Valentina.
Me sorprende que el vecindario que eligieron para vivir sea tan simple, aunque al llegar me doy cuenta de que su casa no lo es, estos malditos compraron tres propiedades y la convirtieron en una sola, una enorme casa que, aunque no alcanza a ser una mansión es lo mejor que he visto en este lugar, al ingresar en su enorme garaje, reparo en las seis motos que aquí se encuentran, hermosas, y los autos, contando en el que acabamos de llegar también son seis, clásicos, algo digno de ver, son solo seis, no existe una mujer De Luca, mintieron, sabían que Donato no aceptaría ese trato.
— ¿Te estas arrepintiendo de venir con nosotros reina? — solo cuando Lupo habla reparo en que ya todos descendieron y que los otros tres también están aquí.
— No, claro que no. — respondo al tiempo que diciendo y una vez en frente del rubio barbudo continuo. — Pero quizás sean ustedes los que se arrepientan de traerme.
— Eso nunca hermosa. — Ángelo hace el intento de avanzar a mi lado, pero con una mirada lo hago desistir.
— No te confundas Ángelo, el que este aquí no significa nada, digamos que es mutua colaboración, ustedes me ocultan de mi familia y yo… los ayudo a hacer dinero, pero dinero de verdad.
— En ese caso, por aquí reina. — Lupo le dedica una sonrisa burlona a Ángelo y este solo achica sus ojos, al tiempo que emprendemos el camino al interior de la gran casa.
— ¿Por qué te busca tu familia? O mejor dicho ¿por qué escapas de ellos? — no puedo evitar reír ante las palabras de Salvatore, debe ser que aún estoy bajo los efectos de las drogas que me daban.
— Salvatore, que admitiera que tu mirada hace confesar a cualquiera, no quiere decir que tenga ese efecto en mí. — visualizo un sofá grande blanco y sumamente acolchado que pide por mí, y sin esperar indicación o invitación alguna camino hacia el y me siento, llevando mi cabeza hacia atrás, es cómodo, se siente bien, cierro mis ojos un segundo, estoy a punto de quedarme dormida cuando siento como el sofá se hunde ante el peso de varias personas a mi alrededor, sé que son ellos, aun así, continuo con mis ojos cerrados, no serían capaces de hacerme nada… creo.
— No buscaba tu confesión, solo tengo curiosidad.
— La curiosidad mato al gato o eso dice mi madre. — abro los ojos y veo que tanto Lupo como Leonzio están sentados frente a mí, sus otros hermanos, están a mi lado, Ezzio y Rocco a la derecha, Ángelo y Salvatore a la izquierda, es como si se movieran en grupos de dos, eso es bueno, te sientes seguro, él hecho de saber que podrás tener apoyo, que puedes contar con alguien, se lo que es eso, o alguna vez lo supe.
— Nosotros no somos gatos, pero si no quieres hablar, está bien. — Ezzio, ¿Por qué debes ser tan considerado con una extraña? Suspiro porque de todos modos lo sabrán.
— No escapo de ellos, escapo de lo que representan, además estoy enojada y lo mejor que puedo hacer cuando me enojo es estar sola.
— ¿Qué es lo que representan?
— Tú lo sabes bien Leonzio, lo mismo que representa tu familia para ti, amor, escapo del amor.
— No se puede escapar del amor, eso se siente… — Ángelo no es solo músculos, también piensa y tiene pecas, muchas pecas, lindo.
— Exacto, ese es el problema, yo había podido adormecer mi corazón, lo entrene para querer y amar, pero de lejos, hasta el mes pasado, donde todo se fue a la m****a y… los lastime, les deje ver que tan podrida estoy, que las heridas no se curaron y que el dolor no disminuye, quise que sintieran lo mismo que siento hace tres años y ¿saben qué? Lo único que conseguí fue que me dejaran en un hospital psiquiátrico. — si tuviera que describir la imagen frente a mi seria como un Collage, la variedad de emociones que se reflejan en sus rostros son tantas y tan diferentes, asombro, dolor, enojo, miedo, incredulidad y la última, y la que más me desequilibra. — Chicco, no me veas con lastima, lo odio, no la necesito, ¿sabes que si necesitó? un baño, dime que en algún lugar de esta enorme casa tienen una bañadera y pastillas de espuma y si fuera de colores seria aún mejor. — Rocco comienza a reír, sus carcajadas son grotescas, pero honestas, no es una risa forzada, incluso algunas lágrimas ruedan por sus mejillas.
