El rey alcanzó a agarrar a su prometida, antes de que esta se diera un duro golpe al caer al suelo.—Niña tonta, no tenías que descuidarte, ¿ahora quién cuidará de ti? —murmuró olvidándose de las doncellas en la habitación.—Llamaré a uno de los guardias para que lleve a Lady Selene a su habitación —se atrevió a decir una de ellas, ganándose una mirada sería por parte del Rey. —No es necesario, me haré cargo de Lady Selene —dijo—. Llama al médico y tú, trae un poco de sopa caliente —ordenó.Las doncellas corrieron a cumplir las órdenes del Rey, mientras Frederick caminaba con Selene entre sus brazos. Se sentía raro de tenerla así, pero prefería ser él quien la llevara y no otro hombre. No estaba bien, que otro hombre pusiera las manos sobre la mujer que sería su esposa. La joven era tan liviana como una pluma, él se atrevería a decir, que pesaban más sus ropas, que su carne. Algo que no tenía sentido, el Barón Russell no estaba en la ruina, ¿por qué razón no alimentaba bien a la
Henry apretó los puños con fuerza, hasta que sus nudillos se tornaron blancos por la fuerza ejercida.—No tienes ningún derecho…—Te equivocas, Henry, entre tú y yo, el único que no tiene derecho a verla de ninguna manera eres tú. Selene Russell es mi prometida —le recordó Frederick con regocijo.El rey no podía olvidar el broche que había visto colgando en el pecho de Henry el día del baile, pues el significado de aquella pieza única solo podía manifestar el grado de intimidad o confianza que había entre los dos.Frederick respiró con discreción, trató de que el enojo no se adueñara de su corazón y exigiera a Henry una explicación, pues temía que no le fuera sincero. El rey no se engañaba con respecto a su primo, siempre había vivido con el temor de que no fuera distinto de su tío y se atreviera a atentar contra su vida.—Yo la conocí antes —refutó con rabia.—Ya era mi prometida, no hay manera de que puedas ganar o tenerla, Henry. Por tu bien y el bien de todos, mantente lejos de el
La Reina madre se quedó dormida en algún momento entre la llegada de Regina y el intercambio de palabras con el rey, lo que ocasionó ciertas dudas e incomodidad en Frederick, pues temía que su madre hubiera escuchado la declaración indirecta de la joven dama. Lo último que el Rey necesitaba era indisponer a su madre.Selene mientras tanto en su habitación, se dedicó a mirar por la ventana e intentar descubrir los puntos ciegos que el palacio tuviera, pues de alguna manera esperaba tener un poco de paz y poderse alejar de todo, pero las cosas no se veían nada fáciles, empezando por el guardia que siempre estaba cerca de su puerta.¿Era posible que su futuro esposo le hubiera puesto un vigilante las 24 horas del día? El solo pensarlo, la hizo alejar de la ventana y tumbarse en la cama, rindiéndose casi por completo. No se dio cuenta en qué momento se quedó dormida, sino hasta que unos golpes en la puerta y la voz de su doncella de cabecera, la trajo de nuevo a la realidad.—Mi Lady —lla
El camino que Selene había agarrado, satisfactoriamente, sí la llevó hacia una salida en la parte de atrás del palacio. Por los ruidos que venían del cuarto cercano y del que estaba separada solamente por una pared, supo que era la cocina y ahí estaban los guardias y trabajadores del reino, cenando al igual que lo hacía el rey, el príncipe y la invitada. Se apresuró, pero fue tan cuidadosa, que cualquiera que la hubiera visto, diría que iba levitando. Con los pies fuera del castillo, dio una última mirada para cerciorarse que nadie la había visto o la fuera a ver y salió corriendo lo más rápido que pudo, alejándose de la construcción, lo más posible. Selene llegó hasta la orilla del lago, había tenido curiosidad de verlo de cerca, caminó por su alrededor hasta llegar al puente de madera, ella miró de un lado a otro para asegurarse de que estaba sola. Su único acompañante, fue un ganso que pasó en ese momento por debajo del punto y graznó, llamando su atención. Levantó con cuidado s
