¿Acaba de llamarme su bebé?

¿Y qué es ese líquido transparente que brilla en sus ojos? No pueden ser lágrimas, ¿verdad?

Por lo que sé, no está contenta de verme aquí.

Ayer, cuando la abracé, se quedó rígida en mis brazos y no me devolvió el abrazo. Rápidamente cambió el tema de conversación cuando empecé a mencionar nuestro pasado. Se mostró tan fría y distante que se me rompió el corazón. Estaba convencida de que no se alegraba de verme y no quería saber nada de mí. ¿A qué vienen hoy los gestos cariñosos y las palabras dulces?

¿Y las lágrimas?

"Mi dulce niña...", me llama de nuevo, sigue acariciándome las mejillas y no puedo contener las lágrimas. Ruedan por mis mejillas sin control y tengo que aspirar mis sollozos para mantener la calma. "¡Te he echado tanto de menos!". Esa confesión es mi perdición. Un sollozo violento sale de mis labios y segundos después estoy llorando y resoplando y deshaciéndome en lágrimas. Mamá me estrecha en un cálido abrazo y no me reprimo de llorar com