—Veo que te gusta —comentó él—. Tienes el rostro como un angelito, pero en realidad eres el mismo diablo. Aparte de obscena, pervertida y astuta.—Y te gusta —le apretó el glande, y él jadeó—. De todos modos, soy algo que no puedes tener. Estoy a tu alcance, pero no soy tuya —empezó a subir y bajar
Atenea, tras su baño, se disponía a regresar a la mansión Rizzo. Resultaba inútil prolongar su estancia en el hotel cinco estrellas, aparentando una luna de miel fabulosa, cuando todo era completamente ficticio y distaba de ser maravilloso. Solo habían experimentado discusiones y alguna tensión entr
—Oye, zorra, ¿cómo que no recuerdas nada? ¡Era un día de locos cuando te lo hiciste! —chilló, riendo —¿No lo recuerdas? Cumplías dieciocho.—Bueno, eso sí lo recuerdo...—¡Ese no es el punto! —exclamó —¿No recuerdas todo lo que hiciste ese día? Nos metiste un susto de por vida; hasta el día de hoy t
—Ese maldito espíritu libre casi nos cuesta la vida, zorra. Aún recuerdo ese susto y siento mi corazón palpitar.—A todo esto, ¿mis padres y hermana siguen sin saber de eso? Digo, de que perdí mi virginidad con ese tipo.—Como te dije, fue algo que solo me contaste a mí. Tus padres solo saben hasta
—¿Por qué regresaron tan pronto? —preguntó su padre, haciendo que Valentino se tensara mientras estaba inmerso en sus pensamientos —. Solo ayer fue la boda; deberían haber regresado unos días más tarde.—Fue ella quien quiso volver —bufó, malhumorado —¿Para qué me has llamado? Tengo cosas que hacer.
Volvió a cubrir el cuadro con el mantel, dirigiéndose esta vez al baño. Allí, alzó su camiseta para observar su cadera, apartando un poco la tela del bóxer para ver el tatuaje con mayor claridad. Ahí estaba, ese diseño, el tatuaje de la constelación Escorpio que se había dibujado hace apenas dos año
Valentino, al regresar a la fábrica, experimentó cierto alivio al notar que el bulto erecto entre sus pierna se calmó durante el trayecto. Sin embargo, sus pensamientos continuaron centrados en el impactante beso con Atenea y las palabras de esa soñadora que lo había cautivado. A pesar de conocer su
—Así está mejor —volvió la atención a sus documentos —ahora vuelve a tu puesto de trabajo, hay mucho por hacer.—¿No me darás un beso? —inquirió de forma tierna —te he extrañado.Él suspiró, luego se giró cerca de su rostro, depositándole un beso en la coronilla de la cabeza, para luego volver la vi