Kenneth le miro el rostro, esperando una respuesta, ella no contesto, solo miro su plato con sopa viendo como el humo se escapaba en la habitación, lo pensó un momento, parpadeo una vez y miro ese plato humeante para contestar—: No estamos casados, no me puedes llamar tu mujer sin un papel de por medio. —Los contratos no son impedimento para mí, ya tienes mi sangre fluyendo por tu cuerpo, yo ya te di algo mío, falta que tú me des algo tuyo. —¿Qué quieres de mí? —Algo, algo que solo sea para mí y nadie más. —¿Cómo qué? —se movió del asiento incomoda, mirándolo directamente, solo a él, ignorando que Mireth estaba sentada en esa misma mesa comiendo, incomoda tal vez por la plática o peor divertida por ese intercambio de mensajes que parecían más cuestionarios sexuales que una simple conversación de mesa, tenía las mejillas tan rosadas, y Kenneth no paraba de mirarla de una manera que le hacía cosquillas en el vientre bajo, como el estómago le revoloteaba y como ese hombre hacia cruji
La luz se escabullo por las cortinas blancas de la ventana de su habitación. Kenneth la beso en el arco del cuello, en un punto que no sabía que sería la causa de que se le escapara un ronroneo, Susie se recargo en el espacio libre que formaba el cuello de Kenneth, estaba desnuda sobre su regazo, solo la tela roja del vestido había creado un remolino de tela revuelta sobre su bajo vientre, pero aquí estaba desnuda, sonrojada siendo saboreada por ese hombre y ella se había dejado gustosa. No sabía nada más que de lo bien que se sentía en ese momento, ni que su espalda le ardería en la mañana porque Kenneth la había rasguñado con sus uñas, tenía la piel sensible, rosada y los huesos se le chamuscaban por dentro, se sentía tan liviana en los brazos fuertes que la sostenían, la piel blanca cremosa le quemaba y le ardió por dentro y por fuera de una manera que se sintió que se iba. El fuego de su sangre se implementó más de tal manera que sintió su sangre hervir. El hombre que la besaba
Ya no pensaría en el pasado, en Charles o en Virginia, solo mirar el pasado la hacía sentirse intranquila, y lo que menos necesitaba en esos momentos era no sentirse segura, volver a casa era una meta, una que pensaba realizar, pero hasta que no pudiera tener indicios de regresas con su familia, no se martillearía y echaría sal a la llaga. Y es que Susie se iba hacer a la idea, de que mientras Kenneth más enamorado estuviera de ella más permisivo seria. Y eso esperaba porque no quería simplemente caer en las garras del lobo para no salir viva, si iba hacer el cordero para el matadero al menos esperaba tener la cabeza limpia de sangre. Siguió a Mireth por los pasillos continuos y bajaron por la escalera, las chimeneas de la casa estaban encendidas y los sirvientes traían abrigos afelpados de lana, no sentía frio en esos momentos, pero tal vez ellos que se la pasaban saliendo y entrando de la villa trayendo cosas podía enférmalos si cambiaban bruscamente de temperatura. Esperaba que má
—Buenos días florecita—la saludo divertido mientras le daba otro beso, Susie dio un suspiro cuando sintió sus labios en la comisura de su boca y no puedo evitarlo cerro los parpados para disfrutar el momento. Kenneth le dio otro beso, uno intenso que coloco sus manos sobre su rostro para poderla tomar. Si así se despertara de ahora en adelante estaba dispuesta a vivir de esta manera toda su vida. —Buenos días—pronuncio Susie bajito. Estaba tan ensimismada que podía refugiarse en sus brazos a partir de ahora y no soltarlo. Kenneth le dio una sonrisa para luego mirar a Mireth y saludarla con la cabeza. La mujer simplemente se encogió de hombros para sonreír con sus perfectos dientes blancos. —¿Cómo estuvo el día? Creí que llegarías a la hora de la comida, no tan temprano, ¿hubo un problema? —inquirió Mireth mientras se ponía de pie y se alisaba la falda del vestido—. ¿Y Gabriel? —En el campamento, lo deje a cargo el día de hoy, simplemente quería pasar el tiempo con Suzanne ante
