A Camsuq le ha surgido de pronto el amor de padre, ¿qué estará tramando? El vínculo de Arua y Furr está cambiando, ¿podrá surgir algo bueno de entre tanto dolor?
Reino de ArkhamisNada en el reino hacía pensar que hubiera ocurrido una invasión o ataque alguno, las gentes y sus rutinas se mantenían inalteradas en los campos y en la capital; nadie había sabido nada de Riu en el palacio tampoco y la reina y la princesa estaban a salvo. —Lo ves, Camsuq. Riu no nos ha traicionado, algo más ha pasado —le dijo el general—. No envíes a esa bestia por él, yo me encargaré. Desz esperaba en una pequeña sala. El ruidoso palacio, lleno de vida, le recordaba al suyo hacía tiempo atrás. El culpable de que todo cambiara estaba tan cerca, había sido retornado a su hogar con seguridad y continuaba respirando y mirando al cielo cuando muchos ya no podían, cuando Gentz ya no podía. Y él estaba obligado a salvarlo una y otra vez cuando lo que deseaba era todo lo contrario. Alguien llamó a la puerta con golpes suaves, igual que sus livianos pasos, igual que el latir de su temeroso corazón. Se asomó por la pequeña abertura la cabeza de Daara, rebosante de claros r
Reino de Uratis"He perdido la piel y siento al viento golpeando mi carne. La brisa fría circula por entre mis entrañas, como si fuera sangre. Ahora mi sangre es el viento y mi piel es el sol". Aquellas palabras se oyeron como si hubieran sido pronunciadas por la descomunal criatura que se alzaba en el claro, a pocos pasos de él. Nada había dicho, su boca era parte de un pasado humano, ahora ya no existía. Sin embargo, Riu lo oía hablar, las palabras resonaban en lo profundo de su cabeza como dichas por una boca que allí hubiera aparecido. Una conciencia común. Su vida se había convertido en un río, todos sus semejantes eran ríos, pero sólo al volverse conscientes de que lo eran empezaban su viaje hacia el mar. Y el mar era el que hablaba en su cabeza, la fuente en la que confluían todos los ríos, todas las mentes de los Dumas. Ya no hacían falta las bocas, ya no se pronunciarían las palabras. El antiguo guardia real arkhamita llevaba un buen tiempo recorriendo las tierras con Erio
—Bien, descansen.A la orden de Furr, los humanos soltaron las armas de madera y fueron a sentarse a la sombra. Eran fuertes y hábiles para trabajar la tierra y cuidar del ganado, pero nada sabían de la guerra. Eran obedientes, buenos muchachos. La fiereza que les faltaba se las daría la ardiente y furiosa sangre que le corría a él por las venas, ellos heredarían el brío de su corazón.—Muchas gracias, Arua —dijo Mars, recibiendo el vaso con agua que la muchacha le ofrecía.El rudo trato de Furr se había vuelto menos frecuente, así como sus ataques. Le permitía dejar la torre para cumplir con sus labores de sierva y ella atendía con gusto a los futuros guerreros. Los conocía bien, había crecido con ellos y jugado a los mismos juegos y sabía que su destino era acabar desposada con alguno.Había uno que le hacía estremecer el corazón, era el mismo que, con una radiante sonrisa, le había agradecido por el agua. De entre todos, Mars siempre había tenido su atención y a él también se le est
Reino de Balai—¿Te gusta lo que ves, copero? —preguntó el rey Ulster.Un mar tan negro como la noche se extendía frente a ellos, con sus aguas gélidas de inhóspito bramido, tan inescrutables como su alma. —Hace mucho frío aquí —dijo el muchacho, abrazándose a sí mismo. Escoltados por cuatro guerreros, habían salido a dar un paseo. Qué mejor lugar que la cima del monte Noret para tener una vista de la capital al sur y el oscuro mar que bañaba las tierras de Balai hacia el norte, todo sembrado de hielos eternos. —A poco de nacer, los balaítas son sumergidos en sus aguas y deben probar su valía. Si enferman y mueren, entonces nunca fueron dignos de pisar estas tierras. El alimento es escaso, no puede desperdiciarse en debiluchos. —Probablemente yo habría muerto, majestad. El muchacho tenía la nariz roja, al igual que las mejillas. Ulster lo cogió de la nuca y con un profundo beso absorbió el vapor blanquecino que le salía de la boca. —Qué fortuna que no hayas sido balaíta entonces,
