Amber era la perfección hecha mujer, todo de ella era belleza, todo de ella era despampanante, y lo sabía, porque, al ponerse el vestido color plata, todo brillante que se había puesto ese día para la inauguración de la casa de moda que era de su madre, se veía exquisita, su barriga de pocos meses la hacía lucir sexi, sumándole a eso sus hermosos cabellos, y sus ojos claros que hacía contraste con su rostro.Maquilló su cara delicadamente y tomó el bolso de mano para bajar las escaleras. Álvaro le dijo que estaría temprano en la entrada de su casa. Amber estaba pensando seriamente en darse la oportunidad con su profesor. Ella era una mujer cansada de sufrir, y veía en Álvaro el escape al dolor que sentía cada noche cuando se imaginaba a Astrid haciendo el amor con Andrea. Sí, sabía que si le decía a Andrea lo que sabía, seguramente él la iba a mandar a investigar a Astrid, pero, sentía en su interior que Andrea Laureti se merecía sufrir, se merecía darse cuenta, tarde, de la clase de
—No, no es tu hijo, ¿Eso querías saber? —respondió Andrea a la pregunta que le hacía Fernando.Los ojos de Fernando se oscurecieron tanto, que parecían negros. Su rostro se tornó colorado, y un suspiro de desconcierto salió de sus labios. El siempre pensó que Dante era su hijo, lo imaginaba, porque, aunque Astrid no se lo había dicho, siempre sintió una conexión especial con el pequeño, pero, la realidad era que la mujer tenía más secretos de los que él conocía.Andrea caminó al ventanal, habían subido a la planta alta, y habían dejado a Amber abajo con Álvaro, para poder hablar.Posó su mano en la ventana que daba a la calle y aspiró el aroma del lugar.—¿Una copa? —preguntó Fernando sirviendo dos copas de whisky.Andrea asintió con la cabeza y enseguida Fernando le tendió la copa a su reflejo en frente de él. Se veía triste, se veía cansado, pero sobre todo se veía lastimado.—¿Podemos hablar? —preguntó Fernando sentándose en la mesa del escritorio y doblando las piernas mientras l
Amber acomodó su cabello en una coleta alta, para bajar las escaleras, presurosa. No sabía que le esperaría en la casa de moda con Andrea y Álvaro como jefe, y menos después del malentendido que había sucedido el fin de semana, pero ella no tenía porque darle explicaciones a Andrea, un hombre que la había dejado tirada sin importarle su hija, así que, decidió ser fuerte y ignorar al italiano lo más que pudiera.«Si llega a estar ahí, solo lo tratas como tú jefe», pensó llegando a la planta baja.Abrió la puerta desconcertada. Era muy temprano y ella no tenía amigos.—¿Si? —preguntó extrañada al ver a dos personas desconocidas para ella.—El señor Andrea Laureti le manda estás cosas señora —dijo uno de los hombres y ahí fue cuando ella los reconocióSe trataba de los guardaespaldas de Andrea Laureti, pero «¿Que hacían en su casa tan temprano?» pensó con desconcierto.—¿Qué cosas? —preguntó ella arrugando el entrecejo.Y como respuesta a su pregunta los hombres se dirigieron a una camio
Amber salió del edificio con un nudo en la garganta y con sus mejillas llenas de lágrimas. Casi no podía respirar y su cabeza dolía mucho.Caminó por varias horas, hasta que sus pies dolieron y luego se dirigió al único lugar que le brindaba paz, un lugar que no le gustaba visitar porque, le generaba una gran tristeza: el cementerio donde estaba enterrada su madre.Cuando llegó y vio todo en perfecto estado, limpio, y con flores, se extrañó por completo. No sabía si su madre tenía un familiar que había limpiado la tumba, no sabía si su madre tenía un amigo, pero no le tomó importancia, se sentía muy triste como para pensar en eso.«Algún amigo que no conocía». Pensó sentándose en la tumba.—Mami, te pido disculpas por no haber venido antes, es que aún no me hago a la idea que no estás en este mundo, —sollozó pegando su cara a la lápida —. Voy a ser madre y creo que lo más difícil de ser madre es ser madre sin mi madre —lloró desconsolada—¡No sé qué hacer con mi vida! Me siento sola, t
