Los De Luca jamás habían visto a su reina tan mal, como cuando salió de su cuarto, tanto Ezzio, como sus padres sabían que el comportamiento de la joven se debía al remordimiento que sentía, al comprender que por algo existía la norma de nunca matar a un familiar, la traición podría ser dolorosa, pero los lazos de sangre eran inquebrantables y Tina lo estaba comprobando. Mientras ellos se encargaban de cuidar a la pequeña Dulce.
— Deberías comer algo.
— No y no te atrevas a hablarme, por tu culpa el abuelo Prieto me grito. — Dulce estaba siendo custodiada por Valkiria y Tina, la niña era astuta y cuando su madre se desmallo, aprovecho el descuido de los mayores y fue al jardín en busca de sus únicos aliados, por lo menos hasta que su madre se recuperara, por lo que ahora se encontraba en uno de los sofás y los tigres no dejaban que nadie se acercar
Dicen que las personas nacen con su destino sellado, Valentina creía que el suyo era el mismo infierno, ¿Qué culpa estaba pagando? No podía ser la de ser mafiosa, tampoco la de ser una asesina, ya que su desgracia la persigue desde antes incluso que naciera, desde el minuto uno que su madre supo que estaba embarazada, sentía que solo la habían atormentado, con una pregunta que taladro la mente de Emma durante cinco años, ¿Quién era el padre de los mellizos?, luego cuando al fin descubrieron la verdad, Valentina creyó que al fin la felicidad llegaría a su vida, pero nuevamente se equivocaron, el día que debía ser de júbilo y felicidad para Emma y Noha, ese día en el que se convertirían en marido y mujer, se vio opacado por una loca, que sin el mínimo de remordimiento, abrió el vientre de Emma, obligando a Tina a tomar a su pequeño hermano, Lion, quien a
Donato se removía bajo la atenta mirada de los De Luca, los reyes creían que la culpa que se reflejaba en el rosto del mellizo de su reina se debía al enorme error que había supuesto llevar a su mascota a su boda, no sabían que su cuñado tenía intenciones de matarlos, no tenían como saberlo.— Don, deja de preocuparte, todo saldrá bien. — Donato Constantini pocas veces sintió lo que era la vergüenza, pero en ese momento no podía mantenerle la vista a Rocco.— Déjalo bebé, no gastes ni una palabra en él. — en cambio Valentina sentía la ira y el rencor recorrerla cada vez que posaba sus ojos en su mellizo.— Mi reina, no seas dura con tu hermano, los accidentes pasan. — las palabras de Rocco solo provocaban más resentimiento en la reina de Chicago. Franco cruzo una mirada con Donato, y negó con la cabeza, c
Los médicos y enfermeras del hospital principal estaban acostumbrados a las sorpresas y casos peculiares, en sus años de trabajo habían sido testigos de cientos de estos, pero sin dudas, asistir a un parto en el cual habría seis padres, era algo que jamás habían hecho y de lo que no se podrían librar.— Lo más conveniente sería… — una da las doctoras que estaría a cargo del parto trataba sin éxito de hacerle ver lo lógico a Valentina y eso era que la sala era muy pequeña para que tantas personas estuvieran allí.— Lo más conveniente es que mis hombres entren ahora mismo o les juro…. — Valentina mordió con fiereza sus labios, no gritaría, aunque deseaba hacerlo.— Sera mejor que deje pasar a los señores De Luca, las cosas no están bien allí afuera. — murmuro una enfermera y Va
Dulce veía a su madre caminar de un lado al otro, pero no era eso lo que la estresaba, lo que ponía los pelos de punta a la adolescente, era saber que, por primera vez en diez años, los mellizos Constantini volverían a estar cara a cara, algo había pasado en Italia, algo grande, el mafioso conocido como la sombra de Italia solicito una junta extraordinaria a la mafia mundial, Valentina nuca había concurrido a una, aunque sabía muy bien cómo actuar.— Déjame ir a mí. — dijo Leonzio por quinta vez.— No, la tarjeta dice a la reina de Chicago y esa soy yo. — no podían negar aquello.— Di que estas enferma y…— ¿Qué clase de mafiosa seria si no puedo enfrentar a mi hermano Ezzio?— No se trata de enfrentarlo amor… ya pasaron diez años…— Mi hija pagara su error de por vida, no lo p
