Y como Marcela suplicó, durante la noche la yegua fue robada por los amigos de Hernán y se la llevaron cuando todos dormían. La yegua era dócil y fue obediente.Robert entró sonriendo a la habitación para darle la buena noticia, pero los policías lo hicieron enmudecer. Marcela estaba dando su declaración a los oficiales. Ellos se fueron 30 minutos después y entonces Robert se acercó a ella.—Te traje buenas noticias.—¿Recuperaron a la yegua?—Sí, y no solo eso.—¿Qué?—Está embarazada también.—¿En serio?—Sí. —Robert sonrió—. Serán madres.—Yo me alegro. Dios. Marcela suspiró alegre.—No sabía que estabas embarazada. Me asusté cuando Hernán me lo dijo.Marcela lo miró.—Te juro que casi me muero cuando vi a Andrew venir hacia mi muy enojado, estuve pensando en mi bebé todo el tiempo, pero no pude hacer nada.—Es un maldito, pero ya la policía lo detuvo.Los dos suspiraron ya tranquilos.—Ya tenía tiempo que no estábamos felices por algo —Robert mencionó.—Sí, creo que la última ve
Marcela se acercó intrigada a la mujer.—¿Qué? ¿Qué dicen?—Dicen que usted es muy bonita y que temen que sus maridos las dejen por usted.—¿Cómo así?—Sí, también los hombres hablan de usted, pero no son más que cobardes que la llaman…La señora se sintió incómoda con lo que iba a decir, Marcela supo entonces que era.—Me dicen una cualquiera, ¿no? —Marcela se rió con amargura—. Lo sé, eso no me sorprende.—Pero descuide, señora, usted sabe que es una mujer de bien. Además, ellos son los que ven a otras mujeres.—¿Engañan a sus esposas?—Como siempre. Excepto el joven Robert. —¿Robert?—Se casó con Amanda Robinson y jamás le ha fallado.Marcela se sintió muy bien. Robert era un buen hombre.—El joven es el único hombre en este lugar y merece una mujer que lo ame.—Amanda lo ama. ¿No?—Mmm… Si, pero no como debería.—¿Por qué? Dígame por favor.—No debería decirle eso, señora. —La mujer le midió el vestido y negó—. Usted es muy bajita, haré ajustes.—No se tome tantas molestias por m
Robert se acercó para estar junto a ella y Marcela intentó alejarse y su rostro cambió al ver una cajita con un anillo dentro que Robert sacó de su bolsillo.—Acepta casarte conmigo, Marcela.—Robert… ¿Es lo que creo?—No quiero volver a cometer un error, esta vez no te dejaré ir. No importa tu respuesta, tendrás este anillo en tu dedo y jamás te lo quitarás.Robert no esperó a que Marcela dijera “Si”, él le puso el anillo en su dedo y le besó la mano. Marcela estuvo a punto de sonreír, pero antes tenía que explicar algo muy importante.—Robert, hay algo que tienes que saber…—Sea lo que sea, no cambiará mi decisión.—Espero que así sea, porque seguro te molestarás.—Lo dudo.Robert fue decisivo, Marcela no tuvo más opción que decirle la verdad.—Alexander… Es tu hijo.Robert la miraba, miró ambos ojos separados por una nariz y no contestó.Su mente viajó al pasado, cuando veía a ese niñito que deseaba que fuera su hijo, miraba sus ojos grises como los de él, pero creyó que era por pa
Una vez más, Marcela tuvo que declarar frente al jurado todo lo que le hicieron y contó lo que pasó días atrás, explicó las marcas que tenía en sus muñecas y los moretones que Andrew le había hecho antes de esa agresión. No las tenía en el cuerpo porque se borraron, pero Hernán fue muy inteligente al grabarla antes de ser internada en el hospital.La familia de Andrew miraba con odio a Marcela y a Robert Smith, se habían enterado, todos se enteraron de su compromiso y por supuesto, acusaron a Marcela de ser una cualquiera y rompe hogares, cosa que divirtió un poco a Amanda, pero por respeto a su exesposo, no lo apoyó. Al contrario, se puso de pie y gritó que fue decisión de ella divorciarse de Robert. Amanda iba a irse a EEUU a estudiar una licenciatura en turismo, pues siempre deseó salir del país y viajar por el mundo. Quizá era eso lo que siempre deseó. Estar encerrada siempre en ese pueblo estaba enfermándola.El juicio tardó aproximadamente un mes en que reunían pruebas, interrog
