Valentina.
Las manos me tiemblan al colocarme la chaqueta, fuera las gotas de agua siguen cayendo, el sol se está ocultando y las penumbras comienzan a devorar todo a su paso, es cuando mi mente me lleva a ese día, uno tan parecido a este que cuesta diferenciarlo.
— Mamá, ¡Eliot no está!
— Tranquila hija, ¿de qué hablas? ¿A dónde fue ese bueno para nada ahora?
— Ese es el problema mama, no lo sé, no sé a dónde se fue ¡pero se llevó a Dulce!
— ¿Dónde estás? ¿Qué paso?
— Estoy en mi casa, le exigí que se fuera, seguí tu consejo mamá, ya no lo quero, discutimos, y él solo se encerró en la habitación de huéspedes, entonces bañe a Dulce para tranquilizarme y luego la
Rocco.Estoy en el puto infierno, claro que lo estoy, no podía ser de otra manera teniendo a Valentina a mi lado, mejor dicho, a nuestro lado, sé que necesitaba a ese demonio que tiene de hija en su vida para sentirse completa, pero me lleva el mismo diablo, pequeña ratita ¿Cómo pudo atreverse a poner a mi reina en mi contra?— ¿En qué piensas? — Salvatore es el único que muestra un poco de misericordia, esperando por mí, ya que Tina y los demás no solo no han dicho ni media palabra en todo el viaje, sino que apenas hemos llegado a nuestro hogar, ellos solo se fueron a dentro, dejándome atrás.— ¿Tú que crees hermanito?— Maldecir a la princesa en tu mente no te salvara, mejor dile lo que paso y todo estará claro para ella, te perdonara, estoy seguro de que eres su debilidad.— ¿A qué te
Yo soy la reina de Chicago, eso es lo que había dicho Valentina y era lo que se repetía en la cabeza de seis hombres, que ya casi no dormían, no importaba que hicieran, a quien amenazaran o la recompensa que ofrecieran, nadie traicionaba a Valentina Constantini, la joven tenía a Chicago bajo su poder y tarde los De Luca comprendieron que su mujer decía la verdad, ella no los necesitaba, porque ella reinaba esas tierras desde siempre.— Hola princesa. — Rocco había optado por vigilar la mansión de Prieto, estaba seguro de que Valentina estaba allí, pero luego de tres días sin ver o tener noticias de su mujer decidió ir tras Dulce.— ¿Cómo rayos entraste? No, mejor dime ¿cómo hiciste para que Tina no te ataque? — la pequeña se encontraba en el sector oeste del inmenso jardín, aquel sitio estaba sin vigilancia, solo la familia podí
Mientras Franco estaba más que alegre disfrutando de la cara de terror con la que sus hijos veían a quien en teoría seria su esposa, sus esposas esperaban una explicación que Valentina no pensaba dar.— Dulce, ven, debemos hablar. — dijo con total seriedad.— Mi reina… — a Rocco poco le importaba si su madre y tía se enojaban por el apodo que le había concedido a su mujer, solo quería asegurarse que no se enojara con su pequeña socia. — Tu no serias capaz de castigar a la princesa, ¿verdad? — Fiorella hizo trinar sus dientes, pero aun así se mantuvo en silencio, mientras Antonella fruncia las cejas con molestia.— No veo el motivo por el cual deba castigarla, solo quiero aclararle que la palabra abuelo y padre, no se las debe decir a cualquiera. — respondió con rostro sereno, aunque en su interior una tempestad de sentimientos encon
Valentina estaba a punto de dormirse, cuando las detonaciones irrumpieron la paz del lugar, su primera reacción fue tomar en brazos a su pequeña, quien para su sorpresa no estaba asustada, pero era de esperar, Dulce sabía perfectamente que, al lado de su madre, nada malo le sucedería.— ¿Saldremos? — pregunto colgada del cuello de su madre, con las piernas enredadas en la cintura de la joven, quien estaba tomando un arma de la mesa de noche.— Debemos llegar a la cocina, quiero que escuches con atención Dulce. — dijo con firmeza, viéndola a los ojos y su pequeña asintió con la cabeza. — Te llevare a la despensa, te quedaras allí hasta que yo te llame, no saldrás en ninguna circunstancia.— Pero mami…— Dijo el abuelo que quieres ser como yo, una mafiosa. — corto las quejas de la niña, tratando no solo de calmar a la pe
