Estaba muy feliz deleitándome con todo lo que veía, tanto que me perdí un momento en la realidad que estaba viviendo.
Para esto, varios de los guardias ya estaban en la habitación, se pusieron en fila sobre unas escaleras que no había visto hasta ese momento. Las escaleras conectaban con una habitación de la que iba bajando un hombre que pude reconocer de algunas pancartas publicitarias. Conforme bajaba no hubo duda, efectivamente se trataba del presidente. Debo decir que me pareció muy atractivo en persona. Sus atractivos eran muy diferentes a los de los guardias. Su rostro era fino, su cuerpo delgado, mientras que su estilo y personalidad le hacían brillar bastante. Llevaba puesta una camisa gris oscura, perfectamente planchada y acorde para su cuerpo, como si la hubieran hecho exclusiva para él. Su pantalón era entre formal y casual, era de color negro y de igual manera le quedaba perfecto. Su calzado eran unos zapatos que se veían muy cómodos. Todo eso lo pude observar mientras lo veía bajar dirigiéndose a mí. Al llegar abajo los guardias le saludaron de inmediato a un mismo ritmo diciendo. "¡Buen día señor presidente!" Bajaron la cabeza después de dicho saludo y se alinearon muy firmes, como si de un cuento se tratara. El presidente no dijo nada, solo asintió con la cabeza y continuó caminando. Su mirada no la despegaba de mí. Al llegar a un metro de distancia se detuvo y con una sonrisa me saludó. —Hola Miriam espero te encuentres bien.—Su tono de voz era muy amable, casi podría asegurar que era una noble persona gracias a eso.—Perdón por traerte así pero no había otra forma. Como comprenderás, buscarte en público no es una opción. Me quedé callada, el hombre en verdad actuaba como si me conociera y eso me desconcertó. Traté de mirarlo a detalle mientras el hacía lo mismo. Algunos de sus rasgos y facciones se me hacían conocidas pero pensé que era porque lo había visto en televisión, pero algo me indicaba que lo conocía de antes. —¿No me reconoces?—Me preguntó con una gran sonrisa, una que era hermosa y me cautivó en ese momento.—¿Quieres que te de pistas? —Si le fuera posible, por favor.—Solo de recordar mi tono nervioso con el que respondí, me vuelvo a sonrojar. —Por favor no me hables de usted. Puedes tutearme.—Comenzó a reír muy tranquilamente.—Somos viejos conocidos de confianza. Con esas palabras traté de enfocarme más en su rostro y menos en lo que representaba. Así podría saber de una vez por todas de quién se trataba. Fijandome a detalle no hubo duda, se parecía a Esteban, un chico que conocí en la prepa. Y debo decir que nuestra historia no fue muy grata, al menos para él pues lo rechacé constantemente mientras que yo solo huía de su acoso. Al unirlo con el popular nombre del presidente, no había duda… era él. ¿Cómo pude ser tan tonta como para no darme cuenta desde su campaña electoral que él era aquel Estaban que conocí en la prepa? Esa y otras preguntas mordieron mi mente. Había sido tan insignificante que no pude reconocerlo ni en los muchos carteles que ví por todos lados. Había que reconocer que cambió bastante así que no toda la culpa era mía. Se veía más delgado, más seguro de sí mismo. Incluso su típico peinado lo cambió por uno más modernos. Ser una figura pública le benefició bastante. —¿Eres el Esteban que iba conmigo en la prepa?—Tuve que preguntar para darle a entender que ya sabía su identidad. —Eso sonó muy básico pero te lo daré por bueno.—Me respondió entre risas.—Si, soy ese Esteban con el que sostuviste un amorío. La palabra amorío me sonó muy intensa y exagerada. Realmente él deseaba ser mi novio pero nunca lo fuimos, de hecho ni siquiera le di alas. Pero entiendo que no quería decir eso enfrente de todos sus guardias así que dada la situación no me iba a molestar en corregir el término. —¡Que gusto me da verte nuevamente!—Le dije ya muy relajada, su presencia y el saber por fin quien era, me tranquilizó.