—Por Dios, Marcela. ¿En dónde estabas?Robert la abrazó con ansiedad y la besó. Pero Marcela se separó de él.—Quisiera ir a ver a mi hijo y luego a descansar.Robert la miró y asintió. No tenía idea de que había hecho Marcela, pero era mejor dejarla sola.Por dos noches, la pareja se mantuvo distante, sobre todo Marcela. Robert no sabía qué hacer. No habían hecho el amor desde que Robert la dejara aquella tarde en el lago hace 2 años y Robert sabía que no podía obligarla a entregarse. El abuso la dejó muy lastimada, física y emocionalmente. Robert estaba que se moría por ella, con un simple beso se ponía romántico y evitaba tocarle más el cuerpo, ya que no se resistiría.Cierta noche, ambos cenaban solos, el niño dormía y los sirvientes se habían ido a dormir.—Marcela… hay algo que aún no me dices.—¿Qué cosa?—El mismo día que me reclamaste creyendo que fui yo quien destruyó tu huerto, lloraste.Marcela se puso de lado para no ver a Robert. El joven no la obligó a verlo esta vez, s
La familia estaba más que completa, todo estaba en orden, los malos estaban lejos y encerrados, los niños jugando, la servidumbre dispuesta a cuidar a los niños por la familia, pero solo faltaba un pequeño detalle.—Se llevarán muy bien. —Marcela los miraba.—Claro que sí, lo harán.Los dos vieron a el ama de llaves y a las dos sirvientas de pie ante la puerta.—Es hora de ir. —Robert sonrió de lado—. Vamos a hacer el amor cariño.Marcela se puso roja y tosió.—No tienes que ser tan obvio Robert.—Lo siento, pero he esperado por esto por casi 3 años.Robert esperó a que Marcela se recuperara y hubieran pasado al menos 3 meses para que ella estuviera bien.Robert le besó su mano izquierda, como era de costumbre, y le sonrió.—No puedo seguir esperando.—Pero me duele la cabeza.Ambos se carcajearon. De prisa, la pareja caminó a su nido de amor para dar rienda suelta a su pasión. Robert recordó la última vez que tuvieron relaciones sexuales. Como había gemido Marcela, como había disfrut
Zoe, la más chiquita de todos, lucia exactamente como su padre, tenía los ojos grises tal y como Alexander los tenía. Su cabello era rojo oscuro y algunas pecas adornaban sus mejillas. Eran los dos únicos hijos de ambos, ya que los otros dos, eran de diferente madre y padre. Su temperamento era una mezcla entre Marcela y Robert y no se tenía conocimiento de su preferencia a algún familiar. Por el momento, el ama de llaves tenía toda su atención.La familia Smith estaba encantada con los pequeños, aunque todos diferentes por algo, eran angelitos. El ama de llaves jamás fue tan feliz como hasta ahora. Siempre quiso que Robert tuviera muchos hijos, ya que ella jamás se casó, Robert era como su hijo y las niñas y niños los sentía como de su sangre. Era una feliz abuela. No se podía decir lo mismo del padre de Robert, el hombre solo le hablaba para hablar de negocios y para preguntar cómo iban las cosas por allá, ojalá se acercara un día a la ciudad para conocer a sus nietos. Él ya no seg
Zoe quizá por ser la más pequeña o por tener el mismo color de cabello que su padre, la familia Smith estaba más cercana a ella, porque lucía como su padre, era casi su copia, excepto por el carácter, ya que era voluntariosa como su madre. Zoe era como una pequeña llamita que iluminaba la habitación en la que se encontraba.Marlon, por supuesto, era más querido por los Robinson por su gran parecido a su madre. Sus ojos azules y cabello rubio lo hacían parecerse a un angelito.Por suerte Marcelita era la copia exacta de su madre, así estuvo a salvo de los Collins.Y finalmente Alexander, que era una mezcla entre su madre y padre, era el que estaba por encima de todos. El niño al fin tuvo todo lo que siempre quiso, una familia amorosa y una mesa llena de comida.Pero en las calles del pueblo, las cosas estaban bastante peligrosas.Las personas que conocían a Andrew y sabían que era un criminal, hicieron todo lo posible por cerrar las carreteras y vigilar las 24 horas, pero su familia lo