Luego de pelearse con Furr, Desz debió hacer frente a los reclamos de Lis surgidos por la carta de Camsuq. —No quería que te preocuparas. —¡¿Y me ocultas algo tan importante?! Es mi padre, tengo derecho a saber si algo le pasa. ¿Me crees incapaz de lidiar con el dolor? —Quiero ahorrarte preocupaciones innecesarias. Lis bufó. Dejó la caja a un lado y se levantó. —¡¿Por eso no me dijiste que fue Riu el responsable de su captura?!Desz tampoco pudo permanecer sentado con ella tan alterada, con la agitación que él mismo sentía. Deseaba arrancarle la cabeza a Camsuq por sembrar tanta discordia. Lo imaginaba riendo en Arkhamis en ese mismo instante. —Sí, por eso lo hice. ¿Qué podrías hacer además de angustiarte? ¿No te das cuenta? Tu padre quiere ponerte en mi contra y lo está logrando. Lis sintió su pecho oprimirse, eso era exactamente lo que decía la carta. "No le hables sobre esto a la bestia o me culpará de generar discordia".—Puedo hacer mucho más que angustiarme, Desz. No me su
—Estoy agotada, Desz, me duele todo y se siente muy bien —decía Lis, sumergida en la tina luego del entrenamiento. Desz le tallaba la espalda. —Furr no pudo conmigo —agregó, riendo—. Hasta una bestia debe reconocer cuando alguien supera su razonamiento. No tiene argumentos contra mí, sólo su enojo. —No importan las palabras cuando alguien no está dispuesto a oírlas. No puedes entablar un diálogo en el campo de batalla, Lis —le besó un hombro y siguió frotándole con delicadeza la suave piel, que tenía algunos moretones. —¿Cómo lo sabes? ¿Lo has intentado? Lo primero que haré cuando vea a un Dumas será preguntarle qué es lo que quieren. —Si piensas de ese modo, te prohibiré seguir entrenando. No busques en el enemigo tus propias cualidades, Lis o acabarás muerta antes de que empiece la batalla. ¿Lo entiendes? Más te vale entenderlo o... —Ya, Desz. No te enfades. Soy lista, no lo olvides. Sé cuando hablar y sé que Furr no me arrancó la cabeza sólo por ti, pero sí que quería hacerlo.
Desz sonrió, iluminado por la claridad de la mañana luego de la noche más maravillosa de su vida. Su mano viajó bajo las sábanas buscando a la criatura que con sus mimos lo había despertado. Lis le besaba el vientre y reía contra su piel adormecida. Él le acarició los cabellos, que tan bien conocía y se deslizó hacia su espalda. La rozó suavemente con sus uñas y ella se estremeció, emergiendo a la superficie.—Eso se sintió bien —jadeó Lis contra su cuello, llenándolo de besos. Desz repitió la maniobra, presionando sus uñas desde el hombro hasta la cadera. Siguió bajando y se ganó un encantador gemido de Lis, que le hizo arder la sangre. Ella se apartó y él se apresuró a retenerla de la cintura. Como agua entre los dedos, así se le escapaba cuando más la ansiaba. —Llegaré tarde al entrenamiento... No quiero darle motivos a Furr para reñirme, Desz. Él la soltó y se dejó caer en el lecho. —Eso es lo que mejor sabes hacer, Lis, no te hagas la inocente. Intenta ser más disciplinada co
Reino de NuanteSentados en el lecho, Desz le peinaba el cabello a Lis con los dedos. Acababa de despertarla y contarle sobre Arua.—¿Ya estás más tranquila? Lis negó.—Quiero verla. —Aún no es tiempo, Lis, ella no está lista. No recibió ningún tipo de preparación, no le será fácil acostumbrarse a ser quien es ahora.La joven era una Tarkut, igual como ella deseaba, pero ese no era el deseo de Arua, para ella no sería una bendición, sino un suplicio. El corazón de Lis no estaba en paz, claro que no. Había empezado a hallar consuelo entendiendo que muerta, su querida amiga ya no sufriría ningún martirio por parte de Furr. Ahora podría llegar a padecer eternamente.—Su trato hacia ella cambiará, ¿no? Ahora Arua será su igual. Espero que seas firme y no permitas más injusticias —se liberó de su abrazo y salió del lecho.—¿Irás a entrenar? —Claro que sí. Alguien tendrá que poner orden en este lugar si no lo haces tú —gruñó ella, vistiéndose. Desz la observaba en completa calma, con el