Valentina.
No puedo dormir, me gustaría decir que es la emoción de que la inauguración de la reina saliera más que bien, pero estaría mintiendo y no quiero, no quiero mentir más, no deseo imaginar cosas que no son, ya no quiero escapar de esta realidad, la correcta, la única que puede existir, y por lo menos me voy a permitir ser honesta conmigo misma, una honestidad brutal que está gritando cada célula de mi ser y es que me enamore de Rocco. Suspiro derrotada y vuelvo a girar en la cama maldiciendo que sea tan estúpida, pero en mi defensa… Rocco es tan inocente, podrá ser una montaña de músculos que estoy segura podría matar a quien sea con sus manos, pero cuando está conmigo es tan dulce, sincero, tan… Rocco.
Camino al balcón y veo a Valkiria, esta como loca, sabe que estoy aquí, no me ha olvidado y yo tampoco, nunca podr&
Valentina.— Caimancito, tu hijo es una belleza, pero poco hablador. — el moreno sonríe de lado por mi comentario.— Su madre dijo que siempre fue así y Felipe dice que solo hay que dejarlo, que no tiene nada de malo que hable poco.— ¿No será porque mi príncipe habla demasiado? — las carcajadas de Carlos inundan la camioneta, pero Donato continua serio, ajeno a mi platica sin sentido.— ¿Me dirás que te pasa? — Don me ve y muerde su labio, aquí pasa algo grande. — ¿Desde cuándo no me tienes confianza? — Carlos nos ve por el espejo retrovisor de la camioneta, en silencio, nunca le gusta vernos discutir.— No es eso… sé que te molestaras cuando te diga.— Si lo sabes solo dilo y mi enojo pasara más ráp
Lupo vio a Leonzio, el fuego en los ojos de ambos era más que obvio, su mujer no solo estaba molesta, sino que su almuerzo casual estaba arruinado y sin detenerse a pensar en nada, Lupo fue por Ezzio y Leonzio tomo a Ángelo, mientras Salvatore y Rocco abrían la puerta del patio trasero.— ¿Qué haces? — la pregunta de Ángelo no fue respondida, y tampoco pudo decir nada más, ya que Salvatore le dio el primer golpe en la boca del estómago.— ¡Se volvieron locos! — Ezzio grito con asombro, pero también fue silenciado, pero este por Rocco.— ¿Es lo único que sabes hacer? — dijo el de ojos grises, golpeando una vez más el abdomen de su primo. — ¡¿Decir que todos estamos locos?! — un golpe más fue dado. — ¿Cómo te atreviste a decir que ella está loca? — el tercer golpe se lo dio en
Leonzio.La lluvia caía golpeando el cristal, el día estaba gris, como haciendo eco de la larga noche que habíamos pasado, aun así, para mí, era el mejor de los días, porque mi mujer estaba con vida.Deje de ver por el cristal, para tomar mi lugar como el mayor, el líder, o por lo menos lo seria mientras nuestra mujer se recupera, porque debo admitir que ella es la única que nos puede liderar, ella es la reina, pero ahora venia lo más difícil, debía convencer a todos de que se marchen a descansar y eso incluía al mellizo de Valentina, Donato Constantini al fin se había ganado mi confianza, demostrándome una vez más que ellos estaban criados con viejas leyes, normas que eran más justas que las que se establecen en el libro sagrado, pensar que esperaba que llegara apuntando con su arma a todos y culpándonos por el hecho de que su herm
Valentina.Las manos me tiemblan al colocarme la chaqueta, fuera las gotas de agua siguen cayendo, el sol se está ocultando y las penumbras comienzan a devorar todo a su paso, es cuando mi mente me lleva a ese día, uno tan parecido a este que cuesta diferenciarlo.— Mamá, ¡Eliot no está!— Tranquila hija, ¿de qué hablas? ¿A dónde fue ese bueno para nada ahora?— Ese es el problema mama, no lo sé, no sé a dónde se fue ¡pero se llevó a Dulce!— ¿Dónde estás? ¿Qué paso?— Estoy en mi casa, le exigí que se fuera, seguí tu consejo mamá, ya no lo quero, discutimos, y él solo se encerró en la habitación de huéspedes, entonces bañe a Dulce para tranquilizarme y luego la
