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10 de julio de 2013

Han pasado días, de eso estoy segura, porque la comida se presenta puntual sin que yo pueda comer, solo olerla y saber que no la puedo tener, ya que estoy encadenada a esta m*****a cama.

Estar sin comer no es lo único que me mantiene despierta. Las temperaturas extremas me están llevando al límite, el frío regresa 3 veces al día por al parecer media hora y el calor exagerado el mismo tiempo. Mis piernas tienen ya moretones, mis manos por supuesto que comienzan a adelgazarse, recuerdo que la única vez que entraron fue para ajustarme la esposa al tamaño de la muñeca. Claro, estaba sedada, pero en esa ocasión logrado por el estúpido gas que Erick me dijo que se iba a activar. No tardé ni 2 minutos en sufrir sus efectos y después la esposa se encontraba más firme y la cadena medio metro más larga.

A este punto es lo único que ha pasado. Él no ha venido a verme. Yo no he gritado ni dicho nada, estoy más preocupada tratando de cubrirme del frío y el calor que me atrapan varias veces al día. Según mis cuentas ya llevo 1 semana aquí, si acaso menos, tal vez yo estoy exagerando, pero mi mente ya está llegando al límite, él me está orillando al límite. Recuerdo sus palabras una y otra vez, le rogaría, me dijo que le suplicaría, y lo estaba logrando, no me están quedando más opciones.

Me tiro al piso, esperando el frío, ya no sé cuánto voy a aguantar. A ese punto mi mente está solo esperando lo peor. He pensado en todas mis posibilidades, en aceptar sus condiciones, me estoy muriendo de hambre y no sé si tener esta actitud me va a llevar a alguna parte y si dejarme morir es una solución, igual de que él me deje hacerlo.

Necesito algo para poder resistir.

Me abrazo, el frío ya comienza, primero en menor medida y subiendo poco a poco, empiezo a contar para saber que esto acabará pronto, pero pasa el tiempo de siempre y el frío aún continúa y es peor en cada segundo. En ese momento mi cerebro reacciona, comienzo a comprender que puedo tolerar más cosas fuera que aquí adentro, aquí no tengo posibilidades de nada, no puedo conocer a mi enemigo, no puedo pelear, solo hacerlo enojar y ver de qué es capaz, estoy en desventaja, necesito emparejar aunque sea un poco el terreno de pelea entre ambos, necesito levantar mi guardia, examinar a mi oponente, crear estrategias que me favorezcan, pero aquí no, aquí sólo me estoy muriendo lentamente por las condiciones en las que me tiene. Tengo que protegerme, tengo que ser como él, pensar en mis puntos fuertes y en sus debilidades, en los pasos que voy a dar, tengo que reaccionar de la manera que él quiera que lo haga, que pueda seguir creyendo que tiene todo el poder, todo el control.

La cabeza me duele, el estómago me está traicionando, las fuerzas físicas se me están yendo, ya no puedo más, ya no quiero estar más aquí, así que después de tantas cosas que han pasado hago lo que venía pensando, y mis palabras colapsan.

—Ganaste Erick, ya no puedo más, acepto tus condiciones, por favor ya no me tortures, por favor, sácame de aquí. No quiero morir congelada.

En cuanto termina mi última palabra, las luces se encienden, no sé qué va a pasar después, tengo miedo, realmente estoy asustada. El frío cesa, y la pulsera comienza a parpadear, el foco no deja de hacerlo, la veo directamente, algo va a pasar, estoy segura, me va a sedar, otra vez, ¿para cuantos disparos funciona esto?

Se abre la puerta y entra. Llega frente a mí, me sonríe, toma mi mano y se dispara algo hacia mis ojos, pierdo el conocimiento nuevamente. Lo he hecho, le he suplicado tal como él lo dijo, me llevó a mi límite, atentó contra mi vida, aunque no sé hasta qué punto. Pero ahora tengo un plan, una idea que puedo concretar, necesito seguirla, poder sobrevivir, no puedo arriesgar mi vida, no puedo entregársela así como así, eso va a creer él, pero no y ahora estoy más convencida que nunca.

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