Rocco tomo un baño con agua fría, se recriminaba mentalmente el hecho de haber eyaculado dos veces en sus pantalones por el solo placer de ver a su reina de ese modo, tan irreal, tan candente, pero, al fin y al cabo, se sentía un estúpido, sabía que su mente no trabajaba al mismo nivel que la de los demás, y ahora le tenía que sumar que se podría categorizar como que sufría de eyaculación precoz, ¿Qué le podría brindar él a su reina? Sabia la respuesta, nada, más que ser una carga.
Se coloco unos bóxer negros y estaba a punto de arrojarse a la cama cuando su puerta fue tocada, lo que menos deseaba era la burla de sus hermanos o primos.
— ¡Largo, quiero estar solo! — no, definitivamente no estaba de humor, sentía ganas de golpear algo o a alguien, ¿a quién le quería mentir? quería patearse por ser un bueno p
Rocco sonreía sin poder o querer evitarlo, si lo que su reina quería era verlo feliz, pues lo había conseguido, se sentía el hombre más afortunado del mundo entero, a tal punto que poco le importo abrir la puerta aun con los pantalones a la altura de las rodillas, mientras su reina se deleitaba viendo ese trasero redondo y pálido.— ¿Sí? — pregunto como si sus primos y hermanos no hubiera escuchado los gemidos de ambos.— Toma. — fue todo lo que Salvatore dijo y acto seguido entrego un pack de tollas húmedas.— Gracias hermanito. — el de ojos negros solo lo vio en silencio, pero Rocco no necesitaba oírlo decir nada, sabía perfectamente que Salvatore quería matarlo, se suponía que la enamorarían, se esperaba que Leonzio o Lupo avanzaran primero, ellos eran los mayores, pero ¿quién era él para contradecir a su r
Los De Luca no comprendían la forma en la que la familia Constantini se manejaba, o quizás era el hecho que ellos eran unos verdaderos animales, acostumbrados a hacer su voluntad y acabar con quien no estuviera de acuerdo, pero solo basto con que Valentina Constantini llegara a su vida para que todo cambiara a tal punto que ahora estaban tomando café mientras discutían el futuro de su clan, Leonzio y Lupo se miraban con incredulidad, sentían la necesidad de hacerle ver a los mellizos que tan niñatos parecía su forma de llevar una reunión de esa índole, pero quedaron en silencio, al notar la tensión que se esparcía en el restaurante.— Entonces los señores De Luca serán nuestros socios ¿verdad? — John sería el encargado de hacer validar los acuerdos y la supuesta asociación, ya que era el abogado de la familia.— No tío, ellos son míos, mis socios. — para ninguno de los seis paso desapercibido la forma posesiva en la que Valentina dijo aquello, estaban encantados.— Y tú eres mi socia
Los días que siguieron a la interesante propuesta de Valentina, pasaron tan rápidos como el agua escurre entre la arena de la playa, y es que no era para menos, cada uno de los De Luca tenía un trabajo que hacer y el cual requería toda su atención, deshacerse de las drogas, vender armas y comprar un nuevo cargamento más moderno, llevar los sobres llenos de dinero, con el que su reina compraba permisos de construcción y el silencio de algunos funcionarios, acondicionar el viejo club de los reyes de Chicago y controlar la construcción del nuevo club, en las tierras donde una vez estuvo la empresa de Marco Constantini. Decir que no daban abasto con todo el trabajo era quedarse cortos, al caer la noche estaban tan agotados que solo podían procurar que su mujer descansara, posponiendo de esa forma el ofrecimiento de Valentina de enseñarles a utilizar cada objeto del amplio catálogo, pero eso no quería dec
