ESCENA III
ÉPOCAS PRIMITIVASSe oyó un grito en la jungla, seguido por un rugido espeluznante. Una bestia hambrienta tenía acorralada a la pequeña
Mia, quien gritaba con todas sus fuerzas.–¡Auxilio, auxilio, por favor, alguien ayúdeme!
Afortunadamente no andaba lejos y pude oír de inmediato a la niña.
–¡Mia! ¿Dónde estás? –grité con todas mis fuerzas.
La niña volvió a dar un grito de auxilio y corrí de inmediato.
–No te muevas –le dije con voz serena.
Trepada en lo alto de un roble seco, que estaba a punto
de ser quebrado por la fiera, la pequeña se aferraba a la vida. Quedé anonadado por el impresionante porte del animal:
patas enormes, garras perversas, músculos poderosos entodo el cuerpo, acompañados de una mirada asesina y col millos tan afilados que podrían partir a un caballo de una
sola mordida. Miré a la niña con rostro empalidecido y sentí como si alguien cogiera mis pies y los atara contra el suelo. Mi cuerpo estaba frío y las manos me sudaban. Durante todo el tiempo vivido en aquella aldea había visto muchas bestias, pero no había tenido que enfrentarme jamás a unade ellas, mucho menos a una tan grande. Pude ver a la niña caer un poco más abajo.
Nuevamente, era como ver a mipropia hija y sentí que debía hacer algo.
A unos cuatro metros de distancia, el depredador la esperaba con los dientes afilados y una especie de sonrisa que me hacía creer en una inteligencia superior de la bestia. Mia ya había descendido aproximadamente dos metros. Por suerte, pudo cogerse astutamente de una rama que impedía ponerse al alcance de la fiera, evitando así ser devorada.
Gracias a un impulso inexplicable levanté una roca y la lancé contra el animal, que giró velozmente congelándome con la mirada llena de furia y corriendo hacia mí al instante. Le grité a la niña que huya a un lugar seguro; sin embargo, ella entró en pánico, cerró los ojos y se abrazó al árbol conla esperanza de que no pasara lo inevitable. Me quedé paralizado, resignado a mi suerte. Escucho un grito profundo,veo caer al animal y el sonido de la sangre derramándose llenó mis oídos. Mia lloró con todas sus fuerzas sin levantar la cabeza.De pronto, un corpulento cavernícola apareció frente a ella, tratando de calmarla. Lo abrazó, ya que era amigo suyo, y le dijo:–Burton no debía morir. Él era muy bueno y yo lo que ría mucho.La niña lloraba desconsolada. Sin embargo, el corpulento primitivo comenzó a reír.
–¡Ya no llores pequeña, mira!
Al hacerlo, la niña observó el cadáver tendido de labestia que la había amenazado hace unos instantes. Aquel
muchacho pudo atravesarle el corazón con una filuda lanza, salvándome por segundos de ser devorado. Mi rostro de
pánico tenía una ligera muestra de agradecimiento conaquel lugareño, y aunque un poco paralizado después del susto, me calmé al sentir el grito de alegría que Mia dio mientras venía hacia mí. No podía salir de mi asombro.
-¡Gracias, gracias! ¡Me salvaste! –aquella emoción tan pura de la niña me inyectaba de vida otra vez.–Le tengo que dar las gracias a tu amigo por habermesalvado de tan feroz animal que quería que fuera su merienda –le dije a la niña. Acércate muchacho, quiero darte las
gracias. Realmente me has salvado, ya me había dado por muerto.–No fue nada, hice lo que debía hacer.El muchacho se acercó para darme un apretón de manos y continuó diciendo:
–Mucho gusto, ¿es usted el cuentista de la aldea, cierto? Me encantan sus historias.–Veo que ya me conoces, ¿pero ¿cómo te llamas? Fue un gran tiro y me alegro realmente de que no hayas fallado.–Mi nombre es “Saabu”, señor.Saabu, en el dialecto que usaban los primitivos en mi
historia, significa cazador. Era un muchacho de aproximadamente unos veinte y cinco años de edad, jefe de los perdigueros o cazadores, quienes se encargaban de abastecer a la
aldea de carne y pieles suficientes para alimentar y abrigar a sus familias durante todo el año. Mientras que los labriegos se encargaban de dotar a la aldea de frutos y alimentos vegetales para balancear la alimentación.–Bien Saabu, tenemos que hacer algo con el animal, no podemos dejar que tan hermosa y enorme piel se eche a perder –le dije con la intención de integrarme aún más a sus costumbres.–Claro que sí, ¿por qué no me dan una mano?Cogimos al animal y con unas filudas piedras empezamos a sacarle la piel.
