Ya no pensaría en el pasado, en Charles o en Virginia, solo mirar el pasado la hacía sentirse intranquila, y lo que menos necesitaba en esos momentos era no sentirse segura, volver a casa era una meta, una que pensaba realizar, pero hasta que no pudiera tener indicios de regresas con su familia, no se martillearía y echaría sal a la llaga. Y es que Susie se iba hacer a la idea, de que mientras Kenneth más enamorado estuviera de ella más permisivo seria. Y eso esperaba porque no quería simplemente caer en las garras del lobo para no salir viva, si iba hacer el cordero para el matadero al menos esperaba tener la cabeza limpia de sangre. Siguió a Mireth por los pasillos continuos y bajaron por la escalera, las chimeneas de la casa estaban encendidas y los sirvientes traían abrigos afelpados de lana, no sentía frio en esos momentos, pero tal vez ellos que se la pasaban saliendo y entrando de la villa trayendo cosas podía enférmalos si cambiaban bruscamente de temperatura. Esperaba que má
—Buenos días florecita—la saludo divertido mientras le daba otro beso, Susie dio un suspiro cuando sintió sus labios en la comisura de su boca y no puedo evitarlo cerro los parpados para disfrutar el momento. Kenneth le dio otro beso, uno intenso que coloco sus manos sobre su rostro para poderla tomar. Si así se despertara de ahora en adelante estaba dispuesta a vivir de esta manera toda su vida. —Buenos días—pronuncio Susie bajito. Estaba tan ensimismada que podía refugiarse en sus brazos a partir de ahora y no soltarlo. Kenneth le dio una sonrisa para luego mirar a Mireth y saludarla con la cabeza. La mujer simplemente se encogió de hombros para sonreír con sus perfectos dientes blancos. —¿Cómo estuvo el día? Creí que llegarías a la hora de la comida, no tan temprano, ¿hubo un problema? —inquirió Mireth mientras se ponía de pie y se alisaba la falda del vestido—. ¿Y Gabriel? —En el campamento, lo deje a cargo el día de hoy, simplemente quería pasar el tiempo con Suzanne ante
Tomates, cosechar tomates en el frio hacia que las manos se le entumecieran debajo de los guantes. Susie había ayudado a cosechar tomates en los jardines después de que Kenneth muy amablemente la dejo con las piernas descubiertas en la mesa. ¿Qué le pasaba a ese imbécil?, acaso no podía simplemente ser un chaval normal diciéndole que quería sexo, no era necesario que fuera a ella, luego la besase, la tocase para simplemente dejarla ahí con las ganas. Eso no era de caballeros. Se removió el mechón de cabello de la frente con la mano y recolecto los tomates de las canastas de paja. Higor jugaba con los niños del servicio de la mansión y debes en cuando aullaba como un perro para hacer reír a todos. De verdad que era como un niño pequeño, que solo causaba ternura, era una persona tan inocente, sin saber absolutamente nada sobre la vida. A Susie le causo pena, no porque no lo considerará de la misma manera. Simplemente le dio pena el saber que Higor podía en cierto momento perder esa ino
Kenneth tiro los papeles al escritorio y se restregó la cara con las dos manos en el momento exacto de poner los codos en el escritorio. Había tanto trabajo pendiente y Suzanne estaba enferma postrada en una cama con la fiebre más alta que había visto desde la peste de magia.No tenía mucho que acaba de salir de la habitación de ella junto con el médico y que este mismo le dijese que la temperatura y los cambios drásticos vividos recientemente la había afectado, mental, emocional y físicamente.¿En qué pensaba?, Suzanne era una simple chiquilla, no tenía más de 19 años recién cumplidos. Era despiadada, terca y demasiado temperamental.Y sobre todo la había tratado mal, pero no era porque Kenneth quisiera ser un imbécil con ella, no la odiaba ni tampoco la amaba, pero le tenía aprecio. A veces se volvía loco porque era una Ninfa revoloteando por todos lados como si no fuera consciente de los efectos que tenía con ella y otras era una simple chiquilla berrinchuda y caprichosa.Kenneth m