Valentina.Se veía tan hermosa, tan culta, toda una dama de sociedad, pero cada vez que veía a mi madre sus ojos que siempre parecían brillar se cubrían con la oscuridad del odio y recelo, no la comprendía, mi madre siempre fue muy amable con ella, incluso cuando la hecho del orfanato.— Abuelita.— Dime princesa. — ella fue la primera en llamarme de esa forma, mi abuela Camelia.— ¿Por qué no quieres a mi madre? — sus ojos se clavan en los míos, con asombro, pero también con pena.— No es que no la quiera… es difícil de explicar.— Pero tú la echaste, nos dejaste en la calle…— No a ustedes, nunca quise que ustedes sufrieran, solo quería que tu madre hiciera lo correcto, ustedes son Constantini, debían vivir en esta mansión.
Los De Luca jamás habían visto a su reina tan mal, como cuando salió de su cuarto, tanto Ezzio, como sus padres sabían que el comportamiento de la joven se debía al remordimiento que sentía, al comprender que por algo existía la norma de nunca matar a un familiar, la traición podría ser dolorosa, pero los lazos de sangre eran inquebrantables y Tina lo estaba comprobando. Mientras ellos se encargaban de cuidar a la pequeña Dulce.— Deberías comer algo.— No y no te atrevas a hablarme, por tu culpa el abuelo Prieto me grito. — Dulce estaba siendo custodiada por Valkiria y Tina, la niña era astuta y cuando su madre se desmallo, aprovecho el descuido de los mayores y fue al jardín en busca de sus únicos aliados, por lo menos hasta que su madre se recuperara, por lo que ahora se encontraba en uno de los sofás y los tigres no dejaban que nadie se acercar
Dicen que las personas nacen con su destino sellado, Valentina creía que el suyo era el mismo infierno, ¿Qué culpa estaba pagando? No podía ser la de ser mafiosa, tampoco la de ser una asesina, ya que su desgracia la persigue desde antes incluso que naciera, desde el minuto uno que su madre supo que estaba embarazada, sentía que solo la habían atormentado, con una pregunta que taladro la mente de Emma durante cinco años, ¿Quién era el padre de los mellizos?, luego cuando al fin descubrieron la verdad, Valentina creyó que al fin la felicidad llegaría a su vida, pero nuevamente se equivocaron, el día que debía ser de júbilo y felicidad para Emma y Noha, ese día en el que se convertirían en marido y mujer, se vio opacado por una loca, que sin el mínimo de remordimiento, abrió el vientre de Emma, obligando a Tina a tomar a su pequeño hermano, Lion, quien a
Donato se removía bajo la atenta mirada de los De Luca, los reyes creían que la culpa que se reflejaba en el rosto del mellizo de su reina se debía al enorme error que había supuesto llevar a su mascota a su boda, no sabían que su cuñado tenía intenciones de matarlos, no tenían como saberlo.— Don, deja de preocuparte, todo saldrá bien. — Donato Constantini pocas veces sintió lo que era la vergüenza, pero en ese momento no podía mantenerle la vista a Rocco.— Déjalo bebé, no gastes ni una palabra en él. — en cambio Valentina sentía la ira y el rencor recorrerla cada vez que posaba sus ojos en su mellizo.— Mi reina, no seas dura con tu hermano, los accidentes pasan. — las palabras de Rocco solo provocaban más resentimiento en la reina de Chicago. Franco cruzo una mirada con Donato, y negó con la cabeza, c