La única solución.

La enfermera se marcha dejándome allí perpleja y muy preocupada. No puede ser lo que acaba de decirme. Entonces recuerdo que en Canadá estuve con el señor Brown, antes de venirme a Italia. Comienzo a temblar asustada. Esto no puede ser. Entonces me levanto y antes de que Alexander venga voy a buscar al médico. Lo encuentro llegando de atender una emergencia.

—Venga conmigo, señora Jhonson—Lo sigo a su consultorio. Entonces me dice que tengo un poco de anemia y me da la noticia del embarazo. Lo oigo perpleja.

—No puede ser doctor. No puedo tener a ese niño—digo angustiada. Me mira con gesto serio.

—No soy ese tipo de doctor, Sara. Mira, tienes a tu esposo y después de todo un hijo siempre será una bendición. Es cuestión de ir aceptando lo y …

—No. Claro que no. No tengo esposo. Ese hombre no es ... .Además mi niño ha Sido secuestrado. No puedo ni siquiera pensar en nada más y…. Por favor, no le diga nada de esto al señor Brown —Entonces después de oír una charla de su parte y sus b
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