Rocco.Estoy en el puto infierno, claro que lo estoy, no podía ser de otra manera teniendo a Valentina a mi lado, mejor dicho, a nuestro lado, sé que necesitaba a ese demonio que tiene de hija en su vida para sentirse completa, pero me lleva el mismo diablo, pequeña ratita ¿Cómo pudo atreverse a poner a mi reina en mi contra?— ¿En qué piensas? — Salvatore es el único que muestra un poco de misericordia, esperando por mí, ya que Tina y los demás no solo no han dicho ni media palabra en todo el viaje, sino que apenas hemos llegado a nuestro hogar, ellos solo se fueron a dentro, dejándome atrás.— ¿Tú que crees hermanito?— Maldecir a la princesa en tu mente no te salvara, mejor dile lo que paso y todo estará claro para ella, te perdonara, estoy seguro de que eres su debilidad.— ¿A qué te
Yo soy la reina de Chicago, eso es lo que había dicho Valentina y era lo que se repetía en la cabeza de seis hombres, que ya casi no dormían, no importaba que hicieran, a quien amenazaran o la recompensa que ofrecieran, nadie traicionaba a Valentina Constantini, la joven tenía a Chicago bajo su poder y tarde los De Luca comprendieron que su mujer decía la verdad, ella no los necesitaba, porque ella reinaba esas tierras desde siempre.— Hola princesa. — Rocco había optado por vigilar la mansión de Prieto, estaba seguro de que Valentina estaba allí, pero luego de tres días sin ver o tener noticias de su mujer decidió ir tras Dulce.— ¿Cómo rayos entraste? No, mejor dime ¿cómo hiciste para que Tina no te ataque? — la pequeña se encontraba en el sector oeste del inmenso jardín, aquel sitio estaba sin vigilancia, solo la familia podí
Mientras Franco estaba más que alegre disfrutando de la cara de terror con la que sus hijos veían a quien en teoría seria su esposa, sus esposas esperaban una explicación que Valentina no pensaba dar.— Dulce, ven, debemos hablar. — dijo con total seriedad.— Mi reina… — a Rocco poco le importaba si su madre y tía se enojaban por el apodo que le había concedido a su mujer, solo quería asegurarse que no se enojara con su pequeña socia. — Tu no serias capaz de castigar a la princesa, ¿verdad? — Fiorella hizo trinar sus dientes, pero aun así se mantuvo en silencio, mientras Antonella fruncia las cejas con molestia.— No veo el motivo por el cual deba castigarla, solo quiero aclararle que la palabra abuelo y padre, no se las debe decir a cualquiera. — respondió con rostro sereno, aunque en su interior una tempestad de sentimientos encon
Valentina estaba a punto de dormirse, cuando las detonaciones irrumpieron la paz del lugar, su primera reacción fue tomar en brazos a su pequeña, quien para su sorpresa no estaba asustada, pero era de esperar, Dulce sabía perfectamente que, al lado de su madre, nada malo le sucedería.— ¿Saldremos? — pregunto colgada del cuello de su madre, con las piernas enredadas en la cintura de la joven, quien estaba tomando un arma de la mesa de noche.— Debemos llegar a la cocina, quiero que escuches con atención Dulce. — dijo con firmeza, viéndola a los ojos y su pequeña asintió con la cabeza. — Te llevare a la despensa, te quedaras allí hasta que yo te llame, no saldrás en ninguna circunstancia.— Pero mami…— Dijo el abuelo que quieres ser como yo, una mafiosa. — corto las quejas de la niña, tratando no solo de calmar a la pe