Cando mencionaron vacaciones, imaginé un hotel en la playa o un lugar recreativo para que los niños se divirtieran, pero no, este lugar es todo lo contrario a la diversión. No tengo nada en contra del campo; sin embargo, desde este punto de vista, se me hace aburrido.Incluso pensé que viajaríamos en avión, pero tampoco fue así. David condujo en su auto durante casi 4 horas y se desvió por un camino de tierra hasta llegar a esta choza moderna y grande. Es bonito el lugar, no hay queja en eso; puedo decir que hasta se ve acogedor.Los niños salen corriendo del auto en cuanto David lo detiene en el sendero que lleva a la entrada de esa casa; se apresuran a la puerta, no hacen nada por abrirla, solo se quedan allí de pie.Como si la puerta cobrara vida, se abre sola. Luego me doy cuenta de que no es así; una mujer de unos cuarenta años o menos es la responsable de ese mecanismo. Les dice algo a los niños mientras les sonríe.Cuando bajo del auto, escucho que Alexia la saluda; Axel ya ha
DAVIDY justo cuando decidí intentar algo con Andrea, aparece Martina para complicar de nuevo las cosas. Estoy seguro de que estaba a nada de soltar la bomba que trae cargando desde hace tiempo.Que no piense que se saldrá con la suya, ni hoy ni nunca. Haré todo lo posible para alejar a Axel y Alexia de ella, no me importa que sea la abuela de mis hijos.Agarro mi teléfono y llamo a Samuel para contarle lo sucedido, que Martina apareció ayer en mi puerta y que parecía más decidida que antes.—Hola, ¿qué hay? Milagro que me llamas —dice Samuel cuando responde mi llamada.—Ayer apareció Martina en la puerta de mi casa —le suelto.—¿Qué? —exclama sorprendido. —Martina, ¿la misma que conocemos? —comenta incrédulo.—Sí, la misma —presiono los dientes, el solo recordarlo me pone furioso. —Y ya debes saber para qué se presentó delante de mí.—Lo sé, no es nada bueno eso. ¿Y qué te dijo?—Nada, no la dejé hablar. Se puso como loca gritando y terminé cerrándole la puerta en la cara; después me
ANDREA—¡Andrea, creo que ya lo logré! —Alexia llama mi atención, dejo de mezclar los ingredientes con el cucharón para verla por arriba de mi hombro. —¿Así debe de quedar?Señala con sus manos llenas de harina la bola de masa que estuvo amasando durante minutos. Le doy una sonrisa y levanto mi pulgar.—Buen trabajo, te quedó perfecta.Ella sonríe con orgullo mientras observa su obra. Alexia insistió que hiciéramos un pastel, pues la repostería es una de las cosas que más le interesa. Yo le sugerí que mejor unas galletas, ya que a mí no se me da mucho los pasteles, no recuerdo haber hecho uno antes. En cambio, galletas sí, las de chispas de chocolate eran las favoritas de mi tía, por eso sé prepararlas.—¿Qué sigue? —pregunta Alexia, desde su lugar. —¿Ya puedo usar las cortadoras para galletas?Retiro del fogón la cazuela en la que estoy haciendo la cena, luego me aparto de la estufa y voy al fregadero a lavarme las manos para quitarme la salsa de tomate que me salto y me las mancho,
ANDREAEl resto del día se desliza entre risas y charlas amenas. Alexia compartió temas de su colegio, incluso Axel se unió a esa conversación, y yo solo disfrute de su cálida compañía. La discusión que habían tenido entre ellos, quedo atrás y no se volvió a repetir, quedando un entorno más relajado y sereno.Después de cenar, nos dirigimos a la amplia sala de entretenimiento de esta majestuosa casa. El lugar está equipado con una pantalla grande y cómodos sofás, un sitio donde nadie se cansaría de pasar tantas horas vagando allí. Alexia y Axel se instalan con entusiasmo, ya no hay rastro de tensiones en sus rostros. Parece que la reconciliación ha traído consigo una armonía reconfortante.Más tarde, David se une a nosotros. Supongo que ha decidido dejar atrás las preocupaciones laborales por hoy, eso espero. Su presencia sorprende a los mellizos, cuyas expresiones cambian instantáneamente. Ahora, los pequeños rebosan de alegría al ver a su padre unirse a la velada. Este era el toque