–
–Oye tú, ven aquí y danos una mano –dijo Saabu, dirigiéndose a la niña.
Ella no quiso hacer caso y con una sonrisa amarga le dijo:
–No iré, yo soy Mia, y así me tienes que llamar.–¿Mia?... ¿cómo la niña de las historias?
–Sí, Mia, así se llamará de hoy en adelante –le dije a Saabu.
–Es el segundo nombre de mi hija, también. Yo soy Burton Miller o el “cuentista”, como todos me conocen aquí.
–¿Burton? Que nombre tan curioso. Bueno Mia, ven a darnos una mano.Así nació la amistad con Saabu y el vínculo con la peque- ña Mia, quien no tardó en pedirme una historia nueva.–Nos puedes contar una historia… por favor.–Acabo de recordar una muy triste gracias a todo lo que pasó hoy.
–La queremos oír, por favor –dijo Saabu. –Muy bien, la contaré; pero no pregunten nada al respecto, ya que sólo puedo narrarla tal cual pasó, ¿está bien?–Está bien –contestaron ambos.–Aquí les va.
La última hazaña
Un muchacho de quince años de edad estaba a cargo de un rancho
en el Congo, un país africano. Allí cuidaba unos cuantos cebúes que su padre, que se encontraba en Londres, le había dejado a cargo por un corto tiempo. Él vivía con Sofía, su hermanita de siete años de edad, a quien le gustaba leer y subir a los árboles. Tenía mucha habilidad para eso. Por otro lado, Pericles, su hermano mayor, vivía cerca del rancho y era el cazador de la familia.
Una mañana, el muchacho escuchó un grito muy fuerte:–¡Auxilio! ¡Ayúdame!
–¿Qué ocurre?
–Estoy aquí arriba.
Levantó la mirada y pudo ver a Sofía que se encontraba en lo alto
de un árbol y le pedía ayuda. Había un intenso pánico reflejado en su rostro.
–Tranquila, voy por ti.–¡No!... Te puede matar –dijo Sofía.
El muchacho no se había percatado que un feroz animal estaba al pie del árbol, tratando de subir y devorarla.
–No te muevas, por favor.–Ten mucho cuidado hermano.
Nervioso, él no sabía muy bien qué hacer. Estaba a punto de
correr hacia la bestia y arriesgar su vida por salvarla. Lo cierto es que nadie aseguraba que el animal después de matar al muchacho, no vaya detrás de Sofía.Le dijo para tranquilizarla que tenía un plan, pese a no saberqué hacer. El tiempo se agotaba y la bestia estaba logrando trepar hacia ella…
–Escúchame, haré que el león corra hacia mí… y cuando lo haga debes bajar rápidamente y correr hacia la casa.–Pero… ¿y tú?–No te preocupes, recuerda que tengo un plan. Su único plan era salvarla, el resto no importaba.
–¿Estás lista?–¡Sí!
–¡Ahora!
Apenas terminó de gritar, el muchacho lanzó una piedra al animal logrando llamar su atención. Luego dijo con fuerza:
–¡Corre! ¡Entra en la casa ahora!Sofía entró y quedó a salvo. Él corrió hacia un granero abandonado y subió por las escaleras que estaban en el interior.
–Ahí viene Pericles –gritó Sofía.Aquel granero no tenía puerta. Él no podía dejar que su pequeña hermana lo vea morir así.
–Tranquilo enano, ya estoy cerca y mataré a esa bestia –gritaba Pericles mientras corría.–Date prisa, esta escalera no soportará mucho tiempo.–¡Dispara! –gritaba Sofía.