Tomates, cosechar tomates en el frio hacia que las manos se le entumecieran debajo de los guantes. Susie había ayudado a cosechar tomates en los jardines después de que Kenneth muy amablemente la dejo con las piernas descubiertas en la mesa. ¿Qué le pasaba a ese imbécil?, acaso no podía simplemente ser un chaval normal diciéndole que quería sexo, no era necesario que fuera a ella, luego la besase, la tocase para simplemente dejarla ahí con las ganas. Eso no era de caballeros. Se removió el mechón de cabello de la frente con la mano y recolecto los tomates de las canastas de paja. Higor jugaba con los niños del servicio de la mansión y debes en cuando aullaba como un perro para hacer reír a todos. De verdad que era como un niño pequeño, que solo causaba ternura, era una persona tan inocente, sin saber absolutamente nada sobre la vida. A Susie le causo pena, no porque no lo considerará de la misma manera. Simplemente le dio pena el saber que Higor podía en cierto momento perder esa ino
Kenneth tiro los papeles al escritorio y se restregó la cara con las dos manos en el momento exacto de poner los codos en el escritorio. Había tanto trabajo pendiente y Suzanne estaba enferma postrada en una cama con la fiebre más alta que había visto desde la peste de magia.No tenía mucho que acaba de salir de la habitación de ella junto con el médico y que este mismo le dijese que la temperatura y los cambios drásticos vividos recientemente la había afectado, mental, emocional y físicamente.¿En qué pensaba?, Suzanne era una simple chiquilla, no tenía más de 19 años recién cumplidos. Era despiadada, terca y demasiado temperamental.Y sobre todo la había tratado mal, pero no era porque Kenneth quisiera ser un imbécil con ella, no la odiaba ni tampoco la amaba, pero le tenía aprecio. A veces se volvía loco porque era una Ninfa revoloteando por todos lados como si no fuera consciente de los efectos que tenía con ella y otras era una simple chiquilla berrinchuda y caprichosa.Kenneth m
La fiebre se había postergado hasta tres días después de que Suzanne había tocado cama. Susie tenía pesadillas, se removía y se quejaba cada noche. En la habitación se escuchaba sus quejidos nocturnos y sudaba frio, tanto que su cabello negro se encontraba empapado siempre debido al sudor. Kenneth no durmió esos días, se quedo en vela en la silla contigua a la cama, las ojeras que se le cernían al rostro y la barba larga y desalineada de tres días era la prueba de ello.Suzanne tal vez no era capaz de verlo, pero los sirvientes y Mireth sí, Kenneth lo intento todo, sopa de pollo, paños calientes, té para bajar la fiebre, ungüentos y hasta había mandado a llamar a todos los médicos de Sybil para que la revisaran y nada.Le habían dicho que posiblemente se debía a que su cuerpo debía de adaptarse a la ciudad, que el ambiente, el ajetreo estaba causando el cansancio en ella, pero ningún doctor podía explicar o dar razón de la causa.Kenneth se repasó la cara de nueva cuenta con la mano iz
La noche se había desbordado en una tormenta furiosa, susurrando presagios de desesperanza y agotamiento mientras las primeras luces del amanecer empezaban a esparcirse sobre el horizonte. La habitación donde Kenneth y Suzanne pasaban la larga vigilia era un santuario de desolación y esperanza mezcladas. El cielo aún arrojaba gotas de lluvia sobre el alféizar de la ventana, su ruido creando un ritmo irregular que parecía acompasar la respiración irregular de Suzanne.Kenneth permanecía en una postura rígida junto a la cama, su cuerpo se había acomodado en una silla dura que parecía reflejar la dureza de su propia situación. Los rasgos de su rostro estaban tensos y marcados por la falta de sueño, y su barba, crecida en días de angustia, daba testimonio de las largas horas que había pasado en vela. Sus ojos, inyectados en sangre y llenos de preocupación, no se apartaban del rostro febril de Suzanne. La piel de ella estaba húmeda y fría al tacto, y su cabello negro, empapado de sudor, se