ANDREA—Me encanta cuando me pierdo en tu piel —deja un camino de besos por mi espalda desnuda hasta subir a mi hombro izquierdo. —Tus ojos siempre me hacen estremecer, —me besa los labios, —ahora sé lo que esto significa.No dice nada más. Hemos hablado muy poco, pero con lo que hecho, deja mucho claro. Igual las palabras no se necesitan tanto cuando dos personas se quieren, y se que él me quiere. Cuando los niños se fueron a sus habitaciones, David y yo nos dejamos llevar por ese deseo que ambos sentimos. Me entregué a él una vez más.Luego de a hacerlo en la sala de entrenamiento, nos venimos a su dormitorio y tuvimos sexo otra vez, nos quedamos dormidos y hoy por la mañana me desperté con sus besos. No puedo decir que la noche anterior fue la mejor, porque siempre me sorprende con algo nuevo.—Tenemos que hablar con Axel y Alexia —suelta de repente, y me quedo congelada, saliendo de mis pensamientos. No sé qué responder, pero él continúa —No te preocupes, si no te sientes lista…M
Al detenernos para descansar, David se acerca con una mirada provocativa, su mente debe de estar imaginando tantos escenarios de nosotros dos, aquí mismo teniendo relaciones, esos ojos suyos ya no se callan nada.—Sé que este no es el lugar adecuado, pero no puedo evitar decirte lo sexi que te ves con esa ropa y montando un caballo. Podría quitártela ahora mismo.Le sonrío y sus palabras hacen que ese calor vuelva. Me toma de la cintura y me ayuda a que baje del caballo. En cuanto tocó el suelo con los pies, él me sujeta y me atrae hacia él.—David, aquí no—digo, pero mi protesta es silenciada cuando sus labios se impactan con los míos. Le rodeó el cuello con mis brazos. —Creo que deberíamos continuar con el recorrido, estamos expuestos a muchas miradas, incluyendo la de los mellizos, si ellos nos ven…Me vuelve a callar, pero esta vez poniendo su dedo índice en mis labios. David niega con la cabeza.—Dijimos que hablaríamos con ellos, así que tarde o temprano sabrán lo nuestro.—¿Per
El camino de vuelta a casa transcurre en una armonía llena de paz. La risa de los niños llena el interior del coche mientras ambos hablan de lo tanto que se divirtieron el tiempo que pasamos en la casa de campo. Es evidente que, en este momento, parecemos una familia de verdad, quiero creer que yo soy parte de aquí.David conduce con tranquilidad, y los niños disfrutaban del paisaje.Al llegar a casa, la realidad nos abarca. La sensación de volver a la rutina se hace presente, pero sé que ahora es diferente, ahora existe una conexión más sólida que antes entre los cuatro. Los deberes y responsabilidades me hacen suspirar, lo que viví en ese lugar con ellos, lo deseo más que volver a la universidad. Siento un lazo fortalecido con Axel, incluso con su padre, cualquier atisbo de preocupación ha desaparecido.No obstante, la realidad tiene sus propias demandas. Una llamada urgente atrapa la atención de David, sin perder tiempo se dirige a la compañía, no sin antes decirle a sus hijos que
Axel responde al abrazo de la mujer como si se conocieran de toda la vida. Ella pronuncia palabras de afecto, ahueca su rostro entre sus manos y besa sus mejillas, con lágrimas en los ojos. —Mi niño — dice, —no tienes idea de la inmensa alegría que siento al verte de nuevo.—También estoy feliz de verte, abuela. Te extrañé mucho—responde Axel.Me conmueve esta escena. No tenía idea de que tuvieran una abuela; desconocía que tuvieran una abuela, David lo oculto muy bien. Todavía me surge una duda sobre por qué la echó el otro día. Aunque ella no parece ser una mala persona y claramente puedo ver qué Axel la adora. —¿Cómo has estado, mi niño? —Ella retrocede un poco para verlo y así preguntarle. —¿Estás comiendo bien? ¿Cómo va el colegio?La señora lanza una lluvia de preguntas, lo va a agobiar si sigue preguntando tantas cosas y no le da tiempo a responder.—Estoy bien, abuela. Ya cumplí ocho años —responde con una sonrisa, que por lo general nunca veo en su rostro.Esto está para fo