—Te ves muy bien. —Muchas gracias, tú igual estás guapísima como siempre. Sus halagos me hicieron pensar en la posibilidad de que él siguiera encaprichado conmigo lo cual ahora dada su posición, no me desagradaba. —Pero por favor vamos a sentarnos, siéntete cómoda.—Continúo con la conversación señalando el lugar a donde deberíamos dirigirnos. —Me da mucho gusto verte en verdad. Pude probar esos asientos tan cómodos a los que solo unos cuantos privilegiados son acreedores. Desde que los ví me enamoré de ellos, su textura, elegancia, color, todo lo que se puede esperar del buen gusto de alguien. Esos asientos estaban a mi alcance y no dudé en sentarme en ellos. Fue un placer muy grato con el que me olvidé del mundo y solo me relajé. Esteban, o el señor presidente como le dicen muchos, se dió cuenta de esto y se acercó para aumentar mi comodidad. —Si bajas esta palanca de aquí el asiento se ajustará a tus necesidades.—Movió la palanca y efectivamente el sillón se amoldó a mi cuerpo, tanto el respaldo como el asiento. —Si presionas este botón, la calefacción se activará, y este otro es para darte un buen masaje. El placer que sentí con aquello fue tanto que casi me vence la idea de quedarme dormida. No lo hice pues mi moral valía mucho más que eso y no era lo correcto. Pero estoy segura que en otras circunstancias lo habría hecho. —Me da gusto que te relajes. En especial después del susto que seguramente estos buenos hombres te dieron.—Él también se sentó, justo en el sillón de al lado.—Te pido nuevamente una disculpa por ello. —No pasa nada. Fue muy misterioso todo pero ya estoy bien.—Le dije intentando mostrarme calmada.—Solo tengo una pregunta, ¿Por qué me trajiste hasta aquí? —Porque deseaba verte claro está.—Dijo muy seguro de si mismo y casi al instante que pregunté.—No he dejado de pensar en ti no un solo instante. En ese momento me quedé muda. No sabía si creerle o no. Pasaron varios años y él ¿Seguía pensando en mí? No es que sea algo imposible, hay amores de la infancia o juventud que uno nunca olvida pero ¿era nuestro caso? —Recuerdo cuando te conocí y el cómo me flechaste. —Continúo hablando conmigo.—Es una sensación que jamás olvidaré. Desde entonces me la pasé luchando en esta vida por mi sueño para por fin encontrarte y poder pedirte que seas mi novia. —¿Tu novia?, ¿estás hablando enserio?—Me dejó desconcertada. —Claro que sí pero obviamente no quiero saltarme el proceso natural.—Movió sus manos para apoyarse en las frases verbales.—Me gustaría invitarte a salir y todo eso. Debes de saber que como presidente debo mantener un status y la vida privada más que cualquier persona… pero todo es posible. Él hablaba como si yo ya hubiera aceptado. Lo estaba pensando y claro que iba a aceptar pero al menos debía escucharme primero y no hacer planes. Tras esa pregunta vinieron muchos recuerdos de los que hablamos. Había dos versiones en todos ellos. Él lo recordaba con mucha pasión y a gran detalle. Mientras que para mí solo fue molesto y sin mucha importancia. Obviamente nos quedamos con su versión, una en la que ambos aportamos cosas y opiniones. No me pareció mal el tipo de conversación que teníamos. Él era mucho más fluido que como lo recordaba e incluso más carismático y así se lo hice saber. Supo que yo tenía razón, dijo que la política le ayudó a quitarse la pena y a soltarse para hablar en público. De esta forma ganó más seguridad. Nuestro momento estaba pasando muy ameno. Me ofrecieron comida y bebida pero yo sólo acepté café y pan. No me quise ver muy desesperada por probar todo aquello que veía y se me antojaba. —Señor, siento molestarlo.—Interrumpió uno de sus guardias después de acercarse lentamente.—Recuerde que tiene una reunión en 40 minutos, debemos irnos los antes posible. —Entiendo R1, no haremos esperar a nuestros amigos.—Contestó muy amable.—Querida Miriam gracias por este reencuentro tan agradable aunque hasta cierto punto forzado.—Tomó mi mano mientras sonreía.—En verdad te quiero ver de nuevo pero esta ves quiero que sea por tu voluntad. Si me aceptas una invitación a cenar para mañana con gusto te esperaré. Mis agentes te darán una tarjeta y se comunicarán contigo para indicar donde te verán. Me besó la mano y le pidió a uno de sus hombres se encargara de mi regreso. Me quedé helada con lo que acababa de pasar.