—En la casa, Marcela lloraba. No podía creer que el esposo modelo, su compañero de vida, el hombre perfecto fuera así. Todas estaban envidiosas con Marcela, querían estar con Andrew, pero él le era fiel a Marcela, o al menos eso pensaba ella.Cuando Andrew llegó a su lecho, Marcela lo miró con determinación y decepción.—No me mires así.—¿Yo? Dime, ¿eres infiel?—¿Qué?—Cambiaste de un momento a otro, me guardaste secretos.Andrew negó.—Te amo y eso es verdad, no te soy infiel.—¿Nunca?—Nunca.—Y Amanda.—Fue una ex novia, una muy secreta, ya que su familia era estricta. —Una ex novia, dices. —Ella apartó la mirada—. Lo entiendo, es la mujer perfecta.—No, tú eres perfecta.—Pero te parezco una cualquiera, Andrew… ¿Qué se supone que debo pensar? No soy perfecta, no lo soy para nadie.Ni siquiera para Robert.Andrew la abrazó, necesita de su esposa en estos momentos.—Eres tan perfecta que da miedo.Marcela apartó su mirada, no quería verlo. Solamente su voz, ya le producía náuseas
Marcela se sintió algo avergonzada, todo el mundo sabía que nunca perdonaba, ahora la familia de Robert también. Pero dentro de su corazón, estaba perdonando a Robert más rápido de lo que creía. Terminó la conversación con el tío de muy buena manera y se retiró, ahora debe irse a buscar a su hijo para luego fingir que estaba bien con su familia, ya que al día siguiente tenían una comida perfecta y sería el momento para largarse de ese infierno.Pero ese fue el peor de toda su vida.Robert lloró por días después de su último encuentro con Marcela. Esta vez, sintió que jamás tendría una oportunidad con ella. Robert se había ido de vacaciones con su esposa Amanda y su hijo a Miami. A veces pensaba que si fuera Marcela la que estuviera a su lado, sería muy feliz, disfrutaría más sus vacaciones y demás cosas qué hacer.Había estado recibiendo llamadas de su tío, pero Amanda apagó su celular, no quería distracciones de ningún tipo. Hernán estaba desesperado, ya que Robert no contestaba su
Y como Marcela suplicó, durante la noche la yegua fue robada por los amigos de Hernán y se la llevaron cuando todos dormían. La yegua era dócil y fue obediente.Robert entró sonriendo a la habitación para darle la buena noticia, pero los policías lo hicieron enmudecer. Marcela estaba dando su declaración a los oficiales. Ellos se fueron 30 minutos después y entonces Robert se acercó a ella.—Te traje buenas noticias.—¿Recuperaron a la yegua?—Sí, y no solo eso.—¿Qué?—Está embarazada también.—¿En serio?—Sí. —Robert sonrió—. Serán madres.—Yo me alegro. Dios. Marcela suspiró alegre.—No sabía que estabas embarazada. Me asusté cuando Hernán me lo dijo.Marcela lo miró.—Te juro que casi me muero cuando vi a Andrew venir hacia mi muy enojado, estuve pensando en mi bebé todo el tiempo, pero no pude hacer nada.—Es un maldito, pero ya la policía lo detuvo.Los dos suspiraron ya tranquilos.—Ya tenía tiempo que no estábamos felices por algo —Robert mencionó.—Sí, creo que la última ve
Marcela se acercó intrigada a la mujer.—¿Qué? ¿Qué dicen?—Dicen que usted es muy bonita y que temen que sus maridos las dejen por usted.—¿Cómo así?—Sí, también los hombres hablan de usted, pero no son más que cobardes que la llaman…La señora se sintió incómoda con lo que iba a decir, Marcela supo entonces que era.—Me dicen una cualquiera, ¿no? —Marcela se rió con amargura—. Lo sé, eso no me sorprende.—Pero descuide, señora, usted sabe que es una mujer de bien. Además, ellos son los que ven a otras mujeres.—¿Engañan a sus esposas?—Como siempre. Excepto el joven Robert. —¿Robert?—Se casó con Amanda Robinson y jamás le ha fallado.Marcela se sintió muy bien. Robert era un buen hombre.—El joven es el único hombre en este lugar y merece una mujer que lo ame.—Amanda lo ama. ¿No?—Mmm… Si, pero no como debería.—¿Por qué? Dígame por favor.—No debería decirle eso, señora. —La mujer le midió el vestido y negó—. Usted es muy bajita, haré ajustes.—No se tome tantas molestias por m
