Capítulo 5.

Creo que mi jefe es un poco… Raro.

Ya casi ha pasado un mes desde que comencé a trabajar en las industrias Casady, y aunque mi trabajo es ridículamente sencillo, he comenzado a notar un par de cosas raras por aquí.

Para empezar, el señor Casady es una persona increíblemente exigente y malhumorada, desde mi lugar afuera de su oficina puedo escuchar como reprende a sus empleados y es extremadamente duro con ellos, siendo un jefe déspota en muchos de los casos.

Y aunque cualquiera pensaría que con un jefe de ese tipo todos los empleados lo detestarían… Creo que nadie odia al señor Casady, todos en la empresa lo tratan como si fuera de la “realeza”, haciendo reverencias para él y tratándolo con el sumo respeto. Yo he trabajado en otras empresas antes, pero nunca había visto que los empleados se comporten de esa forma con sus jefes.

Estoy comenzando a sospechar… Que de verdad hay algo muy raro con mi jefe.

—Bien, tengo todo listo —digo contenta, terminando de preparar mi bolso para el trabajo—, volveré en la noche mamá, hoy hay una reunión importante hasta tarde.

—Cuídate mucho cariño, y no olvides volver a salvo —me despide mi madre, dándome un cariñoso beso en la frente.

Como cada mañana me despido de mi madre y mis pequeños hermanos, tomando todas mis cosas para el trabajo,  y luego voy a la parada del autobús para ir a la empresa.

—Te ves bien Rose, los trajes finos te hacen ver como toda una ejecutiva —caminando por el barrio me encuentro con Hunter, el hijo de la señora Lana, quien me hace sonreír con algo de incomodidad.

—Una simple secretaria, pero gracias por el cumplido —respondo acercándome a él para darle un beso en la mejilla como saludo—, debo ir rápido al trabajo…

Hunter solo sonríe, sin ampliar nuestra conversación y permitiéndome marchar, para mi alivio.

Conozco a Hunter de toda la vida, y lo veo como un hermano. Pero a lo largo de los años él comenzó a sentir otras cosas por mí, y poco después de que mi padrastro muriera, me invitó a salir a una cita. Ya que yo no puedo ni podré verlo como otra cosa que no sea mi hermano, y como no quiero herir sus sentimientos, he estado intentando mantener la distancia entre nosotros, ya que espero que deje de gustarle en algún punto y volvamos a ser solo amigos…

No tengo tiempo para enamorarme de nadie en este punto de mi vida, un romance solo sería un impedimento para todos mis deberes, ¡No puedo desconcentrarme con esas tonterías!

***

Suspirando con cansancio, termino de recoger las cosas de mi escritorio, viendo por una de las ventanas del alto edificio que ya ha obscurecido por completo, siendo muy de noche.

Cuando estoy a punto de irme, escucho la voz de mi jefe, quien está parado en la puerta de su oficina, mirándome fijamente.

—¿Te vas a casa, Rose? —pregunta él.

—Señor Casady… Que susto me dio —me giro rápidamente en su dirección, sonriendo algo tímida—, sí señor, me voy de la empresa ahora.

—Es un poco tarde para que camines sola en la calle, déjame llevarte.

¿Recuerdan cuando les dije que mi jefe era un déspota idiota? Bueno, eso aplica para todos los empleados, menos para mí.

No quiero sonar petulante o algo así, pero creo que hay cierta complicidad entre Jonah Casady y yo, siempre es amable conmigo, tenemos breves conversaciones cuando le llevo el café varias veces al día, y creo que soy la única a la que llama por su nombre. No quiero creerme alguien “especial”, pero creo que le agrado, espero poder ser una buena amiga del señor Casady.

—No quisiera molestarlo, usted ha tenido un día largo —recuerdo que tuvo una reunión casi toda la noche, así que supongo que debe estar cansado.

—No es ninguna molestia Rose, yo insisto.

—Gracias… Jonah.

Recuerdo lo que dijo mi madre: Nunca hagas que tu jefe rico se sienta avergonzado, así que sin querer herir sus sentimientos, no tengo más opción que aceptar.