–Debo observar primero a la bestia –respondió Pericles, quien aún se encontraba lejos.–¡Enano! ¿Estás bien?–El león está empujando con mucha fuerza la escalera. ¡No resistirá!
De pronto, por esas coincidencias que ocurren en las historias,justo en el momento que se rompe la escalera y el muchacho cae hacia el animal, entra su hermano con la escopeta cargada diciendo:
–¡Déjalo bestia, muere!El disparo al corazón fue preciso y el león murió de manera instantánea.
–¿Estás bien hermano? –preguntó Pericles.
El muchacho quería decirle que sí, que fue un gran tiro y darle un abrazo, pero ya no lo podían escuchar. El animal había logrado cortar su yugular en el momento que caía de la escalera. Su cuerpo se fue enfriando sin que pudiera hacer algo para evitarlo…
ESCENA IVEL ZATARAMe acostumbré a vivir en aquel tiempo, fortaleciendo vínculos con Saabu y la pequeña Mia. Junto a ellos aprendí a reconocer aquel estado primario de las cosas. Una mañana estábamos trabajando en la construcción de una balsa, sirviéndonos de un enorme tronco que habíamos halladoen una caminata buscando alimento. Nos valíamos única mente de piedras con filo para tallar aquella madera tanrobusta. Algunas técnicas que usaba Saabu para elaborar la balsa, así como la habilidad que tenía Mia para aprender de nosotros, me sorprendió mucho. Les había prometido enseñarles a navegar cuando todo esté listo, y así poder atrapar algunos peces que abundaban en ríos lejanos, ya que teníamos algunas redes que días atrás habíamos tejido con lianas y fibras vegetales.–Podremos conocer miles de lugares nuevos: bosques, montañas y llanuras de diferentes tipos. Daremos a conocernuevas especies a la aldea explorando el mundo con esta balsita. Y si ten
. ESCENAVRETORNO A LA ALDEAHabían pasado ya algunos días, mientras nos alejábamos de lo que identifiqué como la Siberia Oriental. Para entonces, seguíamos viajando por mares helados rumbo a la aldea.Zatara fue un fiel compañero en la travesía por los mares calmados de fin del mundo, donde las aves parecían mudarde nido sin ser temporada por sólo querer estar acurruca das en sus mansas aguas. Una de esas tardes, Saabu mehabló algo preocupado:–Señor Burton, tenemos un problema.–¿Qué ocurre?–Ya es de noche y el cielo está muy nublado, lo que me impide ver las estrellas.–Ya entiendo, ¿no puedes guiarte por las constelaciones como te enseñé?–Sí, ahora ellas me indican hacia dónde está el norte, elsur, el este, el oeste y al no poder verlas temo que podríamos terminar perdidos, además las provisiones se están agotando.Su preocupación era muy justificada. Los remotos paisajes me distrajeron y no pude prevenir t
ESCENA VIENCUENTRO DE DOS ÉPOCASSentía la presencia inminente de mi hija. En el tiempo enque me encontraba, yo podía intuir muy bien que las casualidades no existían y que aquella nave, tan parecida a la queme trajo, estaba aquí con una razón muy específica: encontrarme.–Realmente funcionó, Tristán dijo Eva los temporizadores indican que hemos llegado a tiempos muy salvajes.–Es cierto Charts, hemos logrado cambiar de época–afirmó David.–Tenemos que apagar la nave –le respondió.Afuera los aldeanos se encontraban muy atemorizados, sabiendo que dentro de esa extraña luz llegaban personas de otros mundos, por desconocer el propósito de aquellas visitas. En un momento, la compuerta de la Génesis II se abrió dejando ver a una extraña criatura cuadrúpeda quelanzaba sonidos extraños contra ellos.–Es Tristán –grité con emoción.–¿Tristán? –preguntó Saabu, quien no tenía idea de lo que era aquel ser.–¿Qué es