¡Qué día! ¿Qué posibilidad hay de que un ex admirador tuyo se convierta en el presidente de tu país? Además no sé si es la ropa o el puesto pero se veía tan atractivo. Es como vivir un sueño de niña.Después que se fue tan a prisa acompañado de la mayoría de los hombres que ahí estaban, el hombre calvo y el hombre serio me dieron la mano y me acompañaron afuera de la gran casa ubicada en medio de la nada. Me costaba trabajo creer que un lugar así estuviera en la ciudad.Al salir me dí cuenta que la otra limusina ya no estaba, el presidente era trasladado en ella. Así es, por más que trataba en automático le decía "el presidente" y no Esteban como se podría esperar. Eso me dió a entender que si había quedado apantallada por lo que él había logrado ser.Ni siquiera iba tan arreglada como para impresionar. Había elegido ropa tan casual y un peinado nada grato para lo que me ocurrió ese día. ¡Que vergüenza que él y toda la guardia presidencial me vieran así!Mi vanidad era lo menos import
Esteban llevaba un año y medio en la presidencia, restaban más de cuatro años para mantenerse ahí. Si yo lograba ser su novia y después su esposa, aún tendría mucho tiempo para disfrutar todos los placeres que conlleva...¿Incluirá responsabilidades? Me imaginé que si y muchas. Como todo es política y viendo a las anteriores primeras damas, tendría que hacer una cara para ser aceptada socialmente. Si, mi mente estaba divagando mucho en aquellos momentos pero ¿Quién podría culparme? Él me buscó a mi así que tenía todo el derecho de estar pensando en esa situación y los beneficios. Me quedé parada en aquella calle como niña mirando al cielo, me dí cuenta hasta que varias personas me observaron pensando que algo me pasaba así que tuve que reaccionar al sentirlos e irme de ahí. Olvidé toda la rutina de mi día. Me fuí directo a mi casa para prepararme. La cita sería al otro día por la noche pero esta vez quería ir bien preparada. Obviamente no le conté a nadie sobre lo que pasó, no pens
Me salió mi parte crítica de belleza, opiné sobre su look el cual para mi se veía un poco anticuado aunque muy formal. La luz y los efectos de televisión le sentaban muy bien aunque en persona no se veía nada mal.Luego imaginé el estrés que debería sentir en su puesto político y me visualicé a su lado, dándole apoyo emocional por ello.Me fuí aún más a lo que la imaginación seduce cuando hay una idea con varias puntas por explorar. Me ví a mi misma saliendo en la televisión como la primera dama, aunque también con mis propias actividades. Quizá no políticas si no humanitarias. Algún papel necesitaría jugar pues no me la iba pasar de mantenida permitiendo que la gente hablara mal de mi.Desperté de mi fumada historia cuando el programa de concursos regresó a la acción. Sin quererlo me estaba pegando demasiado esa situación. Apenas lo podía creer, tendría una cena con el presidente quien resultaba ser algo así como un ex que no me había superado.Con todo eso en mi mente reaccioné para
La intención es lo que cuenta o al menos eso dicen por ahí cuando se agradece el esfuerzo por algo y no se consigue. Yo le agradecí a mi mente el haber trabajado en cómo sería mi cita y el lugar a donde me llevaría Esteban. Todo eso quedó en suposiciones. Realmente el lugar jamás lo hubiera imaginado, y ¿Quién me culparía? Alguien instaló una casa a las afueras de la ciudad, muy cerca de la carretera. Un lugar que nadie pensaría en visitar al menos que estuviera loco. Los guardias me recogieron en la zona que se me indicó. No llegó ninguna limusina esta vez. Llegó un carro común por así decirle al hermoso Jetta plateado. Lo digo de este modo porque no se comparaba con el primer auto pero sin duda era hermoso. Se bajaron dos hombres, entre ellos el calvo que me dió su tarjeta y cuyo nombre era confidencial. Me pidió referirme a él como "R2" A mí gusto era difícil e incluso irrespetuoso hacerlo, así que mejor me dirija a él como "tú", fue más práctico para mí. Al bajar del auto se