El cuerpo de Selene se tensó como la cuerda de un violín, su corazón latió fuerte dentro de su pecho, como si fuera a salirse de su cuerpo, era la sensación más extraña que había experimentado, un desasosiego que no podía explicar al sentir su corazón retumbar como si fueran tambores.¿Por qué tenía tanta mala suerte? ¿Por qué tenía Frederick que llegar justo en ese momento? El destino parecía confabulado en su contra, eso era. Eso tenía que ser, no había otra explicación. El universo la odiaba tanto que la dejaba en medio de aquella terrible situación.Selene intentó alejar sus manos de la cintura de Henry, sin embargo, este no la dejó, esa acción hizo que la sangre de Frederick hirviera en su interior y se congelara en el interior de Selene.—Suelta a mi prometida, Henry, y lárgate de aquí —ordenó con voz gélida, sin mirar a Selene. Frederick temía que al hacerlo no fuera capaz de contenerse, sobre todo al ver el rostro de Henry, lo estaba retando de manera silenciosa, provocando y
Un pensamiento prohibido la atravesó como una flecha, ahora nacía en su interior el deseo de saber cómo sería un beso semejante, pero en los labios de Henry. Sacudió su cabeza alejando ese pensamiento insano y se fue al baño, para lavar su rostro con un poco de agua, que siempre mantenían las doncellas, lista para ella. ¿En qué locura estaba pensando? Un beso no podía dejarla tan mal, ¿cierto? Ella no era así, no era una mujer que fantaseaba, no era santa, pero tampoco una desvergonzada. Sin embargo…, el beso de Frederick había despertado en ella cosas que jamás pudo imaginar llegar a sentir. Selene golpeó el agua con violencia, mojándose la falta del vestido, pero no se preocupó por pequeñeces, todo lo que deseaba era olvidar lo que esa noche había ocurrido, eso era lo mejor. Nadie debía enterarse de aquel beso entre el rey y ella.Frederick no se encontraba muy distinto a su prometida. Las sensaciones y recuerdos de lo que acababa de hacerle a Selene, no dejaron de atormentarlo. ¿
«Lady Selene. Abra de inmediato»El cuerpo de Selene se tensó como la cuerda de un violín al escuchar la demanda en la voz de Frederick, sus ojos se agrandaron por la sorpresa y el miedo que le atravesó el cuerpo, consciente de que si el rey encontraba a Henry en su habitación podía ser acusada de infidelidad. Podría ser repudiada como prometida y no es que eso no estuviera bien, ¡sería genial! Sin embargo, estaba arriesgándose a ser condenada a pagar por el delito de…—Lady Selene —llamó Frederick de nuevo, esta vez acompañado de varios toques sobre la madera de la puerta.Selene salió de su estupor y miró a Henry, la ventana y el cuarto de baño.—Ninguna de las dos es una opción, Selene. No voy a esconderme —dijo en tono bajito.—No tienes elección, si me amas como dices. Haz este sacrificio por mí, llevaré al rey lejos de mi habitación, sal sin que nadie te vea, Henry, por favor —pidió, empujando al hombre al cuarto de baño y cerrando la puerta.Confiando en que Henry no se delatar
Dos días parecían ser nada para Selene, que sentía el paso de las horas como una guillotina sobre su cuello; sin embargo, contrario a todo lo que pensó que sería la preparación del viaje, ella no tuvo que hacerse cargo de nada. La Reina la había solicitado en su habitación y luego de una larga charla, en la que ella expuso todo lo que esperaba de ese viaje, Selene se sintió un poco más animada y menos preocupada.La Reina solo esperaba que se diera a conocer a todo el reino su nombre, que se relacionara con los súbditos de la Corona y diera esa muestra de confianza que el pueblo esperaba de sus soberanos. Selene había sido preparada para eso, sin ella saberlo, toda su vida había sido enfocada para ese momento. —Trataré de dar lo mejor de mí, quizá las cosas no empezaron bien —expuso, haciendo una pausa, ahora Selene era muy consciente del error que había cometido al entregarle el broche a Henry, sin embargo, lo había hecho en medio de la ignorancia, pues su madre jamás le explicó el