SEGUNDA PARTEESCENAIREGRESIONESMi nombre es Burton Miller. Nací en una ciudad cuyo nombre no revelaré,ya que no tengo la certeza si realmente fue ahí donde comenzó todo. Tengosueños que aparentemente son recuerdos; quizá fui un gran científico queinventó una nave llamada Génesis para viajar en el tiempo. Como resultadofui cuentista en otra época y mis historias encantaban a muchos sin saber queeran mis propios recuerdos. Tal vez tuve muchos nombres, entre los que están“Fortunato”, un hombre que se convertía en lobo; “Benedicto Bendón”, quefinalmente terminó siendo un monstruo, pero en un momento de lucidezdecidió lanzarse a un volcán encendido. Quizá fui un príncipe y muchas cosasmás que no creo correcto contar.Esta mañana mientras alimentaba a mis animales, pajarracos negros a los que llamábamos por estos lugares“
ESCENAIIEL ESCLAVOAlrededor de la medianoche cerré la puerta con llave y medispuse a dormir una siesta, ya que me esperaba un día dearduo trabajo. De pronto las ventanas de mi habitación seiluminaron y un fuerte rugido en el cielo sacudió los vitrales; no podía ser una tormenta eléctrica ya que no era temporada, pero decidí no prestar atención y en medio deruidosos truenos y destellantes relámpagos intenté dormir, mirando fijamente el techo de mi dormitorio y tratan do de no distraerme con nada para que mi mente se pongaen blanco, tal como me enseñó una bella chica con la quecompartí mi período en la universidad. Logré quedarmedormido por unos minutos, hasta que el resonar de lostruenos me desconcentró nuevamente. Desperté de golpey noté que grandes olas venían hacia mí. Las regresioneshabían vuelto y ahora me encontraba en alta mar en
ESCENAIIILICANTROPÍAEsta vez desperté dentro de una cueva obscura. Fuera deella, no muy lejos, muchos aldeanos me buscaban paramatarme. Mis recuerdos de ese entonces no me permitíansaber el porqué, lo único que recordaba era que mi nombrerespondía al de Fortunato, y fui fusionado con un lobogracias al dios creador.Sin embargo, los recuerdos de otras vidas estaban frescos en mi mente. Y sabía que míticamente, la licantropía eraun estado sobrenatural y lograba que las personas puedantransformarse en lobos. El hombre lobo, también conocidocomo licántropo, era una criatura legendaria presente enmuchas culturas del mundo. Algunos creen que éste es el másuniversal de todos los mitos y hasta en nuestros días, muchagente cree en la existencia de estos seres. Al tanto de esto, medi cuenta que todas las caracterís
ESCENAIVEL NIGROMANTEDesperté esta vez en mitad del campo, donde no había másque tranquilidad por ese entonces. Era un domingo por lamañana, casi el mediodía, cuando un fuerte golpe se escuchó en la puerta de madera. Por la intensidad de los bastonazos inmediatamente intuí que se trataba de una emergencia, por lo que acudí al llamado rápidamente. Al abrir la puerta, me encontré con un hombre de aspecto muy antiguo, aproximadamente unos setenta años de edad, parecido a un nigromante al que recordaba cuando en una de misregresiones viví en el África.–Dígame, ¿qué sucede? –pregunté.El hombre tenía toda la apariencia de un médico brujo,quizá con conocimientos de magia negra. Sin decir una solapalabra, se dirigió hacia la chimenea de la casa y cogió conmucho cuidado los restos de aquel librito que días anteshabía tirado al fuego. Su aspecto era desordenad
ESCENAVLA PIEDRA EN EL ESTANQUEUna luz blanca inundaba toda mi visión y al terminar dedifuminarse, me vi junto a diversas clases de planos que seesparcían por toda la habitación junto a una serie de apuntes sobre fórmulas y esquemas.Entre ellos, se describía lateoría del agujero de gusano la cual era el atajo a través delespacio y el tiempo del que hablaba Einstein. De improviso, me adapté a la situación rápidamente y supe de qué setrataba: El archivo titulado “Buscando el origen” estabaentre un cúmulo de libros y cajas. Al leerlo, pude compro bar que me encontraba creando la nave.Tenía presente todo lo sucedido antes de despertar eneste lugar nuevamente, pese a la duda de que todo haya sidoun sueño raro desde el comienzo. ¿Cómo estar seguro deque no estoy loco? Tenía la certeza de haber estado enmuchas otras vidas, como