CAPÍTULO 4

NARRADOR

Taddeo lleva a la hermosa chica que le recuerda a su único amor a la habitación. Al entrar cierra la puerta tras ellos mientras el socio y amigo de Taddeo sonríe porque piensa que su amigo al fin volverá a ser el de antes.

Fermín, al ver que su amigo se fue a pasarla bien, también escogió a una de las chicas para ir a disfrutar él también de la noche.

En la habitación privada de Taddeo este se quitó la máscara y dejo a la chica sobre la cama con cuidado, la miró directamente a los ojos y por un instante es como si el tiempo no hubiera pasado, se ve reflejado en los ojos de esa hermosa chica y siente que son los mismos ojos de Jazmín.

Perdido en su mirada, Taddeo se quedó mirándola hasta que la chica lo atrajo hacia ella y comenzó a besarlo, él hace años que no está con una mujer y que el vivo recuerdo de su novia fallecida lo esté tocando y besando, despertó el deseo que él había mantenido dormido por diez años.

Taddeo con mucha pasión y desenfreno quito la ropa de la mujer, al igual que ella torpemente quitaba la de él.

Aunque Taddeo, está consiente de lo que hace y lo desea con locura, Gracia no, ella está bajo los efectos de la droga, pero esto es algo que Taddeo desconoce.

La verdad es que la mayor parte de las mujeres en ese club están por voluntad propia, las que están obligadas es porque le deben mucho dinero a esa organización y deben pagar con sus cuerpos.

En caso de Grecia el que debe dinero es su padre y aunque nunca habían aceptado a una chica como el pago de la deuda de otro.

El encargado del club no tenía de otra, pues debía rendir cuenta ante sus jefes y si el padre de Grecia no pagaba de alguna manera él sería el que pagará el precio, por eso acepto a Grecia como pago a escondidas de sus jefes.

A todos les dijo que ella se ofreció a pagar las deudas de juegos de su padre, algo que es una vil mentira, pero nadie dice nada ni se atreven a contradecirlo.

Taddeo en la habitación, ya completamente desnudo, al igual que Grecia, toma el rostro de la chica y la mira a los ojos antes de entrar en ella con fuerza.

—No cierres los ojos, mírame —le ordena Taddeo sin pestañear.

Grecia, aún bajos los efectos de la droga, lo obedece y mantiene sus ojos abiertos mientras él la embiste una y otra vez.

Sus ojos brillantes, sus mejillas sonrojadas, sus gemidos, todo volvían loco a Taddeo y le recordaban su más grande amor, así que no se detuvo en toda la noche.

Grecia no paraba de gemir y gracias a las drogas en su cuerpo, tampoco se oponía a estar con Taddeo al contrario ella lo complace y le sigue el ritmo en todo momento.

—No te voy a perder, no de nuevo —expresa Taddeo, mientras aún tiene de bajo a Grecia gimiendo de placer.

El encuentro duro toda la noche, hasta que ambos terminaron agotados, Grecia quedó rendida en los brazos de Taddeo, quien observo su rostro, sus labios y cada rincón de su cuerpo con cuidado.

—volviste a mí, mi Jazmín, no te voy a perder, no de nuevo —Taddeo aún con la chica en sus brazos, toma su celular y realiza algunas llamadas, no piensa renunciar a esta chica, es el recuerdo de su amor y no la dejará, no correrá el riesgo de perderla de nuevo.

Después de las llamadas que realizo, por fin pudo cerrar los ojos y descansar junto a la mujer que lo hizo volver a recordar y a sentir lo que hace mucho tiempo no siente.

Tanto Grecia, como Taddeo durmieron hasta muy tarde, la primera en despertar fue Grecia, la chica comenzó a moverse, despertando de a poco, hasta que sintió su cuerpo adolorido y pequeños flashes de memorias llegaron a su mente.

Con todo su cuerpo adolorido y apenas si tiendo sus piernas intento ponerse de pie, antes de que el hombre a su lado despierte, pero antes de ponerse de pie calló al suelo, sus piernas no le respondían después de la noche tan salvaje que tuvo.

Busco su ropa en el suelo y únicamente encontró su ropa interior, la demás no servía, estaba desgarrada, y no servía para nada, Grecia maldijo en sus adentros buscando que ponerse.

Vio en el suelo la camisa del hombre y la tomó para colocarsela, debía buscar una salida ahora que no tenía guardias a su lado vigilándola y el hombre estaba dormido en la cama.

Lo que Grecia no sabía es que mientras ella se coloca la camisa, uno grande y hermosos ojos grises se abrieron y la observan cubrirse su cuerpo con su camisa.

—No se para qué te cubres, si desnuda te ves aún mejor —comenta Taddeo con una sonrisa maligna desde la cama y esta se sobresalta.

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