Me quedé sola en la mesa algunos minutos. Tiempo que me sirvió para reflexionar sobre lo que hacía ahí. Miraba por todos lados contemplando el lugar. Me sorprendió que no hiciera tanto frío, estando en el bosque sería lo normal. Pero al analizar de manera visual pude ver que había calefacción por todos lados. Sin duda pensaron en todo para instalarse ahí. Después de ver ese detalle, giré a mi cabeza hacia la izquierda porque los guardias se movieron hacia esa dirección. Intuí que el presidente estaba por llegar y esa era la dirección en la que le vería llegar. A los pocos segundos corroboré que era él, venía llegando de la misma dirección por la que yo llegué minutos antes. Se bajó de su carro y camino hacia mi. —¡Hola hermosa Miriam, qué bueno que veniste!—Me saludó muy cordialmente en cuanto llegó.—Gracias por estar aquí el día de hoy. Tomó mi mano dándole un beso como todo un caballero. Algo que sin duda hablaba bien de él. Se sentó en la otra silla quedando justo enfrente de
Al llegar a casa creí que nada podía ser más raro. Eran las 23:00 y mi madre estaba despierta esperándome.—Hola hija ¿Cómo estás?—Desde que la ví supe que algo había pasado. Ese tono que usó, me lo corroboró.—Bien má, salí con unas amigas.—Le dije ya un poco preocupada.Mi madre tenía una mirada que le delató el llanto reciente. Estaba en su pijama y con pantuflas. Algo muy inusual en ella pues dormía casi siempre sin ropa y desde temprano.—¿Qué pasó mamá?—Pregunté ya muy preocupada.—Es tu padre.—Me dijo rompiendo en llanto nuevamente.—Se comunicó conmigo.—Bueno pues ya era hora que ese señor diera la cara.—A mi no me pareció tan grave el hecho de recibir una llamada de mi padre. Llevaba tiempo sin saber nada de él y no me importaba ya, pero a mi madre por alguna razón le había afectado.—No se por qué aún te pones mal por él.—No seas dura hija.—Ella siempre lo defendía.—Sabes que el trabajo de tu padre siempre ha sido demandante.Mi padre, Martin Lírica. Un hombre que según tení
Con su silencio me puse ansiosa, tal vez la cosa importante que tenía por decir se le dificultaba tanto que no podía conectar ideas. Aunque yo ya sabía lo que me diría, traté de saber más con una simple pregunta.—¿Qué es esa cosa tan importante?—Dije con un tono desesperado por saber.—Escucha Míriam. Mi vida no ha sido facil y quizá nunca lo vas a entender.—En ese momento desapareció el sentimiento en su voz y lo cambió por un tono más serio.—Mi error fue dejarme llevar por mi profesión, era joven y tenía una familia que mantener...—Y una familia que abandonar.—Interrumpí bruscamente su conversación.—Hija por favor, solo escúchame.—Ahora el desesperado era él.—No tengo mucho tiempo para hablar.—Nunca lo has tenido, eso ya es costumbre en tí.Mi soberbia estaba siendo demasiada, no le permitía hablar y mi madre se percató de eso. Se acercó a mi para tomarme del brazo y suplicarme que dejara los reclamos y pudiera hablar con él en paz.Hice muecas de insatisfacción pero le hice cas
"Roberto, ¿Qué haces aquí?Le pregunté tres veces pero no me respondió. Él solo entró para besarme contra mi voluntad. No me pude resistir, caí ante sus besos como cuando fuimos novios."Espera, yo no puedo hacer esto. Tengo novio y no le puedo fallar"Le dije mientras recordaba lo mío con Esteban. Lo lancé fuerte contra la puerta pues él seguía de impertinente tratando de agarrarme. "Por favor suéltame, él no tarda en llegar"En ese escenario yo estaba esperando en mi casa muy tranquila al que era mi novio. Nunca conté con que un ex amor llegaría a la casa y me besaría. No tenía el control de mis cinco sentidos, era un sueño que me tenía sumido en él.Como si yo misma hubiera invocado su aparición, llegó Esteban rodeado por su escolta pero solo él pasó. Entró para hacerme un escena de celos mirando como otro hombre estaba en mi casa y me besaba.Yo no pude decir nada, al poco rato Roberto estaba muy cómodo en mi casa, si, él estaba mirando la tele como si viviera ahí.El aclamado pre