No sé cuántas veces lo hicimos; he perdido la cuenta. Lo hemos hecho en casi todos los rincones de la casa, no solo en su cama. Ahora me está alimentando, espero que solo sea para que recupere energías y no para continuar quemando calorías. Es la mejor forma, ahora lo sé, pero estoy muy exhausta.Estoy sentada en el taburete de la cocina mientras David y yo comemos. Ninguno de los dos cocinó, al parecer, tenía todo planeado o improvisó sobre la marcha. Hilda nos preparó la comida y la dejó guardada en unos recipientes de cristal dentro de la heladera. Me pregunto qué le habrá dicho para que también preparara comida para mí.—¿Le contaste a Hilda? —inquiero, tomo un bocado de ensalada con pechuga.—¿Contarle qué cosa? —Se nota relajado, como si nada le preocupara.—De esto —nos señalo a nosotros. —De que soy yo con quien estarías pasando el día.Deja de comer y fija su mirada en mí. Tarda en responder.—No —dice finalmente. —Le dije que tengo mucho trabajo y que estaré ocupado hasta ta
Mi teléfono no deja de replicar en mi bolsillo del pantalón. Lo sigo ignorando y me concentro en terminar de empacar las cosas de Axel. David no me dijo que echar y cuanta ropa deben llevar las maletas, así que meto todo lo que quepa en ellas. Elijo unas prendas formales y otras casuales; no tengo ni idea de a donde viajaran.Luego de terminar aquí, voy a pasar a la habitación de Alexia para hacer lo mismo. A ella ya sé que le voy a poner en su equipaje, serán varios vestidos coquetos, pero también le pondré algo sencillo.De nuevo, mi teléfono cobra vida. Suspiro y lo saco, miro la pantalla y compruebo que otra vez es Danna llamándome. Si no le respondo ahora, ella seguirá y seguirá, hasta lograr comunicarse conmigo.—Hola, Danna, ¿qué pasa? —digo, porque no entiendo la tanta insistencia.No me molesta que me llame, cuando hace eso es porque está preocupada por mí, ya que no le respondo con brevedad. Pero no sé qué puede temer que me pase, si sabe que estoy en casa de David, puesto qu
Media hora más tarde, me encuentro cómodamente sentada en un sillón reclinable en la esquina de la sala de estar, inmersa en la lectura de un libro mientras estudio. De repente, percibo unos pasos acercándose.Alzo la vista del libro y me encuentro con la mirada severa de David. Me desconcierta. ¿Por qué me mira así? ¿Qué hice ahora?—¿Qué se supone que estás haciendo? —suelta con un tono mordaz.—¿No es obvio? —respondo, levantando una ceja mientras señalo el libro con mi mano. —Estoy estudiando.—¿Ahora? —continúa con preguntas sin sentido. —¿Olvidaste lo que te dije que hicieras?Trato de recordar. Supongo que se refiere a los equipajes que ya están listos y que dejé en el pasillo para que él los viera. ¿Qué es lo que quiere ahora?—Lo hice —contesto. —Si vas arriba, te darías cuenta.Vuelvo a mi libro.—Andrea —sisea mi nombre. Lo veo de reojo. —¿Estás jugando conmigo? Porque no tengo tiempo para esas tonterías.Me doy cuenta de que ya no puedo seguir estudiando así que cierro de
Cando mencionaron vacaciones, imaginé un hotel en la playa o un lugar recreativo para que los niños se divirtieran, pero no, este lugar es todo lo contrario a la diversión. No tengo nada en contra del campo; sin embargo, desde este punto de vista, se me hace aburrido.Incluso pensé que viajaríamos en avión, pero tampoco fue así. David condujo en su auto durante casi 4 horas y se desvió por un camino de tierra hasta llegar a esta choza moderna y grande. Es bonito el lugar, no hay queja en eso; puedo decir que hasta se ve acogedor.Los niños salen corriendo del auto en cuanto David lo detiene en el sendero que lleva a la entrada de esa casa; se apresuran a la puerta, no hacen nada por abrirla, solo se quedan allí de pie.Como si la puerta cobrara vida, se abre sola. Luego me doy cuenta de que no es así; una mujer de unos cuarenta años o menos es la responsable de ese mecanismo. Les dice algo a los niños mientras les sonríe.Cuando bajo del auto, escucho que Alexia la saluda; Axel ya ha