— Pero ¿qué te sucede? Dime que sabes que no es bueno consumir lo que vendes. — en lugar de hacer silencio ríe aún más fuerte, tanto que el muy idiota me contagia y comienzo a reír, rio por tercera vez en la noche, rio como hacía tres años no lo hacía.
— Basta idiota, para de una vez, me estás haciendo reír. — trato, juro que trato de volver a mi normalidad, pero es imposible cuando Ángelo se le une.
— Perdona a los idiotas y para tu desgracia no están drogados es su estado natural. — las palabras de Salvatore me inquietan. — Creo que nuestras madres si se drogaron durante su embarazo.
De repente un cojín impacto el rostro de Salvatore, Lupo, comenzó a regañarlo por hablar de esa forma de su madre y tía, y de pronto todo se salió de control, estaban dándose golpes en medio de la sala, destrozando todo a su paso, Rocco continuaba riendo al igual que Ángelo, por un momento recordé las veces que John, Tommy y Noha se golpeaban de forma juguetona, como si realmente fueran hermanos jugando y no simples niños que crecieron en un orfanato, extrañaba esos tiempos, cuando solo era una niña. Deje de prestar atención cuando una mano tomo la mía y me jalo, era Leonzio, me hizo señas para que lo siguiera, y lo hice, en él no había nada que me hiciera recordar a Eliot, no era como que los demás se le parecieran mucho, solo la voz de Ezzio y los ojos de Rocco, pero era consiente que ellos no eran Eliot, jamás lo serian y lo más probable fuera que ellos lo hubieran matado, tenía que aprovechar este tiempo, tengo que investigar.
Antes de darme cuenta estábamos ingresado en una habitación, que gritaba macho, por doquier, desde el color oscuro de las maderas del piso, hasta el azul de las paredes, demasiado oscuro, demasiado triste.
— Es mi cuarto. — dijo al verme inspeccionar todo.
— Rayos, disculpa que te lo diga, pero es horrendo. — lo vi negar, pero sonreía.
— Pero tengo una bañera enorme. — dijo y se recostó sobre la puerta, cruzando sus brazos y dejando ver unos enormes músculos.
— Te pareces a mi papá. — dije sin pensar demasiado y su rostro se arrugo confundido.
— ¿Qué?
— Noha, es como tú, se muestra como un hombre duro, muchos músculos, mucha tinta, y muchas veces puede perder el control, pero en el fondo, es un fortachón… olvídalo, iré por ese baño, creo que aún hay demasiada droga en mi sistema. — Leonzio deja la pose relajada que tenía y ahora me ve con seriedad y algo más.
— ¿Como que droga en tu sistema?
— Ya lo dije, escape de un psiquiátrico, si demore un mes fue porque me mantenían sedada, de lo contrario…
— Ellos en verdad te internaron, te dejaron allí…
— Los obligué, todo lo que hice, lo que dije… ellos sabían que no estaba bien.
Ingrese sin decir más al baño, también azul, Dios, que gusto horrible, en fin, la bañadera si era grande, hermosa, porcelana blanca y para mi asombro, si tenía pastillas de burbujas, me pregunto si fue por esto por lo que Rocco comenzó a reír, quien viera a Leonzio no se lo imaginaria en una bañera rodeado de espuma… no, no debo imaginar eso, Dios ¿qué tipo de droga me daban?
Salvatore.
