— ¿Cómo que te casas mañana? Daki, malditamente ven a desatarme. — los gritos de Alma provocaron que Gabriel diera un paso hacia atrás y viera de arriba abajo a su cuñado.— Cochino, ¿acaso no te enseñaron modales? ¿Como sales a medio follar a hablar conmigo? — Daki golpeo su frente con la palma de
— ¿Qué? ¿Qué sucede? — indago dando pasos hacia atrás, pues cada mujer se iba sobre ella, se sentía atrapada.— ¿Cómo que ¿qué sucede cariño? Te casas hoy. — Alma lo dijo con confusión y Cielo lanzo una carcajada.— Que buen chiste, no conocía ese lado tuyo. — rebatió sonriendo y entonces el rostro
Gabriel regreso a trabajar como CEO de Teo&Ely, un asesino reformado, lo llamaba su familia, pero él solo era un hombre feliz, ya no sentía el vacío de meses atrás, el navegar en aguas tempestuosas estaba en el pasado, ahora, subía las escaleras hasta su oficina con gusto, y sin retener la sonrisa q
— Sí, ya te lo dije, siempre será lo que tu quieras. — juro con solemnidad y Cielo quedo de pie en las escaleras, mientras Gabriel la vio interrogante.— Bueno, de haber sabido que es por eso, no hubiese guardado silencio, te lo diré, pensé que, si es niño, se podria llamar Matt. — el corazón de Gab
— Por favor, Cielo, si te colocan la anestesia el dolor se ira… — hacía tres horas que estaban en el hospital, y mientras Cielo estaba feliz que el parto se desarrollara rápido, para Gabriel el ver su frente perlada en sudor y las muecas de dolor en su rostro eran una tortura que ya no podía soporta
Pamela finalizo de alizar su cabello, que ahora, gracias que se había desecho de las ondas, al menos provisoriamente, le llegaba debajo de su culo redondo y firme, los tacones aguja le brindaban los centímetros que le faltaban para que dejaran de llamarla enana, la minifalda milagrosamente, lograba
Fue la última vez que vio a Ian, él ni siquiera se disculpó por decir aquello, quizá porque no tenía por qué disculparse, tal vez lo que dijo era lo que sentía, lo que siempre sintió por ella, una obligación, en fin, Ian solo se marchó a Italia, organizo todo, los días en los que Pamela estuvo con M
— Bueno… ¿recuerdas que cuando conociste a mamá, cambiaste sus pastillas anticonceptivas por píldoras prenatales? — Gabriel afirmó sin un ápice de arrepentimiento. — Bueno, resulta que mamá estaba triste porque me iré a vivir a Chicago, entonces, ante mi ausencia, decidió tener otro bebé.— ¿Cómo?