Andrea se había arrepentido de dejarla sola, de no correr inmediatamente detrás de ella, de no cuidarla desde un principio. Andrea Laureti cuando vio a Amber inconsciente, atada de pie y mano, con un embarazo de más de cuatro meses, sintió que el mundo se detenía a su alrededor, porque, si algo le pasaba a esa mujer y a la niña en su vientre, el heredero mayor de los Laureti, moriría de dolor.—¡Alek, Por favor no le hagas daño! —exclamó con el corazón acelerado.Alek miró a Andrea con una sonrisa. Estaba asustado, sabía que lo había agarrado por su parte más débil, y aunque había dañado el plan perfecto de secuestrar a Amber, no iba a perder el tiempo para hacerlo sufrir.—Andrea, ¿no me digas que te importa la secretaria? —dijo tomando el cuerpo de Amber entre sus brazos.—Si tienes un problema conmigo, arréglalo conmigo Alek, ella no tiene…—No, ese es el punto, el problema que tengo es con ella, ¿Sabes el escándalo que me hizo pasar? ¡Mi padre me desheredó por su culpa! —gritó mol
Andrea peló los ojos, asustado cuando disparó en la pierna de Alek. —¡No quise! —exclamó intentando ayudarlo. Alek se quedó inmóvil, tomando con fuerza el lugar donde la bala había perforado su pierna. Andrea de verdad quería ayudarlo, pero una Amber que había comenzado a botar espuma por la boca llamó su atención instantáneamente.Laureti se alejó de Alek enseguida y tomó a la pelirroja entre sus brazos. Estaba fría como un hielo, y seguramente si no la llevaba a urgencias, algo muy grave le podía pasar, y no solo a ella, también a la bebé en su vientre.—Amber mi amor, reacciona —pidió entre sollozos, Andrea, mientras tomaba el cuerpo de Amber y lo estrechaba contra su cuerpo.Iba a ponerse de pie, para salir con ella al hospital, cuando la voz de Demetrio lo detuvo.—¡¿Qué le pasó?! —preguntó el hombre de presencia imponente, aterrado.—¡Papá, ayúdame, está inconsciente! —Andrea exclamó quitando los amarres de Amber de su cuerpo.—Súbela a la camioneta, vamos, vamos —gritó Demet
Unas horribles ganas de llorar embargo a Amber por completo. Se quedó estática al ver a todos ahí reunidos, y no solo eso, la cálida sonrisa que le brindaba la hacía sentir parte de la familia. El primero en acercarse fue Dante, que corrió hasta ella y se apegó de sus piernas.El corazón de Amber se estrujó enseguida, se agachó a la altura del niño y besó su frente.—¿Cómo estás, mi pequeño campeón? ¿Me extrañaste? —Dante sonrió abiertamente, y asintió varias veces con la cabeza.—Mi ángel —susurró dejando a todos con la boca abierta.Eva, que sabía que no podían presionar al niño, les hizo señas a todos para qué actuarán normal. Había sido sugerencia del psicólogo y todos entendieron.—No más me voy del país, y comienzas a causar problemas —dijo Fernando en la pantalla.—Te he dicho que no me gusta estar sola, ya sabes, solo malcriada —Amber sonrió al ver a Fernando.—Qué mal que no puedo darte nalgadas, bueno, eso se lo dejo a mi hermanito para esta noche —Amber sintió que sus mejil
Sentía que cada parte mi piel se estremecía, sentía que mi cuerpo temblaba bajo su imponente figura, y no, no tenía la fuerza de empujarlo, de salir huyendo o simplemente de decirle que no quería estar con él, porque la realidad era que me moría por estar con él, con sentir sus centímetros en mi interior, por sentir su mirada azules es mis ojos mientras me penetra.Es que Andrea era como un dulce, que llena y embriaga el cuerpo de quién lo come. Un dulce venenoso que si lo tomas hace daño, pero que no puedes dejar de tomarlo.Y entonces ahí, con la frente sudada y el corazón agitado, tomando fuerte el agarre de mi toalla para que no cayera al piso, me di cuenta de que estaba totalmente jodida, que mi jefe, o mi ex jefe, cómo quisiera llamarlo, era el dueño de mi cuerpo y de mi ser.Intenté dar unos pasos atrás, estaba nerviosa como el primer día que estuve con él, o más nerviosa, porque esta vez sabía que él podía llenar mi cuerpo de estragos, porque sabía que él era excelente en la c