Fabrizio—Pero son humanos —insiste Margarita.—Los humanos han cambiado mucho con el tiempo, han desarrollado herramientas para acabarnos. Es culpa de lobos y vampiros, los hemos hecho perder demasiado —indico mientras la llevo a la habitación de Freya. —Cuando nos veamos de nuevo... hay algo que quiero preguntarte —digo nervioso y ella me da un beso, esta vez es desesperado. Un deseo primal que estuvo siglos escondido dentro de mí aparece como un hambre desgarradora. Nunca he sido más humano que en este momento.—Nos volveremos a ver, mi hermoso vampiro —susurra, cubriendo con sus manos el hechizo que había descubierto. Nuestra única arma. Solo encuentro guerreros en el camino, los trabajadores han sido protegidos. No me extrañaría que Rachel haya enviado a varios por los túneles. Y cuando me asomé a ver por la ventana, mi corazón muerto retumbó.No había lidiado demasiado con cazadores, los vampiros solíamos hechizarlos, los lobos se alejaban de ellos. Eran unas simples víctimas, o
CelesteEl dolor que siento es como si mis huesos lucharan por salirse, por librarse de mi cuerpo, rompiendo todo a su alrededor. Mi rey gritaba mi nombre y escuché su aullido desgarrador. Estaba en una batalla, no sabía si íbamos ganando… y de pronto estaba en un lugar oscuro y sombrío, encerrada en una jaula como si fuese un animal.—No… no puede ser Una figura se acerca a mí. No tuve ni siquiera que preguntar quién era; podía sentir su odio y su maldad en cada poro de mi piel.—La persona más amada… ¿Quién lo diría? El lobo se enamoró de una hechicera… justamente la que yo deseaba tener en mis manos. Y aquí estás —susurró Valerius, mirándome con satisfacción. Miro a todos lados, como si de pronto fuera a aparecer Alaric. Lo extrañaba tanto que me dolía casi tanto como la misma pulsera. —Pequeña mentirosa… Decías que no tenías poderes y aquí estás. ¡Pudiste habernos ahorrado mucho tiempo! ¡Podías haber sido entregada a Su Excelencia hace rato! —gritó mi tío, el Alfa. Había pasado t
Alaric—Mi querida… — digo mientras estoy en la enfermería, tomando la mano de Freya. Después de tanto tiempo, aún no podía creerlo. Ella había vuelto justamente cuando más la necesitaba.—Debe haber sido la fuerza de las Luna, más la Eterna, y el hechizo, aunque no haya sido usado. Sin contar que ella debió haber sentido lo que estaba sucediendo en el castillo —trataba de explicar Fabrizio, abrazando a su compañera mientras examina el frasco.—Escuchamos gritos y teníamos a una horda de cazadores y mercenarios a las puertas. Intentaron derribarla, no sé cómo lo lograron, y defendí como pude. En ese momento las Lunas sintieron algo y Freya despertó—explica Marina, mientras yo la veo con devoción. Bruno se recuperaba, acostado en la otra camilla, pero estaría bien pronto. Había pasado tanto, tantas cosas en esta extraña batalla. Carmen se acercaba con cuidado a los heridos para intentar ayudarlos, y sin ella, nuestras bajas habrían sido aún mayores. Rachel, Amelia y Diana estaban encant
Celeste—¿Nana, realmente eres tú? ¿Qué sucedió?— No podía creer lo que veían mis ojos. Ella se veía bien, incluso un poco más joven, si eso era posible. Pero era ella, la mujer que más había adorado, mi refugio por años. La había buscado tanto tiempo, había creído que estaba muerta, y yo solo deseaba saber que estaba bien.—Sucedió que hice todo para que no te atraparan, y finalmente estás aquí —gruñó. Así que desde nuestra huida de la manada había estado aquí. Y que caí en cuenta de lo que sucedía.—Eres una hechicera… —dije al sentir el calor que provenía de ella. Manejaba el fuego, y era poderosa. Recordaba lo que me había dicho Elías: donde ella había desaparecido, todo había quedado como si hubiese habido una explosión. Ella tenía poderes y me lo había ocultado. ¿Por qué? Quizás, al no tener mi poder, nunca lo hubiese notado.—Sí, y tú también lo eres. Iba a decirte eso, cuando sucedió el ataque a la manada. Pero ahora, todo lo que habíamos hecho, todo lo que habíamos logrado, s