Mi jefe toma un grueso abrigo color gris y su maletín, mientras yo cargo mi modesto bolso, y juntos caminamos silenciosamente hacia los ascensores. Nos mantenemos en un silencio, pero nada incomodo, nos miramos varias veces y yo no puedo evitar sonreír, de alguna forma Jonah Casady me hace sentir cómoda a su lado.

—¿Dónde te llevo? —pregunta el señor Casady, cuando finalmente llegamos a su coche en el estacionamiento del edificio.

—¿Podría llevarme al centro de la ciudad? Tengo que comprar un poco de comida, y luego ir a casa…

Algo sorprendida me subo en su flamante coche deportivo negro, el cual luce muy lujoso, creo que es la primera vez que me subo en un coche tan fino como este, es impresionante.

—Claro, no es molestia —acepta él, encendiendo su coche y comenzando a conducir.

No puedo evitar mirarlo de reojo mientras conduce con calma por las carreteras nocturnas de la ciudad, me parece tan diferente… No puedo creer que él sea la misma persona que hoy le gritó a Alan hasta casi hacerlo llorar, pero ahora pacientemente me lleva a comprar la comida para mi familia y luego a casa, supongo que es un tipo raro.

—¿Entonces estas comprando la comida para tu novio? —pregunta de pronto.

—¿Novio? No señor, no tengo novio, en realidad… No creo haber tenido novio antes —respondo con sinceridad—. Es la cena para mis hermanos y mi madre, prometí llevarles algo de comer al terminar el trabajo.

—¿Tienes hermanos?

Sintiéndome muy feliz, tengo una charla larga con el señor Casady hablando sobre mi familia, un tópico que amo, así que sin darme cuenta le digo todo sobre mi madre y mis hermanos, en definitiva me siento muy cómoda hablando con él.

El señor Casady me lleva a un restaurante de comida rápida donde compramos algo cualquiera para la cena, y él paga mi recibo, algo que me hace sentir rara… Pero una vez mas no lo contradigo, es mi jefe y debo ser humilde con él.

Al terminar le doy la indicación del barrio donde vivo, el cual obviamente es en los barrios bajos de la ciudad, que me hace sentir un poco incomoda, ya que no imagino al señor Casady viniendo a uno de estos lugares.

—Eso huele bastante bien —señala el señor Casady.

—¿Quiere un poco? —pregunto viendo la cena que compre para mi familia— Lo siento, debí pensar que usted está hambriento.

—Podemos cenar juntos, si no te importa…

No es la forma en la que imaginé que terminaría mi noche, pero aquí estamos, parados en medio del camino en un estacionamiento cerca de mi casa, comiendo comida rápida en el auto de miles de dólares de mi jefe, la vida es muy rara a veces…

—¿Puedo decirte algo? —pregunta Jonah de pronto, mientras abre un empaque de hamburguesas.

—Lo que usted quiera, señor —respondo yo sin dudar.

—Me hace feliz saber que no tienes un novio… Por qué hubiera sido más difícil.

—¿Mas difícil?

—Convencerte de que seas mía, ya que tú y yo estamos destinados a estar juntos —dice él de pronto.

Obviamente me quedo halada cuando escucho esas palabras, ¿Qué acaba de decir mi jefe?

Creo que Jonah nota lo confundida que me siento, así que sorprendiéndome otra vez, se acerca a mí y me toma de la cintura, acercando su rostro al mío para besarme.

¡No puede ser! ¡Mi jefe me está besando! Sin siquiera pensarlo y como acto reflejo, levanto mi mano y le doy un puñetazo, viendo como él sujeta su labio adolorido y se separa de mí.

—¡Señor Casady, por favor perdóneme! Yo no… —intento disculparme dándome cuenta de lo que acabo de hacer.

Pero Jonah no parece molesto, sonriendo y mirándome desde su asiento, como si… Le hubiera gustado que yo me defendiera y le diera un golpe.

¿Qué le pasa a mi jefe? ¿Acaso se volvió loco?

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