Selene terminó a un costado del jardín, lejos de las miradas de los invitados, su estómago protestó cuando intentó serenarse, pero no pudo y perdió la batalla. Las arcadas se escucharon y Frederick tuvo que mirar atrás para estar seguro de que nadie lo seguía.—Selene —la llamó.—Lo siento, no puedo contenerme —masculló ella con el rostro rojo y los labios pálidos por el vómito.—No te disculpes, cariño. Es culpa mía, debí advertir que no te sirvieran vino esta noche —refutó, arrodillándose para estar junto a ella.—Ni siquiera pude probarlo, el olor era demasiado —dijo, acariciando su vientre, que quedó con malestar y con un sabor horrible en la garganta—. Lo peor es que ha pasado delante de muchos invitados, me temo que puedan sospechar —añadió Selene con preocupación.Frederick se había olvidado por completo de los invitados y si alguien había escuchado las arcadas de Selene, los rumores no demorarían en surgir y el nombre de su prometida estaría en entredicho, cosa que no podía p
Frederick miró a Selene a los ojos y la felicidad fue abrumadora en ese momento, sin embargo, ahora lo que más importaba era saber los cuidados que debían tener de ahora en adelante. —¿Cuáles son los cuidados a seguir? —preguntó el rey, pues Selene era incapaz de decir algo. El galeno no tardó en dar las explicaciones y sugerencias para que la pareja pudiera llevar el embarazo en los mejores términos posibles, además, era evidente que los síntomas iban a ser fuertes al menos, los primeros meses y la futura reina no podía permanecer enferma. —Estaré pendiente de todo el proceso y por favor, cualquier molestia extraña, no duden en llamarme —pidió el doctor y Selene asintió —. Será un bebé sano, Mi Lady, no se preocupe. Alegría, euforia y miedo se apoderaron de Selene ante la confirmación de sus sospechas, no podía esperar otro tipo de noticias cuando había estado con Frederick tantas veces, que había perdido la cuenta de las noches que se entregaron a la pasión, sin ninguna precauci
«Sí»Selene miró a Henry y dio un paso atrás. Ni en sus momentos más extraños, llegó a pensar que Henry era capaz de algo semejante, pero sí que se había equivocado. —No sé cómo puede estar tan ciega contigo, Henry —dijo con cierta dificultad.—Esto no es culpa mía, Selene. Si tienes que encontrar un culpable mira al hombre a tu lado y lo encontrarás —le dijo con una ligera sonrisa.Selene apretó las manos en dos puños, su mandíbula se tensó y un gruñido casi salió de su garganta.—No culpes a Frederick de tus acciones, Henry. No eres un caballero como has pretendido ser todo este tiempo, no eres el hombre que pensé y por quien sentí pena —dijo, golpeando el orgullo del Duque.Las facciones de Henry cambiaron al escuchar las palabras de Selene.—¿Pena? —preguntó con enojo en la voz.—Sí, vivías quejándote del maltrato que te daba tu primo y de las humillaciones a las que eras sometido; sin embargo, llevo el tiempo suficiente en este castillo como para saber que nada de lo que dijiste
Frederick volvió a tomar a Selene en sus brazos y la recostó con suavidad en la cama, mientras ella se dejó hacer y consentir. —Te extraño —susurró el rey, al tiempo que sus labios se cerraban sobre los de su prometida. Selene se rio suavemente, pero gustosa recibió el beso, que rápidamente se fue intensificando, hasta que se tuvieron que alejar por falta de aire. —Eres una hechicera… Mi hechicera —profesó Frederick, mirando a Selene con sus ojos nublados en deseo. —Seré lo que quieras que sea, pero solo tuya —contestó Selene con vehemencia y generando un deseo incontenible en el rey. El amor que había entre ellos era una mezcla perfecta, no solo estaban llenos de pasión y deseo, algo en lo que se entendían a la perfección, sino que el respeto, cariño y comprensión que había nacido en poco tiempo, dejaba ver lo fuertes que se estaban formando las columnas que sostendrán su unión para toda su vida. Las manos del rey se movieron con agilidad sobre los cordones que mantenían prisio
