4.

El asombro

-Vaya.-Fue todo lo que pude decir.

-Peor de lo que pensé.-Comentó Alonzo.

Había regresado el día siguiente como había quedado con él. En la noche hablé con Johann, le dije lo que había ocurrido, no soy muy buena para ocultar las cosas y no le cayó nada bien cuando se enteró de que apareció. Incluso le conté la explicación que me había dado Mateo, pero me dijo que así fuera cierto, había actuado muy mal y lo odiaba, sé que lo odiaba y no me gustaba que se molestara por eso, no quería amargarle el rato. Estaba en casa con sus padres este día, los veía después de mucho y por eso, no quería hacerlo enojar, pero preferí ser sincera.

Entonces vine, a eso de las 14h porque debía venir antes de que Mateo lo hiciera y ver qué averiguó Alonzo. Era cierto lo que dijo, absolutamente todo. Incluso, Alonzo pudo averiguar que, pasó los últimos dos años en Bogotá, con largos lapsos interrumpidos de estadía en el hospital, a veces entraba por tres meses y salía por unas semanas, luego volvía a ingresar por más tiempo y así lo hizo por estos últimos años. Es increíble, jamás podría haber pensado que eso era lo que ocurría, jamás lo creí. Toda esta situación, enterarme de esto me hacía sentir tan confundida, no sabía qué debería pensar o sentir, pero lo que sí sabía, es que no me sentía bien, no al saber todo lo que tuvo que pasar solo y por más que lo pienso, es horrible. Debió ser sincero, las cosas habrían sido muy diferentes si lo hubiese sido. No sé cómo pudo hacer lo que hizo.

-¿Estás bien?-Preguntó Alonzo al ver mi expresión.

-Estoy triste. Creo que iré a mi antigua habitación a llorar.

-No te vas a deprimir de nuevo por Martha Stewart.-Se quejó Simón y me abrazó. No sé cómo aún recordaba ese apodo. -¿Sabes? Dudé de él hasta en el último instante, hasta cuando Alonzo ya había encontrado su historial médico y demás, pero sabes que no creo en su persona, entonces agarré su teléfono y espié sus mensajes. Sí es su prima y por lo que vi en la foto que ella tiene, no es muy heterosexual que digamos.

-Fue drástico, pero lo entiendo. Yo habría hecho lo mismo, ya bastante que te molestó cuando te hizo accidentar.-Dijo Iván.

-¿Pueden cuidar un rato a Helena?-Los tres asintieron.-Quiero estar sola un rato, no me siento bien.

Caminé a mi antigua habitación y cerré la puerta. Me tiré en la cama y hundí mi cabeza en la almohada. Lloré porque me sentía horrible, estaba enojada, frustrada, pero a la vez, tan, tan triste al enterarme de todo esto. Me dolía saber ahora todo lo que tuvo que pasar, las largas secciones de quimioterapia, las constantes extracciones de sangre, el tratamiento con insulina y muchas cosas más, todo era horrible. Todo y más la forma en que esto me hacía sentir, no quiero, no puedo sentirme así de nuevo, no puedo ceder… no debí encontrarme con él nunca más.

Maldición, esto va a terminar de hacerme enloquecer.

Sentí ansiedad, de nuevo, igual que me sucedía antes y me bajé de la cama, me senté en el piso y hundí mi cabeza entre mis piernas. No sé por cuánto tiempo lloré, pero luego, sentí que alguien se sentó a mi lado y sabía quién era, reconocía el olor de su perfume, nunca olvidaría su olor.

-Ari…-Levanté el rostro, pero no lo miré, no podía hacerlo.-Ya Alonzo me dijo que viste todo.

-Lamento hackear tu teléfono.

-No te disculpes. Yo tampoco confiaría en mí. -Lo miré, sonrió levemente y bajó la mirada. No se veía bien, se veía triste, muy triste. Sus ojos se habían llenado de lágrimas, evité mirarlo, no iba a poder soportar esto. -Ari… perdóname, por todo, por haber actuado de esa forma, por haberte mentido.

No respondí, no hay nada que pudiera decirle.

-De verdad, no quiero ni pensar en que hayas pasado sola tu embarazo. Debí estar ahí, no hacer las estupideces que hice.

-No estuve sola, tenía a mi familia, a mis amigos.

-Lo sé.-Lo miré a los ojos.-Igual era mi deber estar ahí.

Resoplé.-No se puede cambiar lo que ocurrió, ya está. Sólo espero que de ahora en más actúes diferente. Te estoy dando la oportunidad, nos encontraremos el lunes en la tarde en la notaria y cambiaremos el primer apellido de Helena, tendrá el tuyo. No es necesario que nos vayamos a juicio ni nada, supongo estarás de acuerdo en que yo tenga la custodia y en que la veas los fines de semana.-Asintió.-Al principio lógicamente deberás ir a mi casa a verla, para que te conozca y te tome confianza. Ya luego podrá ir a dormir en tu casa todos los fines de semana si eso quieres, no pondré ningún inconveniente.

-Gracias Ari, de verdad te agradezco que hagas esto por mí cuando no lo merezco.

-Que hayas dañado todo entre nosotros no quiere decir que no seas su papá, eso no tiene nada que ver con lo otro y debo ser justa.

-Gracias Ari.-Sonrió y sólo asentí.

Me puse de pie, debía presentarle a la niña. Lo hizo también. Caminamos para salir de la habitación, pero antes de llegar a la puerta, se detuvo y me miró.

-Ari, crees que de no haber ocurrido eso...-Dudó unos segundos, pero luego prosiguió:- ¿Seguiríamos juntos?

-Sí.-Asentí.-Seguiríamos juntos, yo nunca te habría abandonado.

Mateo me miró tan triste, que preferí no mirarlo más. No lo soportaba.

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