Golpeo a Rocco una vez más en las costillas, si no fuera por sus estupideces, aun estaría sentado al lado de Valentina, Valentina, hermoso nombre, suena a valiente y divertida, ¿hace cuanto que no me divierto? No es como que soy un anciano, pero yo a diferencias de mis hermanos y mis primos, veo las cosas de otra manera, siempre me sentí fuera de lugar, salvo por la violencia, es el único momento donde conecto tanto con mis hermanos como con los demás, los medico dicen que es por el trauma que causo el hecho de que mataran a una mujer mientras la follaba, claro que hay un pequeño detalle que el doctor nunca supo y es que… fui yo quien la mato, grotesco, repugnante, puede ser, pero se sintió bien, demasiado bien, tanto que desde ese día no volvía a estar con ninguna más, no es como que lo hubiera planeado, solo sucedió, la asfixie, ese era nuestro juego, yo apretaba su cuello mientras la penetraba, ella comenzaba desesperarse y su vagina apretaba cada vez más mi pene, se había vuelto nuestro fetiche, hasta esa noche que aprete de más, lo sabía, podía sentir como se desesperaba cada vez más, como se retorcía bajo mis manos, me gusto, y cuando quise parar, ya era tarde, fue difícil dispararle y hacerle creer a todos que me habían atacado en aquel hotel, pero… si mi familia supiera la clase de monstruo que soy, estoy seguro que no me permitirían estar seca de ninguna mujer, menos de Valentina, y si debo ser honesto, incluso yo sé que no podre estar con ella, no sin correr el riesgo de hacerle daño, no me arriesgare, mejor dicho, no la pondré en peligro, no a ella, no a nuestra reina.
Leonzio aparece frente a nosotros, su rostro oscuro nos pone en alerta, a mi más que a nadie, lo conozco de sobra, es mi hermano mayor.
— Ella no mentía, estaba en un psiquiátrico. — lanza su teléfono móvil a Lupo y todos nos acercamos.
— Fuentes policiales nos han informado que una mujer de unos 21 años con graves problemas mentales escapo esta noche del hospital psiquiátrico de la ciudad, su fuga se cobró la vida del doctor Gregori Rank, respetado psiquiatra y psicólogo de Chicago, se solicita a toda la comunidad tener sumo cuidado, no abrir las puertas a desconocidos, la joven de la cual no trascendió su nombre pero si su descripción es sumamente peligrosa, a continuación el jefe de policía de la ciudad nos dará las instrucciones a seguir.
— La fugitiva es una mujer de 21 años, tez blanca, ojos aguamarina, metro setenta y cinco, delgada, al momento de fugarse llevaba ropa deportiva brindada por la institución de algodón color negra, zapatillas tenis sin cordones.
— Disculpe oficial, ¿nos podría decir el motivo por el cual no dan su nombre, si es una persona tan peligrosa?
— Por las políticas de confidencialidad del hospital, ahora como les decía se recomienda… — Lupo apaga el teléfono, todos están en silencio y mi furia crece de a momentos.
— ¿Qué pasa? — pregunto entre dientes y alejándome de ellos.
— ¿A qué te refieres? — pregunta Rocco con total seriedad.
—A esta m****a de silencio, a tu rostro serio, a la mirada preocupada de Lupo, ¿acaso ya no la ven como posible pareja? ¿el miedo les gana? — escupo con furia, porque yo si la deseo.
— ¿De qué hablas idiota? Yo no tengo miedo, ni me arrepiento, solo trato de pensar que es lo que está sucediendo. — a Ángelo siempre le cuesta más comprender las cosas, más en este momento.
— Es claro, su familia la interno y ella hizo lo necesario para escapar, ¿Qué más debes pensar? — trato de facilitarle toda la información.
— En sus muñeca, o por lo menos yo estoy pensando en eso Salvatore, vi sus muñeca, la cicatriz que cubre con ese maldito brazalete, y lo acabas de escuchar, ella tiene tendencia suicida, quizás fue por eso por lo que su familia la interno. — Rocco interfiere, no sonríe y odio cuando hace eso, se ve demasiado tenebroso con tanta seriedad.
— No me importa, si ese fuera el caso el deber de una familia es ayudar, no abandonar y algo me dice que eso hicieron con ella.
Me largo de la sala, sin inmutarme por los gritos de Leonzio, menos por los de Lupo, solo me preocupa ella, puede que no la toque jamás, no importa, me conformo con verla, estar a su lado, se lo que es sentirse fuera de lugar, sentir que no encajas, que eres raro, que algo está mal en ti, cuando quizás sean lo demás los que están mal.
