Holly no cesaba de deambular por su apartamento mientras esperaba a Clodan. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que regresó del trabajo? Unos treinta minutos, durante los cuales se duchó y se puso su pijama. Había considerado vestirse de manera más provocativa para él, pero desconocía sus intenciones.
—Clodan, tú... ¿Yo te gusto?—No puedo negarlo. Eres una joven muy bella, con buenos atributos, y por más amable que intenté ser contigo, y caballeroso, fue inevitable no mirarte como mujer —confesó, desviando la mirada de ella, con un extraño atisbo de inseguridad en su voz—. Eres muy linda, Holly,
***—Quiero dormir contigo.El rostro de Atenea quedó atónito ante la petición de Valentino, quien permanecía parado frente a su puerta cuando ella estaba a punto de irse a la cama, ya casi medianoche.—¿Estás loco? —lo observó con incredulidad.—Hablo en serio —Valentino colocó la mano en el marco
***A Layla la dieron de alta antes de lo previsto, siguiendo la sugerencia de Lenox. Tenía la oportunidad de continuar su recuperación en casa, así que Dimitri, Atenea y Cayetana la llevaron de vuelta, compartiendo la responsabilidad de cuidarla, aunque Dimitri parecía estar especialmente dedicado
—¿Qué está pasando contigo? —reclamó Cayetana, deteniéndose bajo el árbol del jardín y volteando hacia Alexis con una expresión de disgusto—. ¿No acordamos que no vendrías a la mansión? ¡Deja de actuar por tu cuenta!.—¿Y tienes el descaro de preguntar? —se acercó y agarró su muñeca—. No nos hemos v
***Valentino ascendió las escaleras con rapidez, decidido a llegar a la habitación de Atenea antes de que cerrara la puerta para evitar cualquier explicación. Su presencia la sorprendió cuando entró, ya que en un momento como ese no deseaba desenterrar aquellos recuerdos.—Atenea, necesitamos habla
***—Cayetana, ¿qué ocurre? —preguntó la rusa al encontrarse sola en la habitación con su hermana, quien parecía visiblemente afectada por algo, notando el enrojecimiento bajo sus ojos; así que comprendió que había estado llorando— ¿Alexis te hizo algo? Dime.—No, él no me hizo nada —respondió final
—Déjame sola —pidió Atenea en un susurro apenas audible.—Atenea.—Por favor —suplicó, enrollándose en la cama y aferrándose a su almohada—, necesito estar sola para pensar.—Tenemos que hablar con ellos...—No ahora, después, cuando esté más calmada —esnifó, presionando sus dedos contra la suave te