Ser mafioso no era un trabajo fácil, mucho menos algo que alguien con poco intelecto pudiese ser, pero siempre estaban las personas con mente corta y grandes sueños, esos que pensaban que por solo llevar sangre de mafiosos pudiesen ser iguales que sus antepasados, peor aún, eran esos que venían de c
— El que no está comprendiendo eres tú Marco. — dijo apretando los dientes Cielo, algo había cambiado en la mirada café de esa regordeta mujer, un brillo de locura asomaba en sus ojos, uno que era muy parecido al que Gabriel dejaba ver cuando Azazel tomaba el control de todo. — Pamela es mi hija, tú
— Cielo Pérez, juro estar a tu lado, serás mi socia en la crianza de nuestra hija, luchare contigo para asegurarnos que Pamela De Luca sea lo que ella desee ser, mi reino está a tu disposición, juro morir antes que Pamela y tu debes jurar protegerla…— Con mi vida, siempre lo hice y siempre lo hare,
Todo estará bien, eso fue lo que había asegurado Macarena y Hades, y al parecer tenían razón, todo parecía ir bien, al explicarle a Marco que ahora solo quedaba pensar como sería la mejor forma de decirle a Pamela que él era su padre biológico y por supuesto, inventar una buena historia de como la s
— Ah. — por un segundo se sonrojo y Gabriel dejo un beso en su coronilla. — No, no he asesinado a nadie ¿Por qué?— Te ves cómoda con lo que Gabriel dijo.— Ah, este… mmm…— Mi bollito de azúcar no tiene problema con el trato o uso de cadáveres, ¿verdad amor? — Macarena vio con intriga a Cielo y Mar
— ¿Qué sucede Alma de mi vida? — Gabriel estaba feliz, como hacía mucho tiempo no lo estaba, porque malditamente todo estaba bien, como jamás lo había estado en su vida y Alma se maldijo al escuchar un disparo proveniente de dentro del colegio.— Algo sucede en el colegio, la alarma contra incendios
Roman vio a Sergio por un segundo, antes de darle el bolso con casi medio millón de dólares.— Supongo que esta será la última vez que te vea. — dijo el ultimo descendiente de los Black.— Puedes estar seguro de eso. — rebatió Sergio, sonriendo casi de forma diabólica.— Si ese es el caso… déjame de
— ¡Señora, por favor…!— ¡Señora tu abuela idiota!La castaña paso su mano por entre los barrotes del portón y tomando de la corbata al hombre de seguridad, lo jalo hacia ella, provocando que golpeara su cabeza contra los hierros, y tomando las llaves del maldito portón.— Espera ¿Qué haces? — la in