Los ojos de Atenea se humedecieron un poco al despedirse nuevamente de sus padres, quienes solo estuvieron presentes en la ceremonia y la recepción. Ahora, al haber concluido ambos eventos, debía presenciar su partida una vez más.Esto la hace darse cuenta sobre la dificultad de mantenerse lejos de
—¡Siempre es lo mismo contigo cuando te busco! —explotó, levantándose de sus piernas antes de que él mismo lo hiciera, pues en sus ojos solo se veía enojo—. ¿Querías que me quedara de brazos cruzados cuando vi la manera en que la besaste en el altar?. —Ella me besó —excusó.—¡Pero no te alejaste!.
Música fuerte, luces rojas tenues que le dan un toque pasional al ambiente, licor y bailes exclusivos era lo que se veía en el bar privado del hotel donde Atenea se encontraba con Lenox, quien atendió su llamado apenas ella se puso en contacto con él para pasar su noche de bodas.Ella estaba sentada
—Te voy a romper la cara de nuevo si no te callas la puta boca —sentenció Valentino nuevamente, haciendo el ademán de acercarse a él y tomarlo por el cuello de la camisa, pero Atenea lo detuvo por el brazo.—Vete de aquí, Valentino —le exigió ella, molesta—. Si el problema es que esté en público con
—En absoluto —sus ojos se tornaron oscuros y amenazadores, ardiendo en furia solo al imaginar a Atenea a solas con ese tipo en su apartamento. Ya casi se volvió loco cuando los vio besándose en el bar, perdiendo los estribos y dejándose llevar por los celos, terminando por golpear a Lenox.—¿Sabes q
Cálido y suave como la arena en un día soleado, bajo el resplandor de la brillante luna, una brisa refrescante envolvía el ambiente. La melodía del canto de los saltamontes resonaba en la penumbra, creando un escenario perfecto para el beso apasionado entre Atenea y su esposo Valentino. Con sus mano
Ambos estaban en la habitación de hotel, juntos, en silencio en ese amplio espacio que al mismo tiempo era tan pequeño estando solos. Atenea tiró los tacones al piso y colocó el bolso en la cómoda mientras se deshacía de sus pendientes y alguna otra joya que llevaba encima. Luego, tranquilamente, se
—Espero que recuerdes estas mismas palabras cuando me veas en los brazos de Lenox —replicó, manteniendo su mirada fija, observándolo arder de cólera con solo mencionar su nombre—. No te entrometas en mi vida cuando decida hacer lo que me plazca. Y ten presente eso mismo cuando sientas el impulso de