Capítulo 4: La marca I

Luciano se acerca sin responderme y luego comienza a pasearse por la habitación, algo que él sabe que me pone de los nervios.

— ¿De qué manada la has sacado? Pensé que eras un lobo solitario, en todos los sentidos — La ironía en su voz me recuerda por un segundo a todo lo que renuncié hace cinco años y sobre todo, a lo que renuncié hace cinco minutos, al tener a la mujer humana tan cerca y dispuesta, así ella no lo quisiera demostrar.

— De ninguna — No explico nada y me detengo en una página donde hablan sobre una profecía que creo conocer.

— ¿Te has tirado a una hechicera? — Lo miro con el ceño fruncido y él levanta las dos manos — Espera. No vayas a decirme que lo has hecho con una vampira — Se acerca a mi lado y la seriedad en su mirada me confirman que ha dejado de jugar.

— Solo hazlo — Le digo y continúo leyendo sobre el monstruo que desata un río de sangre.

— Espera un momento ¿Por qué deseas que la protejamos? ¿Durante cuánto tiempo? — Me niego a bajar la mirada y, sin embargo, me estremezco al volver a sentir con potencia el olor a manzana verde.

— No hagas preguntas estúpidas — Empuño las manos y un rugido sale de mi garganta, empiezo a enfurecerme con sus interrogantes.

— Te han pillado, estás en la m****a si ella no pertenece a ninguna manada, ¿acaso es una omega? — El olor de la mujer y los latidos de su corazón se amplifican, está asustada y solo pienso en correr a su lado y abrazarla hasta que sepa que todo va a estar bien.

¡Tiene que irse ahora!

— ¿Harás lo que te he pedido? — Luciano debe apresurarse, necesito seguir buscando a la bestia.

— La profecía — Responde al detenerse en la página que ya estaba leyendo — Es eso, mi padre siempre dijo que tu padre pensaba que cuando encontraras a tu luna se cumpliría la profecía — Nunca he creído en esas afirmaciones sin bases.

— No soy alfa y no me he marcado con ninguna hechicera — Le digo y cierro el libro.

Luciano se aleja y empieza a caminar en círculos, con los brazos cruzados; lo que siempre hace cuando está reflexionando. Pensé que con los años había cambiado un poco, pero veo que sigue siendo igual.

— Pero lo serás y eres un solitario, como dice la profecía — Escucho el suave susurro de Luciano.

— ¿Qué has dicho? — Mi pregunta al parecer tensa su cuerpo y lo pone en guardia.

— Lo haré, pero debes decirme de qué especie proviene — Delineo mi ceño con los dedos índice y anular. Este lugar se está volviendo cada vez más dulce.

— Es una humana — Susurro y juro que si estuviese en otras circunstancias, la cara de Luciano se llevaría un palmo.

— Ónix, están diciendo en las noticias que un lobo se encuentra detrás de todas las muertes del bosque — Drago, mi hermano menor y al único que le permito interrumpirme en mi casa, empuja la puerta con ímpetu y entra corriendo pareciendo próximo a perder el aliento — La manada está inquieta, temen que los cazadores vuelvan a este lugar, atraídos por la idea de que todavía hay lobos — Frunzo el ceño. Esto era lo que quería evitar.

Porque a pesar de que ya no hago parte de la manada, son mi familia y debo hacer todo lo que esté en mis manos para protegerlos.

Hace cientos de años los cazadores dejaron este bosque tranquilo, desde que mis antepasados realizaron un acuerdo con las autoridades de la ciudad. Mi familia permite que miles de personas trabajen en nuestras empresas y han reducido la tasa de desempleo de la ciudad y sus alrededores a cambio de no ser molestados.

Luciano y yo nos acercamos a Drago, que al parecer, no es mensajero de buenas noticias.

Él, a sus catorce años, es un joven muy listo y está siendo preparado para asumir el cargo de alfa de la manada cuando sea el momento, cargo al que yo he renunciado.

— Tienes que hablar con ella, pedirle que no nos exponga — Gruño al comprender lo que quiere decir y mi hermano retrocede un paso al ver mi mirada furiosa.

Anoche sentí su olor con levedad, antes de que mis fosas nasales fuesen solo pudiesen concentrarse en el olor a manzanas de la humana, que ahora se ha convertido en mi olor favorito ¡Estoy jodido!

Sabía que Luminara era la detective encargada del caso de las muertes de las dos mujeres y los dos niños en el bosque, en inmediaciones de las tierras de nuestra manada, pero nunca pensé que se atreviera a hablar sobre nosotros en público.

— Ella hará lo que tenga que hacer — Le digo a Drago y abro otro libro.

— Drago, ¿Estás hablando de Luminara? — Luciano se acerca y lleva a mi hermano hasta un sillón y le sirve un trago de whisky.

— Luciano — Susurro con los dientes apretados mientras observo a Drago tomarse hasta la última gota.

— Déjalo relajarse un poco, mira el peso que trae sobre los hombros — Mi hermano respira con fuerza y vuelve al ataque.

— Ónix, Luminara odia a nuestra manada, por tu culpa ella y su padre fueron expulsados de su propia manada y ahora está aprovechando lo que sucede para vengarse. Tienes que volver y salvarnos — Vuelvo a gruñir y todo mi cuerpo se tensa.

 

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