DAVIDY justo cuando decidí intentar algo con Andrea, aparece Martina para complicar de nuevo las cosas. Estoy seguro de que estaba a nada de soltar la bomba que trae cargando desde hace tiempo.Que no piense que se saldrá con la suya, ni hoy ni nunca. Haré todo lo posible para alejar a Axel y Alexia de ella, no me importa que sea la abuela de mis hijos.Agarro mi teléfono y llamo a Samuel para contarle lo sucedido, que Martina apareció ayer en mi puerta y que parecía más decidida que antes.—Hola, ¿qué hay? Milagro que me llamas —dice Samuel cuando responde mi llamada.—Ayer apareció Martina en la puerta de mi casa —le suelto.—¿Qué? —exclama sorprendido. —Martina, ¿la misma que conocemos? —comenta incrédulo.—Sí, la misma —presiono los dientes, el solo recordarlo me pone furioso. —Y ya debes saber para qué se presentó delante de mí.—Lo sé, no es nada bueno eso. ¿Y qué te dijo?—Nada, no la dejé hablar. Se puso como loca gritando y terminé cerrándole la puerta en la cara; después me
ANDREA—¡Andrea, creo que ya lo logré! —Alexia llama mi atención, dejo de mezclar los ingredientes con el cucharón para verla por arriba de mi hombro. —¿Así debe de quedar?Señala con sus manos llenas de harina la bola de masa que estuvo amasando durante minutos. Le doy una sonrisa y levanto mi pulgar.—Buen trabajo, te quedó perfecta.Ella sonríe con orgullo mientras observa su obra. Alexia insistió que hiciéramos un pastel, pues la repostería es una de las cosas que más le interesa. Yo le sugerí que mejor unas galletas, ya que a mí no se me da mucho los pasteles, no recuerdo haber hecho uno antes. En cambio, galletas sí, las de chispas de chocolate eran las favoritas de mi tía, por eso sé prepararlas.—¿Qué sigue? —pregunta Alexia, desde su lugar. —¿Ya puedo usar las cortadoras para galletas?Retiro del fogón la cazuela en la que estoy haciendo la cena, luego me aparto de la estufa y voy al fregadero a lavarme las manos para quitarme la salsa de tomate que me salto y me las mancho,
ANDREAEl resto del día se desliza entre risas y charlas amenas. Alexia compartió temas de su colegio, incluso Axel se unió a esa conversación, y yo solo disfrute de su cálida compañía. La discusión que habían tenido entre ellos, quedo atrás y no se volvió a repetir, quedando un entorno más relajado y sereno.Después de cenar, nos dirigimos a la amplia sala de entretenimiento de esta majestuosa casa. El lugar está equipado con una pantalla grande y cómodos sofás, un sitio donde nadie se cansaría de pasar tantas horas vagando allí. Alexia y Axel se instalan con entusiasmo, ya no hay rastro de tensiones en sus rostros. Parece que la reconciliación ha traído consigo una armonía reconfortante.Más tarde, David se une a nosotros. Supongo que ha decidido dejar atrás las preocupaciones laborales por hoy, eso espero. Su presencia sorprende a los mellizos, cuyas expresiones cambian instantáneamente. Ahora, los pequeños rebosan de alegría al ver a su padre unirse a la velada. Este era el toque
ANDREA—Me encanta cuando me pierdo en tu piel —deja un camino de besos por mi espalda desnuda hasta subir a mi hombro izquierdo. —Tus ojos siempre me hacen estremecer, —me besa los labios, —ahora sé lo que esto significa.No dice nada más. Hemos hablado muy poco, pero con lo que hecho, deja mucho claro. Igual las palabras no se necesitan tanto cuando dos personas se quieren, y se que él me quiere. Cuando los niños se fueron a sus habitaciones, David y yo nos dejamos llevar por ese deseo que ambos sentimos. Me entregué a él una vez más.Luego de a hacerlo en la sala de entrenamiento, nos venimos a su dormitorio y tuvimos sexo otra vez, nos quedamos dormidos y hoy por la mañana me desperté con sus besos. No puedo decir que la noche anterior fue la mejor, porque siempre me sorprende con algo nuevo.—Tenemos que hablar con Axel y Alexia —suelta de repente, y me quedo congelada, saliendo de mis pensamientos. No sé qué responder, pero él continúa —No te preocupes, si no te sientes lista…M