Fabrizio—¿Seguro que lo apruebas? —¿Mi querida y el guerrero? —resopló Alaric.—Ellos mismos.—Claro que sí, ya te dije que Elías es un buen hombre —me contestó amargado. Era obvio que no le gustaba. La guerrera intentaba ocultar su felicidad. Creo que esperaba la afirmación de su rey, pero teníamos problemas más graves.—Necesitamos debilitar a los humanos, ya vieron lo que podían hacer —decía el señor Giacomo en nuestra reunión. Me parecía un vampiro muy respetable, me había agradado desde la primera vez que lo vi en la ciudad. Con su ayuda, aparecieron más vampiros y clanes que habían sido convencidos por él.—Los humanos pueden no haber logrado su cometido, pero mostraron su poderío y casi nos destruyeron —comento.—Debe ser fácil destruirlos, son una especie débil. Yo digo que los acabemos cuanto antes —indicó alfa Rogelio con poca simpatía. Escuché a Xavier y Sebastián rugir. Esto tampoco me gustaba.—Nuestras Lunas son humanas, y Margarita también. Siempre hemos luchado por
Eva—Valerius tiene a Celeste —le digo a Adriana y está en shock. El viejo vampiro había hecho una terrible demostración de fuerza y, en cuanto pude, vine a contarles a mis amigos. Sí, esta guerrera y este vampiro lleno de polvo eran ahora mis amigos.—El rey viene en camino. Hay un hechizo que tiene, el viejo vampiro quiere todo eso y, al parecer, nuestro rey se lo está dando en bandeja de plata.—¿Qué vamos a hacer? —pregunta el Duque.—Hay que continuar con Magnus. Si hay más bestias como él, es mejor que esté de nuestro lado.—Ha estado respondiendo bien, especialmente a la sangre del Duque. Los guerreros de Valerius deben de estar muy ocupados, solo mandan a alguien a darnos de comer y a ver a Magnus. Creo que podría arriesgarme, salir de mi celda y acercarme más —señala Adriana a la bestia, que ahora luce más calmada. Ella entraba y salía, pero el Duque aún no tenía suficiente fuerza.—Estoy de acuerdo. Te traje esto, vampiro —le acerco un vial de sangre—. Tómalo, te necesitamos
CelesteCuando vi los ojos del vampiro, sentí cómo mi cuerpo y mi mente empezaban a ceder. La pulsera ardía como fuego; el poder de Valerius me absorbía, exigiéndome rendirme ante él. —No hay forma de que te resistas, pequeña hechicera. Muchos más fuertes lo han intentado... y han fracasado —clamaba el hombre. Grité con desesperación, y entre mi agonía oí el lamento desgarrador de Índigo, un alarido que partía el alma.—¡Por favor, Su Excelencia, se lo ruego! —suplicaba la mujer con desesperación. Pero yo sabía que este hombre no conocía la clemencia. Desde el momento en que el poder de Valerius se apoderó de mí, sentí que cada fibra de mi ser era arrancada sin piedad. La pulsera ardía como si mil agujas al rojo vivo perforaran mi piel, incrustándose en mi carne hasta fundirse con ella. Mi propio poder luchaba contra mí, retorciéndose como una fiera encadenada, desgarrando mi interior en una danza cruel de dolor y desesperación. La presencia de Valerius en mi mente era una invasión
AlaricMe había quedado hasta tarde con los preparativos. Estaba todo dispuesto, solo me quedaba una cosa por hacer para asegurar la seguridad del castillo y de todos. Realmente, la corona es pesada para quien tiene que llevarla, pues cuando yo quería quedarme simplemente pensando en ella, llorando por ella. Pero tenía que estar atento a resolver los últimos detalles y prever todo lo que podría suceder en el reino, con miles de vidas que dependían de mí. Rogaba a la luna que mi amor resistiera, que me esperara, cuando sentí un dolor asfixiante. Caí de rodillas; cada parte de mi cuerpo sufría un dolor impronunciable, cada célula la reclamaba.—¡Mate, mate! —aulló Roy, como si el mundo se hubiese acabado. Sentí a ella halar nuestro vínculo, como si fuese una cadena que nos uniera en los corazones, Roy fue hasta el otro extremo, dándole lo que tenía. Y cuando el dolor cesó, solo había tristeza. Mi cuerpo se derrumbó agotado. Roy lloraba y clamaba por ella, y yo le susurraba que estaba vi