Abro la puerta del cuarto de Leonzio, sé que está aquí, es el único que compra esa m****a de burbujas de jabón, me quedo inmóvil al ver a la mujer frente a mí, sus largas piernas, su redondo trasero, su espalda aun un poco húmeda, me ve por el reflejo del espejo, al tiempo que termina de colocarse una camiseta de algodón negra de Leonzio, una que cubre justo debajo de sus redondo y muy deseable trasero.
— No tienes ropa interior. — digo con la voz más ronca de lo habitual y ella me ve como si fuera un perro callejero que acaba de entrar a la recamara y no un hombre que la acaba de ver desnuda, por lo menos su parte trasera.
— No pienso ponerme un bóxer de tu hermano a ver si me pego una enfermedad. — las comisuras de mis labios hacen una mueca, si Leonzio la oyera estaría en problemas, muchos problemas.
— Mi hermano no tiene ninguna enfermedad, siempre se protege de ello y de dejar hijos regados por cualquier lado. — doy dos pasos en su dirección y ella me advierte con la mirada, o no, no me lo harás a mí, yo no soy Ángelo, por lo que continúo caminando.
— Aun así, me enseñaron que la ropa interior no se comparte. — no se inmuta por mi cercanía, ni siquiera cuando llevo mi mano a un lado de su frágil cuerpo, tomo el cepillo y le hago una seña con la cabeza para que voltee, lo hace, cosa que me sorprende, es como si no viera peligro en mí, mmm grave error.
— ¿Quieres que envié a alguien por un conjunto? — la veo hacer una mueca, pero sé que no es porque le esté cepillando el cabello, sino por mí pregunta.
— No, gracias, aunque no lo parezca tengo gustos caros, mi piel me obliga, para ser honestos, desde que era pequeña, Noha gastaba mucho dinero en comprar ropa interior de buena calidad y de grande le tome el gusto a la lencería fina. — levanta sus hombro sin darse cuenta de que el hecho de que hable de su ropa interior esta hacendó palpitar mi pene.
— En ese caso mañana iré a una buena tienda, ¿algún color en especial? — sus ojos brillan con picardía, m****a, se ve sexi.
— Sorpréndeme. — duro, así estoy y así quedare gracias a ella.
— Lo hare, créeme. — dejo el cepillo en el lugar y cuando estoy a punto de marcharme, ella me detiene.
— ¿Me dejaras sola? — la observo sin comprender a lo que se refiere.
— Creí que estabas cansada, por lo menos tus ojeras dicen eso. — suspira con pensar y asiente.
— Lo estoy, estoy muy cansada, pero… — se muerde el labio, es la primera vez que se ve insegura, nerviosa, y eso me gusta aún más, que verla segura de sí misma. — ¿Podrías hacerme compañía hasta que me duerma?
Afirmo con mi cabeza, conozco esa soledad que baila en sus ojos, la he padecido, sin importarme una m****a que a Leonzio le dé un ataque de ira por usar su cama, me recuesto sobre ella, Valentina sin embargo corre las mantas y se cubre hasta el cuello, lo cual me hace sonreír.
— No pienso hacer nada, no debes preocuparte. — no por mí por lo menos.
— No estoy preocupada, si vine con ustedes es porqué por muy extraño que parezca no los encuentro peligrosos, es como si viera rastros de mi familia en cada uno, solo me cubro porque tengo frio, ¿Por qué los hombre abusan del aire acondicionado? — me recuesto aún más cerca de ella tratando de darle un poco de calor, no se aleja, por lo que sonrió para mis adentro, podría apagar el aire, pero no lo hare, si fuera por mi lo subiría aún más, pero se daría cuenta.
— ¿No te sientes incomoda durmiendo con un hombre a tu lado? — suspira, no sé cuántas veces la he visto suspirar, no solo hoy, desde que la conocimos, por lo que estudie para parecer realmente traumado, por el supuesto asesinato, de mi supuesta novia, es algo que hacen las personas cuando tienen o sufren de angustia.
— Donato y yo somo mellizos, compartí el vientre de mi madre con él, y cuando nacimos… siempre estuvimos juntos, hasta que cada uno encontró a alguien.
— Tu encontraste al tal Eliot, ¿verdad? — queda en silencio, por tanto, tiempo que creo que se ha dormido.
