Lo hacía rápido, profundamente, enroscándose en lo más profundo de sus entrañas con los dedos. El placer se reflejaba en cada poro, en cada gemido, en cada sollozo, en aquella respiración desastrosa que salía de sus pulmones. Lo recibía gustosamente, arqueando su espalda, recibiéndolo con gusto y pl
Los tímpanos de Lenox se llenaron con la fuerte música movida cuando ingresó al bar donde había quedado de encontrarse con un antiguo amigo que recientemente llegó a la ciudad.Se acercó a la barra y ordenó una bebida, confirmando la hora en su teléfono. Eran casi las doce de la noche, pero el bar s
Los ojos de Atenea se abrieron poco a poco, y adolorida se incorporó en la cama. Lo primero que la invadió fue un dolor de cabeza, la iluminación entrante por la ventana siendo insoportable ante su vista. Bostezó fatigada, al mismo tiempo destruida corporalmente.La cadera le dolía demasiado, así co
—¿Qué haces? —Atenea pegó un brinco del susto al escuchar la voz ronca de Valentino detrás de ella—. ¿Despierta tan temprano? Vuelve a la cama.Ella se giró hacia él; él estaba sentado en la cama, con una sonrisa danzando en sus labios, natural y calmado, mientras que ella se encontraba en un mar de
—Ya veo... —musitó en voz baja, apartando la mirada. Sintió un alivio por dentro, pero de alguna manera también experimentó una inconformidad—. Creo que solo eran cosas mías. Me duele un poco la cabeza.La rabia se inyectó de inmediato en él por el simple hecho de que ella no lo recordara. ¿Por qué
El ceño de Atenea frunció al mirarse en el espejo del baño. No fue simplemente verse, sino también sentir el dolor que su cuerpo experimentaba en ese momento. Era evidente que se excedió el día anterior; cada extremidad parecía haber sido atacada por algún animal salvaje.Decidió despejar su mente e
—Veo que no tienes vergüenza —soltó Lirio en medio del incómodo silencio que envolvía el comedor—. ¿Lo haces a propósito?.La mirada aburrida de Atenea se concentró en la castaña, quien le sonreía sin un ápice de emoción; más bien, se veía molesta, deseando provocarla de alguna manera.—¿Hacer qué?
—Claro, si quieres. En ese preciso instante, la puerta principal de la mansión se abrió, revelando segundos después a la pelirroja que se acercó al comedor con una sonrisa incómoda.—Creo que no será necesaria la conversación —intervino Dimitri de repente— acaba de llegar la respuesta.—Buenos días