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Samantha, ella no supo en qué momento se le fue la tarde y tampoco había escuchado que su madre y Selene volvieran del pueblo, así que se sintió aún más nerviosa a solas con Henry, pero algo tendría que hacer y sonar convincente.—Quiero hablar contigo —dijo, lo más valiente que pudo.—¿Conmigo? Samantha movió la cabeza en señal de afirmación.—Vas a casarte —susurró. Su voz estaba ahogada, estaba nerviosa y luchaba para no traicionarse. El broche parecía quemar, pero todo era parte de su imaginación.Henry la miró y ella sintió que iba a ser descubierta en cualquier momento.—Tú también lo harás. Estás comprometida con el heredero de Borja, ¿cómo es que se llama? —preguntó, avanzando dos pasos, quedando más cerca de Samantha.—Marcus —susurró.—Marcus de Borja, debí imaginarme que tu hermano y tu madre no iban a quedarse tranquilos. ¿Sabes que también me están obligando a casar?Samantha tragó saliva, dio un paso atrás chocando con la esquina de l
La doncella quiso seguir limpiando la comisura de los labios de Samantha, pero la Reina se lo impidió, pues ella quería ser quien cuidara de su hija y la doncella no se resistió. —La subiré a la cama —dijo Marcus, pues la posición en la que se encontraban no era la más cómoda, además, la rabia seguía fluyendo por su cuerpo y sentía la necesidad de hablar con el rey y buscar a Henry, así tuviera que levantar cada piedra del Reino hasta encontrarlo. —Gracias —contestó la reina, mientras siguió de cerca los pasos del joven. Cuando el cuerpo de Samantha tocó la cama, sus manos se aferraron con más fuerza al cuello de Marcus, como si temiera quedar desprotegida lejos de sus brazos. —Su Alteza, todo está bien —dijo Marcus con tono suave y con la mano libre soltó las manos de Samantha de su cuello. —Marcus, ¿podemos hablar? —pidió Frederick y el joven asintió —. Madre, Selene, por favor quédense con Samantha, que nosotros tenemos cosas por hacer —dijo con seriedad y las dos mujeres asin
Tuve tanto miedoEl doctor no demoró en llegar al castillo, venía custodiado de dos guardias y alcanzó a pensar que había sido llamado para atender algún problema con el embarazo de Selene, sin embargo, todo se puso más extraño, cuando al interior del castillo fue recibido por esta, que lucía sin aflicción alguna. —Lamento que haya tenido que volver tan pronto —se disculpó Selene, apenas lo vio aparecer. —Mi Lady, no es ninguna molestia, aunque debo reconocer, que no entiendo el motivo por el que estoy acá —dijo en tono bajo el galeno. —Su Majestad lo ha llamado, porque necesitamos que revise a la princesa… Fue atacada y no sabemos qué tan graves puedan ser sus heridas —dijo Selene con discreción, esperando que los sirvientes no escucharan de más. —Entiendo, Mi Lady, por favor, lléveme a donde está Su Alteza —pidió el galeno y sin más espera, Selene lo guió escaleras arriba. Selene permaneció fuera de la recámara, dándoles privacidad a la Reina, su hija y el médico. Ella más que
Regina enterró las uñas en la ropa de Henry, su interior quemaba, dolía, ardía, pero había un rastro de placer; ella no tenía experiencia, por lo que asimilaba que esa era la entrega entre un hombre y una mujer, así que, no opuso resistencia y se abrió para darle un mejor acceso. La joven tenía el cuerpo empapado por el sudor, sus ropas se sentían húmedas, su coño dolía con cada embestida, pero no se quejó. Henry era rudo, tosco y sin ningún indicio de hacerla sentir placer, era totalmente egoísta, procurando su placer. Lo siguiente que se escuchó en la habitación, fueron gemidos de dolor, cuando Henry se olvidó por completo de Regina y se concentró en embestir y alcanzar su liberación, nada más le importaba. Estaba furioso, frustrado y lleno de odio, lo cual era una invitación al desastre y Regina fue la vasija que recibió todo aquello.Un sonoro y ronco gemido salió de los labios de Henry cuando su cuerpo se sacudió sobre Regina, apretó los dientes, mientras derramaba toda su esenc