En la cámara de Gesell se encontraba en sesión la paciente que respondía al nombre de trece, hoy era uno de los días en los cuales se encontraba con mayor lucidez; su discurso era normal, no se sacado fuera de la realidad. Los estudiantes de Abelló se encontraban atentos a lo que sucedía en la sesión, pero sobre todo a lo que decía la mujer.
Si, esta inicial, la tomo con sus dedos me la regalo mi papá, en verdad, doctor, yo no recuerdo lo sucedido ese día, ya había presentado alucinaciones, por eso ant
El San Bernardino se encontraba fragmentado, su director comenzaba a presentar despersonalización, el hombre entraba en ocasiones en lafantasíao la realidad, no sabía ya distinguir de estas; los días comenzaban normales para despuésentrar en un mar de confusión.La paciente 1903 era una constante en su vida, no podía dejar de pensar en ella, pero al mismo tiempo comenzaba a aborrecerla; los médicos que se encontraban a su cargo como jefe comenzaron a notar los cambios en la personalidad de su jefe,más&nbs
Trece se encontraba en el jardín, quería tomar un poco el sol, no pasaba de medio día, el sol comenzaba a calentar, la mujer observaba con atención las rosas que se encontraban en este, eran de distintos colores, desde el rojo intenso hasta blanco, esas flores le traían recuerdos a su mente; ramos regalados por esa persona. Como quisiera, volver a verte, ya no supe nada mas de ti- suspiro trece con dolor en su voz- yo no recuerdo que paso, solo cuando los vi cubiertos de sangre. Ella se encontraba ahí, me dijo que no me moviera, nadie mecreyó, dijeron quehabían&nb
Samaniego se encontraba completamente absorto en sus pensamientos, quería ir al hospital puesto que estar en el lugar que vivía lo estaba asfixiando; no encontraba tranquilidad, su novia Mariana, no se encontraba, debía de estar en el restaurante, esa visión de ella mucho más joven, lo dejó perturbado, tomo su teléfono de la mesa de noche, necesitaba reportarse enfermo, al menos por ese día quería alejarse tanto de Mar, como de Lanah, pero sobre todo de la sombre de mil novecientos tres. Miro el reloj en su teléfono eran las nueve de la mañana, la señorita Gela, ya debía encontrarse en su
Era mi madre; ella se encontraba ahí, yo la vi, era ella; ¡no puedo estarequivocada! -decía trece, comenzó a mirar por todos lados de la habitación como si buscara a un ser invisible que no estuviera presente en ese momento- ¿me crees?, papá, ¿mecrees? -la chica tomo la mano de su padre con desesperación. Cálmate, hija; por supuesto que te creo, te dije que siempre lo haré, ahora más que nunca- el hombre atrajo a su hija hacia su pecho con sus brazos para atraerla hacia su pecho, el hombre miraba por encima del hombro de su hija, en la mirada se podía
Era algo mucho más profundo que su mente no alcanzaba a comprender o no lo podía realizar; Mariana, su novia, y mil novecientostres, erantan parecidas, pero a la vez tan diferentes, no podía decirle sobre eso a su novia, sabía que semolestaríabastante al ser comparada con una enferma del hospital. La paciente se encontraba sentada frente a él, con un cuaderno de dibujo y crayones, no le permitían tener colores de madera ya que podría lastimarse con la navaja o con estos mismos, el color más utilizado por ella, era el rojo.&nb
Era muy cruel para ser cierto, era el pensamiento que pasaba por la mente de Armando Abelló, era bastante mezquino y malvado; su cerebro trabajaba con rapidez. ¿dime en que piensas?, amigo, mío- le cuestiono Adrián- espero y no sea lo mismo que yo, ese temor, se encuentra en mi mente. Se encontraba completamente confundido, su mente comenzaba a ver con claridad, había sido Roberta, ella asesino a su mejor amiga, lo hirió de gravedad a él y la inculpo a ella, era bien sabido que Roberta Solano, no tenía ningún aprecio por su hija, es más parecía que la odiaba y despreciaba.Él había regresado a México con un plan, el volver a verla, saber que se encontraba bien, sus padres se quedaron en el extranjero, se encontraban temerosos y con justa razón por lo sucedido en el pasado, noqENTRE DOS MUNDOS
Yo no fui, yo no le enterré el cuchillo a ninguno de los dos- dijo mil novecientos tres a su enfermero- yo cuando reaccioné- la mujer guardo silencio de pronto y miro alrededor tratando de reconocer el lugar donde se encontraba; el hospital cambio a su alrededor, los ojos de ella comenzaron a mostrarse asustados y descontrolados antes de desmayarse en los brazos de Hernández.En la mente de la mujer pasaban cientos de imágenes a toda velocidad, su novio ensangrentado, la amiga tirada en un charco de sangre, un hombre