— No, fue Eliot quien me encontró, nos conocimos cuando éramos niños, yo tenía 5 años y él 10… prometió que sería mi esposo y Donato casi rompió su cara… nunca creí que realmente me buscaría.
— ¿Por qué fuiste a nuestro territorio aquel día? — odio la sonrisa estúpida que se le hace en el rostro, no es por la sonrisa en sí, es porque sonríe por el muerto.
— Se cumplían tres años de su muerte… lo estaba olvidando, cada día me sumía más en la miseria, trataba de recordar cualquier cosa de él, pero cada día olvidaba algo… siento que lo estoy traicionando, al olvidarlo.
— Eso sería lo más sano y natural, no puedes vivir recordando a un muerto.
— ¿Quién dijo que quiero vivir?
— Te internaron porque querías matarte ¿verdad?
— No, me internaron porque sabían que tarde o temprano aceptaría venir con ustedes y ser su esposa. — me pongo de pie y la veo incrédulo, solo para ver como rompe a reír a carcajadas. — Salvatore, eres tan estúpido como Rocco, claro que me internaron porque temían que me mate, ahora sal de aquí idiota.
Acaba de jugar conmigo, me hizo ver como un idiota, pero esta me las paga. Salgo de la habitación dando un portazo, solo para encontrar a todos mis hermanos y primos en el pasillo.
— No puedo creer que seas tan idiota. — dice Leonzio cuando termino de contar lo sucedido en la habitación.
— Tina es muy inteligente. — el comentario de Ezzio hace que lo veamos raro.
— ¿Crees que burlarse de mi sea algo inteligente? Vamos Ezzio, sabes que odio las bromas o peor aún que me jodan y ella lo hizo. — mis manos están en puño, si no fuera ella ya la hubiera matado por atreverse a reírse de mi
— Primero, no se burló de ti, estaba viendo tu reacción, estoy seguro, ella no acepto nuestra ayuda porque no tenía más opción, ella quiere estar aquí, quizás realmente este pensando en ser nuestra, pero debe querer ver qué lugar ocupara, si nuestro interés es verdadero o solo la queremos follar. — Ezzio a pesar de ser el más joven, es al que mejor se le da pensar y ser empático con los demás.
— Eso tiene sentido, después de todo se mostró muy amable cuando fuimos a la empresa, se aseguró que salgamos vivos. — Ángelo está participando de la conversación, eso es algo nuevo, él siempre se mantiene al margen de casi todo.
— Además salvo mi vida, eso es algo, si no le interesara en nada hubiera dejado que su hermano me mate.
— No me recuerdes eso Rocco, que aun quiero matarte por ponerla en peligro. — a Lupo no le fue suficiente con los golpes que le dio ese día a Rocco, y eso es porque Tina le mueve algo que va mucho más allá que su pene.
— Bien Supongamos que es así, que es lo segundo. — observo la sonrisa de satisfacción de Ezzio, si idiota, estaba prestando atención y eso solo se debe a que hablan de mi reina.
— Que ella sabe que tu no le harás nada, y no por qué no sepa lo peligroso que eres, ya la escucharon en la fábrica, ella reconoció abiertamente que nadie en su cinco sentidos te pediría clemencia, sabe que de todos eres el más sádico. — esa frase me molesta, ¿soy sádico? Quizás, pero no tiene por qué decirlo como si fuera algo malo.
— Ella nos lee como malditos libros, no me gusta.
— ¿Que pasa Leonzio? temes que se dé cuenta que no eres más que un dulce osito. — Rocco terminará con los ojos negros una vez más, pero es su estado natural ser un tarado.
— Lo dices una vez más y te golpeare.
— ¿En qué piensas Lupo? no está en ti estar tan callado.
— En todo lo que hemos escuchado estos tres años, siempre imaginamos que nos enfrentábamos a dos hermanos que tendrían por lo menos 40 años, no dos niños de 21.
— No comprendo. — todos vemos a Rocco con cara de “lo sabemos” creo que lo hemos golpeado demasiado y su cabeza ya no funciona como es debido.
— Son inteligentes, eso es lo que más escuchamos en las calles, y llegado el caso son tan despiadados como sus abuelos, Marco dejo un legado de sangre, pero dicen que Greco era incluso peor, porque no conocía el miedo, mucho menos los límites, Donato y Valentina tienen el título de los jefes de la mafia en Chicago, y no creo que sea por solo llevar el apellido Constantini, sino porque son iguales o peores que sus abuelos.
