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Capítulo 3: Él insiste por una cita

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Es una tortura  para él esperar hasta el lunes, porque siente mucha ansiedad por volver a mirar su sonrisa que le ha hipnotizado. 

Llega el tan esperado día lunes,  y está sentado en una de las mesas con sus padres, esperando ansioso por ver a Melisa.

—¿Porque no quiere ir con nosotros a otro lugar, hijo? —Comenta su padre, al observar que mira hacía el lugar donde se sirven los platos.

—Me siento bien aquí, es mas cómodo.

—¿O no será, que está interesado en esa mesera? —Le reitera su madre —¡Nos dimos cuenta antes de ayer, te observamos hablar con ella; además charlaste con el mesero anteriormente y la mirabas mucho, no somos tontos hijo!

—Si yo... —Se le atoran las palabras, al ver que ya sus padres saben todo, y prosigue algo nervioso... —Estoy... Interesado en ella.

Entonces, un mesero se les acerca y le habla con amabilidad —¡Saludos!, ¿qué van a ordenar?

Sus padres muy contentos ordenan, desayunan, charlan y tiempo después se disponen a marcharse.

Luis le dice que se queda, otra vez.

Su madre le habla en tono serio, mirándolo fijamente —¡Después conversaremos sobre esto, hijo!

Él se queda a esperar tener un momento para hablar con Melisa y la mira de lejos, el mesero Luis se le acerca —¿Ya ordenó, señor Luis?

—Si, yo solo espero que Melisa pueda tener un momento para conversar conmigo vale.

—Está bien, le diré entonces que usted espera por ella.

Luis observa cuando el mesero le habla y ella hace un gesto de que no quiere hablar con él, entonces se dirige hasta donde ella esta y se le acerca.

—Por favor, solo quiero hablar contigo no es nada malo vale. —Dice amablemente, mientras ella toma una orden

Se gira molesta hacia él, y le habla groseramente —¡Señor, no ves que estoy trabajando!

—¡Bueno, pero no sea grosera conmigo que no le hecho nada vale! —Le dice seriamente, y se marcha decepcionado y herido por su indiferencia.

Pero vuelve cuando ella termina su trabajo, porque no aguantaba las ganas de mirarla y aclarar las cosas entre los dos.

Cuando se dirige a la calle se le acerca y sostiene de una mano muy fuerte, para llevarla en dirección a la playa —¡¿Pero señor, qué hace?!

Él la lleva a toda prisa, y sus manos calurosas se frotan y sienten esa chispa de pasión —¡No hay manera de yo hablar contigo, por eso te llevo hacia la playa a ver si podemos hablar un poco vale!

Él se detiene debajo de un árbol, están muy agitados. 

Luis no piensa con claridad y lo unico que le importa es tenerla cerca, mirar su rostro y poder tocar su piel caribeña de color canela muy claro.

Melisa enfrenta esta locura de él sabiendo que no es lo indicado, y se avergüenza un poco, porque muchas personas lo han mirado mientras la llevaba hasta la playa.

—¡Aquí estamos!, ¿qué es lo que quiere saber de mí señor?

Se le acerca más a su rostro, y ella siente el calor de sus cercanías —¿No eres comprometida, verdad?

—No, ¿porque me pregunta?, ya le dije  que no la otra vez que me pregunto.

—Porque me gusta desde que te vi, ¡madre mía, mujer que me has hecho!

Ella lo enfrenta, y lo mira directamente a la cara —¡¿Y usted, seguro está casado verdad?!

Él pone sus manos en el árbol por encima de la cabeza de Melisa, y ella se intimida un poco. —No estoy casado, pero si tengo una novia.

Sonríe irónicamente, pues lo que temía él lo confirma. —Ya lo suponía, entonces ¿Porque está interesado en mí, dígame?, ya se, para echar una canita al aire en esta tierra y luego irse como si nada; déjeme decirle que para eso hay muchas mujeres por ahí no yo, así que tendrá que buscarse otra.

—No, tú está mal-interpretando las cosas, yo no quiero una mujer para complacer mis deseos, quiero una mujer para mi esposa.

—Entonces, usted para eso tiene una novia.

—Si pero siempre peleamos, no nos ponemos de acuerdo en casi nada; estamos separados.

Ella trata de esquivarlo, para estar en un lugar más abierto, pero él se lo impide imponiendo sus fuertes brazos en el árbol y acercándose más, tanto que ya siente sus rodillas. —Usted lo que tiene que hacer, es arreglar su situación con su novia señor.

—Pero ya no quiero seguir en esa relación que no va para ningún lado, dime ¿porque nos está a mi lado ahora acompañándome? Mejor decidió quedarse allá. —Trata de acariciarle la mejilla, pero no se lo permite. —Me gustaría que nos conociéramos si, dime que si por favor.

—Bueno está bien, solo que cuando trabajo...

La interrumpe notablemente emocionado, y se alegra —¡Está bien seré discreto, nada en su trabajo, ¿podemos vernos esta noche aquí, sino vive muy lejos? Vale

—No vivo lejos si puedo; ya tengo que irme se ha hecho tarde mis padres se preocupan... ¡Y por favor, solo conversaremos! <<¿Que quiere este hombre, que intenciones tiene? Esto me preocupa>>.

—¡Bien, nos vemos en la noche aquí mismo! —Dice él muy entusiasmado, y sonriente.

Entonces la toma de la mano mirandola tiernamente; prosiguen a caminar hacia la calle hasta dejarla en la parada de bus, y se despide sonriendole como un tonto.

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