Roberta se encontraba en un café en Coyoacán, se encontraba esperando a una persona, a un hombre para ser exactos, este era un hombre vestido de traje, alto y cabello castaño, cuando la mujer vio que este llegó al restaurante le sonrió.
Me da gusto que vinieras- hablo Roberta desde el lugar donde se encontraba sentada- ya tenía cerca de diez años que no sabía nada de ti, ¿d&oacut
Cuando comenzó esedía jueves, el clima era lluvioso y gris, la Ciudad de México parecía que se encontraba en el diluvio, tenía días que no paraba la lluvia, era como si es el mismísimo Tlaloc estuviera desatando su furia contra la ciudad; atorado en el tráfico se encontraba Samaniego, desesperadopor tenerque regresar a casa o a la que creía que era su casa, comenzaba a tener un miedo irracional por Mar, aunque la chica se comportaba tranquila y dulce con él.
¿Qué haces aquí? -preguntó el traumatólogo al hombre que se encontraba en el umbral de la puerta- pensé que te encontrabas viviendo en Francia-Adrián veía al sujeto. Por favor, necesito hablar con usted, en verdad es urgente, es algo sobre ella, y su madre, Roberta, está ultima me hizo una propuesta, no sé cómo supo que había regresado a México; me contacto, fue un encuentro raro.
Hola, amor – se acercó la chica, llevaba puesto un vestido azul marino, Manuel ayudo a sentarse a Mariana, que lo saludo con un beso en los labios- ¿ya tienes hambre? - pregunto ella con curiosidad; el hombre saludo a la chica con aprensión. No, no tengo hambre aun, pero podemos tomar algo, mientras me da, pero si tú ya tienes hambre, podemos comer- Samaniego hablo con cautela- porqueséque tienes algunas cosas que decirme.&
En la cámara de Gesell se encontraba en sesión la paciente que respondía al nombre de trece, hoy era uno de los días en los cuales se encontraba con mayor lucidez; su discurso era normal, no se sacado fuera de la realidad. Los estudiantes de Abelló se encontraban atentos a lo que sucedía en la sesión, pero sobre todo a lo que decía la mujer.Si, esta inicial, la tomo con sus dedos me la regalo mi papá, en verdad, doctor, yo no recuerdo lo sucedido ese día, ya había presentado alucinaciones, por eso ant
El San Bernardino se encontraba fragmentado, su director comenzaba a presentar despersonalización, el hombre entraba en ocasiones en lafantasíao la realidad, no sabía ya distinguir de estas; los días comenzaban normales para despuésentrar en un mar de confusión.La paciente 1903 era una constante en su vida, no podía dejar de pensar en ella, pero al mismo tiempo comenzaba a aborrecerla; los médicos que se encontraban a su cargo como jefe comenzaron a notar los cambios en la personalidad de su jefe,más&nbs
Trece se encontraba en el jardín, quería tomar un poco el sol, no pasaba de medio día, el sol comenzaba a calentar, la mujer observaba con atención las rosas que se encontraban en este, eran de distintos colores, desde el rojo intenso hasta blanco, esas flores le traían recuerdos a su mente; ramos regalados por esa persona. Como quisiera, volver a verte, ya no supe nada mas de ti- suspiro trece con dolor en su voz- yo no recuerdo que paso, solo cuando los vi cubiertos de sangre. Ella se encontraba ahí, me dijo que no me moviera, nadie mecreyó, dijeron quehabían&nb
Samaniego se encontraba completamente absorto en sus pensamientos, quería ir al hospital puesto que estar en el lugar que vivía lo estaba asfixiando; no encontraba tranquilidad, su novia Mariana, no se encontraba, debía de estar en el restaurante, esa visión de ella mucho más joven, lo dejó perturbado, tomo su teléfono de la mesa de noche, necesitaba reportarse enfermo, al menos por ese día quería alejarse tanto de Mar, como de Lanah, pero sobre todo de la sombre de mil novecientos tres. Miro el reloj en su teléfono eran las nueve de la mañana, la señorita Gela, ya debía encontrarse en su
Era mi madre; ella se encontraba ahí, yo la vi, era ella; ¡no puedo estarequivocada! -decía trece, comenzó a mirar por todos lados de la habitación como si buscara a un ser invisible que no estuviera presente en ese momento- ¿me crees?, papá, ¿mecrees? -la chica tomo la mano de su padre con desesperación. Cálmate, hija; por supuesto que te creo, te dije que siempre lo haré, ahora más que nunca- el hombre atrajo a su hija hacia su pecho con sus brazos para atraerla hacia su pecho, el hombre miraba por encima del hombro de su hija, en la mirada se podía