— ¿Crees que es una trampa? ¿piensas que estuvo oculta un mes en alguna isla del Caribe? ¿Qué su poder es tan grande como para que la policía haga un circo frente a los periodistas? — estoy a punto de perder el control, lo golpeare, pero esta vez será de verdad y no solo para divertirnos.
— Tranquilo Salvatore, Lupo tiene razón en desconfiar, nosotros mismos fuimos testigos de cómo a Donato no le tembló la mano para dispararle a Rocco, pero a favor de Tina… todos la vimos esa noche, al igual que ahora, sus ojeras, sus marcas, incluso le dijo a Leonzio que aun debía de estar drogada, creo que todo lo que dijo esta noche fue por las drogas que aún están en su sistema, mañana no será la misma, mañana comenzaremos a conocer a la verdadera Valentina Constantini.
Las palabras de Ezzio en lugar de traer calma solo logra alterarnos más, porque, sí que se nos hará difícil llegar a ella, aún peor, descifrar como piensa.
ValentinaPiso el acelerador mientras mi corazón late desenfrenado, las calles se me hacen eternas y el tiempo se ha detenido, el aire comienza a faltarme mientras las lágrimas caen, las ignoro, no tengo tiempo para quitarlas de mi rostro, esto es una pesadilla, la más horrible, sé que en cualquier momento Eliot me despertara, debe hacerlo, porque estoy a punto de llegar, por favor amor, te lo suplico, despierta a la idiota de novia que tienes, vamos Chicco, despiértame… presiono el freno a mitad de la calle y quedo con la vista fija en la esquina de la acera, allí donde se une la calle en la que está detenido mi automóvil y la calle que lleva a la fábrica donde encontramos a nuestro abuelo muerto, lo veo, mientras la llovizna cae, obligo a mis músculos a moverse, abro la puerta y bajo, cada paso me acerca a la realidad… no, me lleva a la verdadera p
El día estaba llegando a su fin, Valentina seguía alerta a todo lo que pasaba a su alrededor, aún estaba buscando comprender que era lo que los De Luca querían de ella realmente, a mitad de la tarde, había solicitado una habitación, y aunque Leonzio le dijo que podía quedarse en la de él, ella le fue franca.— No puedo dormir en tu cuarto, es demasiado horrible para mi gusto. — el hombre que en Italia había causado miedo de solo arrugar su entrecejo quedo en silencio ante la queja de su mujer.— Puedes dormir en mi habitación Tina.— No me gustan los colores oscuros Ezzio.— Mi habitación es la única que esta pintada de blanco. — Rocco sonrió al tiempo que levantaba sus cejas de manera juguetona.— Tampoco me gustan los colores claros.— ¿Todas las mujeres son así de complicadas? — se
Valentina veía su rostro reflejado en el espejo, sus ojos brillosos y su amplia sonrisa eran casi las mismas de antaño, en su mente los recuerdos de cuando engaño a su tío Demetri se repetían y se comparaban con el reciente recuerdo de como embauco a seis hombres, como los dejo en silencio y afectados de sobre manera todo por una insípida lagrima, claro que tendrían que ovacionarla de pie y entregarle un premio por como los había engañado, como si ella realmente fuera tan débil o blanda, incluso tuvo que correr al baño, para evitar carcajearse frente a ellos.— Valentina abre por favor, Lupo no quiso lastimarte, él tiene problemas de ira, juro que no volverá a pasar, estas segura con nosotros. — tuvo que ahogar una carcajada ante el pedido de Ángelo, si Donato pudiera verla en este momento, estaría orgulloso de ella.— Estoy bien Ángelo, sol
Rocco tomo un baño con agua fría, se recriminaba mentalmente el hecho de haber eyaculado dos veces en sus pantalones por el solo placer de ver a su reina de ese modo, tan irreal, tan candente, pero, al fin y al cabo, se sentía un estúpido, sabía que su mente no trabajaba al mismo nivel que la de los demás, y ahora le tenía que sumar que se podría categorizar como que sufría de eyaculación precoz, ¿Qué le podría brindar él a su reina? Sabia la respuesta, nada, más que ser una carga.Se coloco unos bóxer negros y estaba a punto de arrojarse a la cama cuando su puerta fue tocada, lo que menos deseaba era la burla de sus hermanos o primos.— ¡Largo, quiero estar solo! — no, definitivamente no estaba de humor, sentía ganas de golpear algo o a alguien, ¿a quién le quería mentir? quería patearse por ser un bueno p