Me remuevo en la silla de la salas de juntas, observando la gran mesa que frente a mí se expande, veo a John caminar por el lugar, puedo sentir su estrés e inquietud, Bianca trata de calmarlo, acaricia su rostro y me pierdo en ese detalle, es lindo tener a quien amar, en quien confiar y de donde sacar fuerzas cuando quieres enviar todo al diablo… a no ser que te vuelvas un idiota como sucede con mi mellizo o que cause tu muerte como sucedió con Eliot.— Debes dejar de exponerte de esa manera o no llegaras a conocer a tus nietos.— Me conformo con conocer a nuestro hijo, te amo Tina.— No más de lo que yo te amo Chicco.A mi mente llegan tantos recuerdos de cuando el amor no fue solo un sueño para mí, un suspiro involuntario sale de entre mis labios, ¿estoy nerviosa? No, claro que no, estoy… aburrida, esa es la palabra, aunque debería sentirme eufórica, al fin hoy después de tres años, tendré a esos hijos de puta frente a frente, vere sus rostros y ellos verán el mío, me gustaría matar
Me mantengo con la cabeza en alto, su estatura no me intimida, podrán medir metro ochenta, quizás metro ochenta y cinco Ángelo, pero yo mido metro setenta y cinco y tengo tacones, no, no me siento pequeña, además sé que poseo más bolas que ellos seis juntos y eso que soy mujer.— Entonces hermosa, parece que si te intereso nuestra propuesta. — Rocco es quien habla y lo veo por el reflejo del espejo de las puertas, no creo que este molestando, parece que solo es un idiota y se lo hago saber.— Entonces… realmente eres idiota y yo que pensé que tu forma de actuar era una estrategia, creo que espere demasiado de los De Luca. — la puerta del ascensor se abre y el empleado que está a punto de ingresar solo ve mi rostro antes de palidecer.— Bue-buenas tardes, señorita Valenti- — aprieto el botón para que la puerta se cierre y podamos continuar descendiendo, hubiera tomado el ascensor privado, pero sería darles demasiada información a nuestros enemigos.— Ese hombre casi se orina encima. —
Mi cabeza duele, como lo ha hecho toda esta maldita semana, la odio, odio este mes, odio este día, odio mi vida sin él, bebo un poco más de la… ¿segunda? ¿tercera botella? Quizás sea la cuarta y no me importa, jure no volver a cometer esa estupidez, pero… hay más de una forma de morir, como el alcohol, o mejor aún, caminar de madrugada, sola, vistiendo una falda que apenas me cubre el trasero y una busa que deja a la vista que tan erguidos están mis pezones a causa del frio que azota Chicago en esta época, y como cereza del postre, estoy caminado en uno de los peores suburbios, sí, estoy buscando problemas, estoy buscando mi muerte y eso está bien, solo así podre estar con Eliot.— Eres todo lo que necesito, lo supe desde que éramos niños. — acaricia mi cabello y suspiro sobre su amplio pecho desnudo.— Aun
LeonzioCamino por el pasillo de nuestra casa a la vez que hago tronar mi cuello, esta incertidumbre va a acabar conmigo, todo se está saliendo de control… una vez más.Hubo un tiempo en que éramos los reyes, el centro de Italia fue nuestro territorio por tres generaciones, hasta que la sombra italiana quiso más… y lo obtuvo, llevábamos demasiado tiempo en guerra con el Clan Berlusconi, sin embargo, los podíamos mantener a raya, hasta que la sombra comenzó a atacarnos, tuvimos que dejar lo que era nuestro, correr para poder seguir viviendo, para crear un nevo reino. Creímos que Chicago era un buen lugar, solo un Clan se proclamaba dueño de la ciudad, cuando escuchamos que eran un par de hermanos y que uno de ellos era una mujer, creímos que podríamos con ellos… pero no fue el caso, en estos tres años solo hemos ganado menos de