Capitulo 2

Estaba muy feliz deleitándome con todo lo que veía, tanto que me perdí un momento en la realidad que estaba viviendo.

Para esto, varios de los guardias ya estaban en la habitación, se pusieron en fila sobre unas escaleras que no había visto hasta ese momento. Las escaleras conectaban con una habitación de la que iba bajando un hombre que pude reconocer de algunas pancartas publicitarias. Conforme bajaba no hubo duda, efectivamente se trataba del presidente.

Debo decir que me pareció muy atractivo en persona. Sus atractivos eran muy diferentes a los de los guardias. Su rostro era fino, su cuerpo delgado, mientras que su estilo y personalidad le hacían brillar bastante. Llevaba puesta una camisa gris oscura, perfectamente planchada y acorde para su cuerpo, como si la hubieran hecho exclusiva para él.

Su pantalón era entre formal y casual, era de color negro y de igual manera le quedaba perfecto. Su calzado eran unos zapatos que se veían muy cómodos.

Todo eso lo pude observar mientras lo veía bajar dirigiéndose a mí.

Al llegar abajo los guardias le saludaron de inmediato a un mismo ritmo diciendo. "¡Buen día señor presidente!" Bajaron la cabeza después de dicho saludo y se alinearon muy firmes, como si de un cuento se tratara.

El presidente no dijo nada, solo asintió con la cabeza y continuó caminando. Su mirada no la despegaba de mí.

Al llegar a un metro de distancia se detuvo y con una sonrisa me saludó.

—Hola Miriam espero te encuentres bien.—Su tono de voz era muy amable, casi podría asegurar que era una noble persona gracias a eso.—Perdón por traerte así pero no había otra forma. Como comprenderás, buscarte en público no es una opción.

Me quedé callada, el hombre en verdad actuaba como si me conociera y eso me desconcertó. Traté de mirarlo a detalle mientras el hacía lo mismo. Algunos de sus rasgos y facciones se me hacían conocidas pero pensé que era porque lo había visto en televisión, pero algo me indicaba que lo conocía de antes.

—¿No me reconoces?—Me preguntó con una gran sonrisa, una que era hermosa y me cautivó en ese momento.—¿Quieres que te de pistas?

—Si le fuera posible, por favor.—Solo de recordar mi tono nervioso con el que respondí, me vuelvo a sonrojar.

—Por favor no me hables de usted. Puedes tutearme.—Comenzó a reír muy tranquilamente.—Somos viejos conocidos de confianza.

Con esas palabras traté de enfocarme más en su rostro y menos en lo que representaba. Así podría saber de una vez por todas de quién se trataba.

Fijandome a detalle no hubo duda, se parecía a Esteban, un chico que conocí en la prepa. Y debo decir que nuestra historia no fue muy grata, al menos para él pues lo rechacé constantemente mientras que yo solo huía de su acoso.

Al unirlo con el popular nombre del presidente, no había duda… era él.

¿Cómo pude ser tan tonta como para no darme cuenta desde su campaña electoral que él era aquel Estaban que conocí en la prepa? Esa y otras preguntas mordieron mi mente. Había sido tan insignificante que no pude reconocerlo ni en los muchos carteles que ví por todos lados.

Había que reconocer que cambió bastante así que no toda la culpa era mía. Se veía más delgado, más seguro de sí mismo. Incluso su típico peinado lo cambió por uno más modernos. Ser una figura pública le benefició bastante.

—¿Eres el Esteban que iba conmigo en la prepa?—Tuve que preguntar para darle a entender que ya sabía su identidad.

—Eso sonó muy básico pero te lo daré por bueno.—Me respondió entre risas.—Si, soy ese Esteban con el que sostuviste un amorío.

La palabra amorío me sonó muy intensa y exagerada. Realmente él deseaba ser mi novio pero nunca lo fuimos, de hecho ni siquiera le di alas. Pero entiendo que no quería decir eso enfrente de todos sus guardias así que dada la situación no me iba a molestar en corregir el término.

—¡Que gusto me da verte nuevamente!—Le dije ya muy relajada, su presencia y el saber por fin quien era, me tranquilizó.—Te ves muy bien.

—Muchas gracias, tú igual estás guapísima como siempre.

Sus halagos me hicieron pensar en la posibilidad de que él siguiera encaprichado conmigo lo cual ahora dada su posición, no me desagradaba.