Rocco sonreía sin poder o querer evitarlo, si lo que su reina quería era verlo feliz, pues lo había conseguido, se sentía el hombre más afortunado del mundo entero, a tal punto que poco le importo abrir la puerta aun con los pantalones a la altura de las rodillas, mientras su reina se deleitaba viendo ese trasero redondo y pálido.— ¿Sí? — pregunto como si sus primos y hermanos no hubiera escuchado los gemidos de ambos.— Toma. — fue todo lo que Salvatore dijo y acto seguido entrego un pack de tollas húmedas.— Gracias hermanito. — el de ojos negros solo lo vio en silencio, pero Rocco no necesitaba oírlo decir nada, sabía perfectamente que Salvatore quería matarlo, se suponía que la enamorarían, se esperaba que Leonzio o Lupo avanzaran primero, ellos eran los mayores, pero ¿quién era él para contradecir a su r
Los De Luca no comprendían la forma en la que la familia Constantini se manejaba, o quizás era el hecho que ellos eran unos verdaderos animales, acostumbrados a hacer su voluntad y acabar con quien no estuviera de acuerdo, pero solo basto con que Valentina Constantini llegara a su vida para que todo cambiara a tal punto que ahora estaban tomando café mientras discutían el futuro de su clan, Leonzio y Lupo se miraban con incredulidad, sentían la necesidad de hacerle ver a los mellizos que tan niñatos parecía su forma de llevar una reunión de esa índole, pero quedaron en silencio, al notar la tensión que se esparcía en el restaurante.— Entonces los señores De Luca serán nuestros socios ¿verdad? — John sería el encargado de hacer validar los acuerdos y la supuesta asociación, ya que era el abogado de la familia.— No tío, ellos son míos, mis socios. — para ninguno de los seis paso desapercibido la forma posesiva en la que Valentina dijo aquello, estaban encantados.— Y tú eres mi socia
Los días que siguieron a la interesante propuesta de Valentina, pasaron tan rápidos como el agua escurre entre la arena de la playa, y es que no era para menos, cada uno de los De Luca tenía un trabajo que hacer y el cual requería toda su atención, deshacerse de las drogas, vender armas y comprar un nuevo cargamento más moderno, llevar los sobres llenos de dinero, con el que su reina compraba permisos de construcción y el silencio de algunos funcionarios, acondicionar el viejo club de los reyes de Chicago y controlar la construcción del nuevo club, en las tierras donde una vez estuvo la empresa de Marco Constantini. Decir que no daban abasto con todo el trabajo era quedarse cortos, al caer la noche estaban tan agotados que solo podían procurar que su mujer descansara, posponiendo de esa forma el ofrecimiento de Valentina de enseñarles a utilizar cada objeto del amplio catálogo, pero eso no quería dec
Los gemidos de Valentina que en un principio eran fuertes y claros se vieron acallados de un momento a otro, gracias a la boca y lengua de Lupo, que no solo la silenciaba, también le quitaba hasta el último suspiro de su interior, cuando sus manos varoniles la elevaron del sofá, para dejarla en cuclillas sobre él, que quedo sentado en el afortunado sillón de cuero blanco, la joven Constantini al fin estaba tomando control de su cuerpo, ese que le exigía calmar el deseo de ser tomada, el que la estaba quemando, a un ritmo que la asustaba, mientras una de sus manos jalaba la larga melena de Lupo, la otra descendía hasta tomar su miembro viril, deleitándose cuando al fin lo pudo acariciar, sus venas que sobresalían, era largo, pero no tan grueso como el de Rocco, lo que la hizo sonreír a mitad del desenfrenado beso, “Es de mala educación comparar”, le dijo una vocecilla dentro de su cabeza y ahora