Robert se acercó para estar junto a ella y Marcela intentó alejarse y su rostro cambió al ver una cajita con un anillo dentro que Robert sacó de su bolsillo.—Acepta casarte conmigo, Marcela.—Robert… ¿Es lo que creo?—No quiero volver a cometer un error, esta vez no te dejaré ir. No importa tu respuesta, tendrás este anillo en tu dedo y jamás te lo quitarás.Robert no esperó a que Marcela dijera “Si”, él le puso el anillo en su dedo y le besó la mano. Marcela estuvo a punto de sonreír, pero antes tenía que explicar algo muy importante.—Robert, hay algo que tienes que saber…—Sea lo que sea, no cambiará mi decisión.—Espero que así sea, porque seguro te molestarás.—Lo dudo.Robert fue decisivo, Marcela no tuvo más opción que decirle la verdad.—Alexander… Es tu hijo.Robert la miraba, miró ambos ojos separados por una nariz y no contestó.Su mente viajó al pasado, cuando veía a ese niñito que deseaba que fuera su hijo, miraba sus ojos grises como los de él, pero creyó que era por pa
Una vez más, Marcela tuvo que declarar frente al jurado todo lo que le hicieron y contó lo que pasó días atrás, explicó las marcas que tenía en sus muñecas y los moretones que Andrew le había hecho antes de esa agresión. No las tenía en el cuerpo porque se borraron, pero Hernán fue muy inteligente al grabarla antes de ser internada en el hospital.La familia de Andrew miraba con odio a Marcela y a Robert Smith, se habían enterado, todos se enteraron de su compromiso y por supuesto, acusaron a Marcela de ser una cualquiera y rompe hogares, cosa que divirtió un poco a Amanda, pero por respeto a su exesposo, no lo apoyó. Al contrario, se puso de pie y gritó que fue decisión de ella divorciarse de Robert. Amanda iba a irse a EEUU a estudiar una licenciatura en turismo, pues siempre deseó salir del país y viajar por el mundo. Quizá era eso lo que siempre deseó. Estar encerrada siempre en ese pueblo estaba enfermándola.El juicio tardó aproximadamente un mes en que reunían pruebas, interrog
—Por Dios, Marcela. ¿En dónde estabas?Robert la abrazó con ansiedad y la besó. Pero Marcela se separó de él.—Quisiera ir a ver a mi hijo y luego a descansar.Robert la miró y asintió. No tenía idea de que había hecho Marcela, pero era mejor dejarla sola.Por dos noches, la pareja se mantuvo distante, sobre todo Marcela. Robert no sabía qué hacer. No habían hecho el amor desde que Robert la dejara aquella tarde en el lago hace 2 años y Robert sabía que no podía obligarla a entregarse. El abuso la dejó muy lastimada, física y emocionalmente. Robert estaba que se moría por ella, con un simple beso se ponía romántico y evitaba tocarle más el cuerpo, ya que no se resistiría.Cierta noche, ambos cenaban solos, el niño dormía y los sirvientes se habían ido a dormir.—Marcela… hay algo que aún no me dices.—¿Qué cosa?—El mismo día que me reclamaste creyendo que fui yo quien destruyó tu huerto, lloraste.Marcela se puso de lado para no ver a Robert. El joven no la obligó a verlo esta vez, s
La familia estaba más que completa, todo estaba en orden, los malos estaban lejos y encerrados, los niños jugando, la servidumbre dispuesta a cuidar a los niños por la familia, pero solo faltaba un pequeño detalle.—Se llevarán muy bien. —Marcela los miraba.—Claro que sí, lo harán.Los dos vieron a el ama de llaves y a las dos sirvientas de pie ante la puerta.—Es hora de ir. —Robert sonrió de lado—. Vamos a hacer el amor cariño.Marcela se puso roja y tosió.—No tienes que ser tan obvio Robert.—Lo siento, pero he esperado por esto por casi 3 años.Robert esperó a que Marcela se recuperara y hubieran pasado al menos 3 meses para que ella estuviera bien.Robert le besó su mano izquierda, como era de costumbre, y le sonrió.—No puedo seguir esperando.—Pero me duele la cabeza.Ambos se carcajearon. De prisa, la pareja caminó a su nido de amor para dar rienda suelta a su pasión. Robert recordó la última vez que tuvieron relaciones sexuales. Como había gemido Marcela, como había disfrut