Los gemidos de Valentina que en un principio eran fuertes y claros se vieron acallados de un momento a otro, gracias a la boca y lengua de Lupo, que no solo la silenciaba, también le quitaba hasta el último suspiro de su interior, cuando sus manos varoniles la elevaron del sofá, para dejarla en cuclillas sobre él, que quedo sentado en el afortunado sillón de cuero blanco, la joven Constantini al fin estaba tomando control de su cuerpo, ese que le exigía calmar el deseo de ser tomada, el que la estaba quemando, a un ritmo que la asustaba, mientras una de sus manos jalaba la larga melena de Lupo, la otra descendía hasta tomar su miembro viril, deleitándose cuando al fin lo pudo acariciar, sus venas que sobresalían, era largo, pero no tan grueso como el de Rocco, lo que la hizo sonreír a mitad del desenfrenado beso, “Es de mala educación comparar”, le dijo una vocecilla dentro de su cabeza y ahora
Valentina.Corro en medio de la noche, siento mis músculos tensarse, cada uno de ellos duele, fueron demasiados días drogada y atada, sin embargo, continuo corriendo con la misma desesperación de cuando dieron el aviso de que Eliot había sido asesinado, corro como cuando escapamos de Demetri, corro tratando de escapar de esta vida y mi puto destino, ahora sí que nada volverá a ser lo mismo, ahora si estoy perdida, lo mate, mate a un hombre y juro que se lo merecía, pero ¡Dios mío!, soy Valentina Constantini, ¿he dado la orden para matar a alguien?, solo una vez pedí que mataran a una mujer, a la maldita que lastimo a mamá, por supuesto que no lo hicieron.— Nunca mi hermosa Tina, nunca des una orden cuando estés enojada, menos si una vida está en medio, una vez que des ese paso, nada volverá a ser lo mismo.<
Valentina.En cuanto Donato me informo que los hermanos Zabet estarían en inauguración de la reina de Chicago, corrí a la habitación que ocupaba hacía poco más de un mes, felicitándome que aun podía representar una buena actuación, aun podía manejar mis emociones, aunque no tan bien como lo hacía años atrás, maldición, fue el desayuno más largo y agónico de mi existencia, si no fuera porque Ángelo acariciaba mi muslo, estoy segura de que hubiera tenido una crisis nerviosa, ¿Cómo puede ser que Donato solo me lanzara semejante bomba? Mi hermano es inteligente, tanto como yo, somo mellizos, se podría decir que uno es el reflejo del otro, aunque también que uno complementa al otro, pero esto no tiene sentido, comprendo que no me diera mayor información de porque jugué con mis recuerdos, pero que me lo soltar
El gran día había llegado, la reina de Chicago abriría sus puertas, bajo un manto de polémicas, decenas de personas estaban apostadas fuera del club, con pancartas que tenían leyendas bíblicas, condenando a los adúlteros, pecadores e inmorales, acusando a las entidades gubernamentales por permitir que “un club de pecados” se instalara en Chicago, otros tantos eran simples curiosos que no cumplían los requisitos para acceder a tal lugar, que gritaba lujo desde su fachada, que era lo único visible además de la alfombra roja que marcaba el camino de la acera hasta adentro del mismo infierno, así lo habían llamado algunos cristianos, para los periodistas esta sería la mejor noche de sus carreras, se había filtrado que personas de elite asistirían, vestidos de gala, como si el poder ingresar en aquel club fuera lo mismo que entrar al paraís
Leonzio había terminado de cerciorarse que el sector destinado a las negociaciones estuviera preparado, ya Valentina les había informado que aprovecharía la presencia de los hermanos Zabet para realizar diferentes tratos con ellos, aunque se sentía molesto porque Tina no compartiera todas las ideas y planes con ellos, Ezzio les había dicho que era comprensible la forma en la que su mujer se comportaba, después de todo, ella estaba acostumbrada a guiar y dirigir, antes a su hermano Donato, ahora a ellos, no tenían como imaginar que lo único que buscaba su reina era venganza.— Leo ¿todo está en orden? — su pene palpito de solo recordarla gimiendo su diminutivo el día anterior cuando hicieron el amor en la oficina de ese mismo lugar.— Todo esta tan perfecto como tú. — el mayor no dio rodeo alguno, no pensaba comportarse como Rocco, él ya había estado