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Dicen que hay oportunidades que se presentan solo una vez en la vida, ¿no? Esas que contra todo pronóstico hay que tomar.
Pues eso fue lo que me pasó, la oportunidad de una nueva vida se abrió frente a mis ojos, dándome esperanza. Por qué... Luego de perder a mi madre y, no mucho después a mi padre, era lo peor que me había pasado. Por lo menos, eso fue lo que creí, hasta que mis hermanas decidieron echarme de casa, alegando que yo solo estorbaba allí. Lo que no sabían, era que ese desliz haría que todo el pueblo de Egipto; se postrara ante mis pies.
¿Por qué?
Muy simple.
Luego de ser echada de casa, una amable señora decidió darme trabajo. Nada más y nada menos que el palacio real, un lugar donde la gente vestía con hermosos trajes y exuberantes joyas, pero que no tenían ni una pizca de carisma. Ese que yo tenía, y que llevó al príncipe Isaí a posar sus ojos en mí, convirtiéndome en la gran esposa real, y haciéndome, la reina de todo Egipto. Nunca imaginé que algún día llegaría a ser algo más que una simple ciudadana, mucho menos que me convertiría en una reina; pero luego de que mis hermanas decidieran echarme.
¿Qué tanto podría pasar?
No lo sabía, por lo menos no por ahora. Lo único que tenía claro es que sería la Reina de Egipto.
Mis piernas arden por el cansancio acumulado, las bolsas violáceas bajo mis ojos empiezan a notarse cada vez más, mis pasos se mueven con lentitud por las calles observando cada centímetro a mi alrededor. La tristeza comienza a llenarme, mientras las lágrimas se hacen presentes encharcando mis ojos, el dolor en mi pecho se acentúa conforme avanzo sin rumbo alguno. Solo quería volver a casa, y fingir que todo estaba bien. Me gustaría pensar que mi padre aún estaba con nosotras, que mis hermanas... No me odiaban. Pero… La cruda realidad era que si lo hacían y mucho.Cosa que me entristece y me hace preguntarme ¿Cuándo mis hermanas se convirtieron en eso?No tengo la respuesta, y no la tendré ahora que estoy lejos de ellas.Las frías calles de El Cairo, capital de mi país me reciben. La oscuridad de la noche me atemoriza
Akila DankworthDespierto escuchando gritos, seguidos de toques en la puerta. Abro los ojos con pereza, y noto que estoy en mi habitación, no sé cómo acabé aquí. Lo último que recuerdo es que estuve en el sofá... y me quedé dormida mientras lloraba; maldigo entre dientes, al escuchar la puerta de la habitación ser tocada de nuevo.Mis hermanas pueden llegar a ser bastante fastidiosas, aún más desde lo que ocurrió con papá. Suelto un pesado suspiro. Me levanto ignorando los golpes y gritos fuera de mi alcoba. Ojalá Seth se las llevara, sería mejor para mí y para ellas.Entro al baño irritada y me lavo la cara. Me miro en el espejo notando las ojeras que la falta de sueño han dejado bajos mis ojos, nunca había pensado que perder a un ser amado dolí
Akila DankworthLa vergüenza llena mi rostro, mientras el lugar se sume en un profundo silencio que me veo incapaz de llenar, el temor se instala en mi pecho mientras pasan los segundos, en los que no tengo ni idea de que hacer. Fijo mis ojos en el príncipe quien me observa fijamente, y quiero que me trague la tierra.—¡Eres una inútil! ¡Incompetente! ¿Acaso no puedes siquiera servir un simple vaso de jugo? ¡Imbécil! —su voz es potente, frívola y cruel, confirmando las palabras anteriormente dichas por Milah.Pero yo y mi bocota no nos podemos quedar calladas, así que con el enojo hirviendo en mi interior arqueo las cejas en dirección al príncipe, quien me observa enojado por haberle ensuciado su perfecto traje, por un momento, siento mucho tener que desobedecer a Milah tan rápido, pero si algo me han enseñado, es a n