La fiebre se había postergado hasta tres días después de que Suzanne había tocado cama. Susie tenía pesadillas, se removía y se quejaba cada noche. En la habitación se escuchaba sus quejidos nocturnos y sudaba frio, tanto que su cabello negro se encontraba empapado siempre debido al sudor. Kenneth no durmió esos días, se quedo en vela en la silla contigua a la cama, las ojeras que se le cernían al rostro y la barba larga y desalineada de tres días era la prueba de ello.Suzanne tal vez no era capaz de verlo, pero los sirvientes y Mireth sí, Kenneth lo intento todo, sopa de pollo, paños calientes, té para bajar la fiebre, ungüentos y hasta había mandado a llamar a todos los médicos de Sybil para que la revisaran y nada.Le habían dicho que posiblemente se debía a que su cuerpo debía de adaptarse a la ciudad, que el ambiente, el ajetreo estaba causando el cansancio en ella, pero ningún doctor podía explicar o dar razón de la causa.Kenneth se repasó la cara de nueva cuenta con la mano iz
La noche se había desbordado en una tormenta furiosa, susurrando presagios de desesperanza y agotamiento mientras las primeras luces del amanecer empezaban a esparcirse sobre el horizonte. La habitación donde Kenneth y Suzanne pasaban la larga vigilia era un santuario de desolación y esperanza mezcladas. El cielo aún arrojaba gotas de lluvia sobre el alféizar de la ventana, su ruido creando un ritmo irregular que parecía acompasar la respiración irregular de Suzanne.Kenneth permanecía en una postura rígida junto a la cama, su cuerpo se había acomodado en una silla dura que parecía reflejar la dureza de su propia situación. Los rasgos de su rostro estaban tensos y marcados por la falta de sueño, y su barba, crecida en días de angustia, daba testimonio de las largas horas que había pasado en vela. Sus ojos, inyectados en sangre y llenos de preocupación, no se apartaban del rostro febril de Suzanne. La piel de ella estaba húmeda y fría al tacto, y su cabello negro, empapado de sudor, se
El amanecer trajo consigo un leve resplandor, aún tenue, pero suficiente para iluminar la habitación de una manera que parecía prometer un cambio. La lluvia había disminuido, dejando tras de sí un aire fresco y limpio que filtraba la luz a través de las cortinas empapadas. La habitación, anteriormente cargada de una atmósfera opresiva, ahora respiraba con una calma precaria, aunque el aire aún estaba impregnado del aroma persistente de mirra y menta.Kenneth había permanecido al lado de Suzanne durante toda la noche, su presencia una constante fuente de consuelo y preocupación. Aunque la fiebre de Suzanne había comenzado a ceder, el peso de la influencia oscura aún colgaba sobre ellos como una amenaza invisible. Kenneth se había tomado un breve descanso en la silla dura junto a la cama, pero en cuanto la luz del día comenzó a filtrarse, se levantó y se acercó a la ventana para mirar el mundo exterior. La tormenta había dado paso a un cielo gris claro, con nubes que aún parecían retene
Susie despertó lentamente, la conciencia regresando a su mente como una niebla que se disipa al amanecer. La primera sensación fue el frío en sus mejillas, un contraste marcado con el calor de la fiebre que la había atormentado durante días. Abrió los ojos con dificultad, y el mundo a su alrededor se presentaba como un borrón de sombras y luces difusas. La habitación estaba sumida en una penumbra tranquila, iluminada solo por el tenue resplandor de la luz que se filtraba a través de las cortinas.Se dio cuenta de que estaba en una cama, rodeada de sábanas suaves y frescas. La sensación de debilidad era abrumadora, cada movimiento de su cuerpo parecía requerir un esfuerzo monumental. Intentó enfocar su vista, pero los detalles seguían siendo difusos, y el sonido de la lluvia que había escuchado en sueños parecía ahora un eco lejano. La habitación olía a mirra y menta, una mezcla de aromas que era tanto reconfortante como extraña.Susie trató de moverse, pero sus músculos respondían len