mente seguía tan lúcida como siempre. Cuando llamé a Lucía Vega, ella parecía sollozar al teléfono.—Camila, ¡por fin has venido a buscarme! Pensé que ya no te acordabas de mí.Lucía era la becaria que había contratado el año pasado y que luego se convirtió en mi asistente. Tenía un carácter algo impulsivo, pero era una persona honesta y entregada a su trabajo. Lo más importante es que sabía soportar la soledad, ya que gran parte del diseño se hace de forma individual, algo que la hacía muy apropiada para este puesto.Cuando me fui de la empresa, la recomendé a alguien, pero por lo visto, no le estaba yendo demasiado bien ahora. Me aclaré la garganta y le pedí que me enviara los planos y diseños del proyecto del Grupo Limo.Ella dudó un poco. —Camila, ¿no dijiste que habías dejado ese caso? Temo que no quieran dármelos. Diles que l
Desde que comencé a trabajar, sentí que mi energía había mejorado un poco. Lo más importante es que por fin tengo un salario. Ayer, de manera excepcional, el departamento financiero me pagó el sueldo base de un mes, ¡veinte mil pesos, una fortuna para mí! No me cuestioné por qué me dieron el salario base después de solo tres días de trabajo, total, a Daniel no le falta el dinero.Transferí de inmediato diez mil a Valentina. Ella tenía que llevar dos comidas al día, era un trabajo agotador. Aunque su sueldo no era malo, tenía que cuidar de su abuela, y encima de eso, de mí. Realmente era muy difícil para ella. Lamentablemente, no aceptó el dinero y, en su lugar, me regañó acaloradamente en la habitación del hospital.—¿Qué quieres decir con darme dinero? Si no tienes al menos un par de millones, ni se te ocurra transferirme nada.Sosteniendo el plato de comida, la miré con una sonrisa.—Valentina, he vuelto a trabajar y ya me pagaron, jejeje.—¿De qué te ríes? Aún no te has recuperado,
Daniel, parecía que se alejó un poco con el teléfono y luego gritó: —Hago lo que quiero, no tienes que meterte.—Está bien, no me meto.No quería discutir más sobre este asunto con él. Desde la primera vez que trajo a una mujer a casa, debería haberme dado cuenta. Entonces no sabía por qué me preocupaba tanto, sintiéndome desconsolada cada día. Más de una vez quise contarle la verdad.Pero temía hacerle daño, que se entristeciera, que sufriera. Ahora entendía que no se entristecería por alguien como yo, así que ya no había necesidad de explicarle nada. Solo que no sabía qué palabra mía lo habría enfadado esta vez, para que volviera a gritar.—Camila, ¿qué quieres decir? ¿Qué derecho tienes tú de meterte? Te digo que todo lo de la casa lo he comprado yo, no tienes derecho a darme órdenes aquí.—Y deja de amenazar a Sofía, te digo que ella es diferente, ¡no la molestes! ¡Vuelve ya a la oficina, si no, no te daré ni un solo céntimo más!Pensé que colgaría el teléfono, pero no lo hizo. Ins
—¡Osito! ¡Suéltalo, Osito!Grité con dolor, abrazando con fuerza a Osito. Al oír mi voz, este aflojó la presa, pero le seguía gruñendo a Daniel.—Dani, Dani, estás sangrando —dijo Sofía con preocupación, abrazándolo.Pude ver que tenía heridas en el brazo, Osito lo había atacado con toda su fuerza. Cuando Daniel me miró, Osito volvió a abalanzarse, logró sujetarlo.—Sofía, vámonos —dijo Daniel, mirándome fijamente, y se marchó abrazado a ella.Cuando desaparecieron en el ascensor, me desplomé en el suelo, agotada. La herida de la operación se había abierto y manchaba de rojo mi camisa. La vecina estaba muy nerviosa y se arrodilló junto a mí.—¿Estás bien? ¿Por qué hay tanta sangre? No te preocupes, voy a llamar a la ambulancia.Osito gemía y me empujaba con la cabeza.Con esfuerzo, le acaricié: —Mamá está bien, Osito, no tengas miedo, estoy bien.Sus grandes ojos reflejaban mi pálido rostro y en ese momento sentí que podía morir. Cuando me llevaron al hospital, el médico acudió rápida