Akila DankworthEl ruidoso sonido del despertador hace su entrada en mi alcoba, gruño contra las sábanas sintiendo mi cuerpo dolorido, el trabajo del día de ayer sin duda no fue fácil, y hoy no promete ser distinto, dado que la jardinería aquí en el palacio es agotadora.Nunca en mi vida tuve que trabajar pesadamente, siempre tuve trabajos de medio tiempo, pero no se compara a trabajar aquí, pero sin duda estoy agradecida.Si no fuera por Milah estaría en la calle, o debajo de un puente. Cosa que sería en exceso peligrosa, las calles de El Cairo no son las más seguras, sin embargo, no es eso lo que me preocupa ahora, sino el temor de que la advertencia dada anteriormente por el príncipe se cumpla.Ya ha demostrado lo peligroso que puede ser, puede que un día de estos no sea mi cuello el que este en riesgo.&nbs
Capítulo 4El mundo es muy pequeño, tanto así que las casualidades son inexistentes, todo pasa por una razón, cosa que no debemos cuestionar, solo dejar que todo siga su curso, aunque a veces este nos disguste. Como en mi caso, en el cual me hayo acorralada, se que lo que me han otorgado desde esta mañana es difícil de sobrellevar, aun mas sabiendo el odio que genere en el príncipe desde que le eche la jarra de juego encima, pero no me queda de otra que erguir la cabeza y mirar desde una vista panorámica la situación.Porque tengo la esperanza de sacar algo más que desgracias de esta terrible situación en la que yo solita me metí.Suelto un suspiro discreto escuchando los besuqueos del heredero, quien se haya a pocos metros de mí, con una chica que desconozco, por la ropa que viste, imagino debe ser de la alta sociedad, por el mal gusto que desprende, sé
La tensión se siente en el ambiente conforme pasan los segundos, las palabras no salen de mi garganta mientras mis ojos se mantienen fijos en mi jefa, quien arquea las cejas con diversión, creo que dentro de sí sabe que su hijo esta medio loco y que buscara la ocasión perfecta para hacerme desaparecer de su vida.Pero no, mi cielo, apenas he empezado.—¿Hablamos fuera querida? —señala y yo asiento.Una vez estamos afuera, cierro detrás de mí, no sin antes soltar un suspiro, que más que de cansancio es para soltar un poco de los nervios que traigo.—Déjeme explicarle—me adelanto.Sin embargo en vez de recibir un interrogatorio, como se esperaba, en su lugar lo sustituye una estruendosa carcajada que me deja confusa.—Akila, sé que no hiciste
Las cosas imposibles siempre le ocurren a las personas simples, justo ahora puedo comprobarlo más que nunca y lo adjudico al hecho de que estoy viviendo en el palacio una vida que no me corresponde, este nunca ha sido mi mundo, nunca he estado interesada en algo más allá de una vida sencilla con apenas lo necesario, y por sobre todo, algo indispensable que siempre he anhelado.Paz.Porque en mi opinión, esta es la única que puede darte felicidad en medio de la tormenta.Un día leí una frase en uno de los libros que había en la biblioteca, esta decía “La vida no se trata de sobrevivir a una tormenta, se trata de bailar bajo la lluvia”Y más razón no puede tener, porque la vida está llena de dificultades, y a mí me han tocado algunas de las peores. Las cuales incluyen perder a mis padres. 
Akila DankworthEn tregua decía.Soy una completa ilusa al creer que todo sería color de rosa luego de que Isaí me diera bandera blanca, aunque las cosas no están como cuando el rey, me llamó, las incontables reuniones del príncipe me tienen irritada, sin contar con que sigo viviendo en el palacio. Por lo menos en las noches cuando ya el príncipe se va a dormir me queda algo de tiempo libre para hablar con Milah y Yim.Otra cosa que me ha hecho los días menos tedioso es la visita de Alina, la princesa es todo un espectáculo además de muy divertida. Hoy es mi mudanza a un departamento cerca del palacio, Georgina comprendió que no puedo estar tan involucrado con ellos como los demás empleados, menos con el disgusto que tiene el rey hacia mi, seguro que si se le pierde un alfiler me acusa de haberlo robado y directo me manda a la cárcel.Aún así algo dentro de mi aún quiere quedarse aquí, en la familiaridad que tengo ahora aquí en palacio, sin embargo las dudas y los problemas me ponen e