—Pero por favor vamos a sentarnos, siéntete cómoda.—Continúo con la conversación señalando el lugar a donde deberíamos dirigirnos. —Me da mucho gusto verte en verdad.

Pude probar esos asientos tan cómodos a los que solo unos cuantos privilegiados son acreedores. Desde que los ví me enamoré de ellos, su textura, elegancia, color, todo lo que se puede esperar del buen gusto de alguien. Esos asientos estaban a mi alcance y no dudé en sentarme en ellos. Fue un placer muy grato con el que me olvidé del mundo y solo me relajé.

Esteban, o el señor presidente como le dicen muchos, se dió cuenta de esto y se acercó para aumentar mi comodidad.

—Si bajas esta palanca de aquí el asiento se ajustará a tus necesidades.—Movió la palanca y efectivamente el sillón se amoldó a mi cuerpo, tanto el respaldo como el asiento. —Si presionas este botón, la calefacción se activará, y este otro es para darte un buen masaje.

El placer que sentí con aquello fue tanto que casi me vence la idea de quedarme dormida. No lo hice pues mi moral valía mucho más que eso y no era lo correcto. Pero estoy segura que en otras circunstancias lo habría hecho.

—Me da gusto que te relajes. En especial después del susto que seguramente estos buenos hombres te dieron.—Él también se sentó, justo en el sillón de al lado.—Te pido nuevamente una disculpa por ello.

—No pasa nada. Fue muy misterioso todo pero ya estoy bien.—Le dije intentando mostrarme calmada.—Solo tengo una pregunta, ¿Por qué me trajiste hasta aquí?

—Porque deseaba verte claro está.—Dijo muy seguro de si mismo y casi al instante que pregunté.—No he dejado de pensar en ti no un solo instante.

En ese momento me quedé muda. No sabía si creerle o no. Pasaron varios años y él ¿Seguía pensando en mí?

No es que sea algo imposible, hay amores de la infancia o juventud que uno nunca olvida pero ¿era nuestro caso?

—Recuerdo cuando te conocí y el cómo me flechaste. —Continúo hablando conmigo.—Es una sensación que jamás olvidaré. Desde entonces me la pasé luchando en esta vida por mi sueño para por fin encontrarte y poder pedirte que seas mi novia.

—¿Tu novia?, ¿estás hablando enserio?—Me dejó desconcertada.

—Claro que sí pero obviamente no quiero saltarme el proceso natural.—Movió sus manos para apoyarse en las frases verbales.—Me gustaría invitarte a salir y todo eso. Debes de saber que como presidente debo mantener un status y la vida privada más que cualquier persona… pero todo es posible.

Él hablaba como si yo ya hubiera aceptado. Lo estaba pensando y claro que iba a aceptar pero al menos debía escucharme primero y no hacer planes.

Tras esa pregunta vinieron muchos recuerdos de los que hablamos. Había dos versiones en todos ellos. Él lo recordaba con mucha pasión y a gran detalle. Mientras que para mí solo fue molesto y sin mucha importancia. Obviamente nos quedamos con su versión, una en la que ambos aportamos cosas y opiniones. No me pareció mal el tipo de conversación que teníamos. Él era mucho más fluido que como lo recordaba e incluso más carismático y así se lo hice saber.

Supo que yo tenía razón, dijo que la política le ayudó a quitarse la pena y a soltarse para hablar en público. De esta forma ganó más seguridad.

Nuestro momento estaba pasando muy ameno. Me ofrecieron comida y bebida pero yo sólo acepté café y pan. No me quise ver muy desesperada por probar todo aquello que veía y se me antojaba.

—Señor, siento molestarlo.—Interrumpió uno de sus guardias después de acercarse lentamente.—Recuerde que tiene una reunión en 40 minutos, debemos irnos los antes posible.

—Entiendo R1, no haremos esperar a nuestros amigos.—Contestó muy amable.—Querida Miriam gracias por este reencuentro tan agradable aunque hasta cierto punto forzado.—Tomó mi mano mientras sonreía.—En verdad te quiero ver de nuevo pero esta ves quiero que sea por tu voluntad. Si me aceptas una invitación a cenar para mañana con gusto te esperaré. Mis agentes te darán una tarjeta y se comunicarán contigo para indicar donde te verán.

Me besó la mano y le pidió a uno de sus hombres se encargara de mi regreso.

Me quedé helada con lo que acababa de pasar.

Continue lendo no Buenovela
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Digitalize o código para ler no App